Perla La tarde se desliza suavemente, y el aroma del postre que Ángela ha preparado llena la cocina. Estoy sentada en una de las sillas de la barra del desayuno, con Leonor ya que decidimos hacer un pequeño espacio en el trabajo para hablar un rato y comer algo. —En algunos momentos he tenido que viajar en representación de Fabiano, ya que él está ocupado con otras cosas —comenta Leonor—. Ahora que tu estas, será un poco más relajado —me regala una sonrisa amable. —Sé que estoy con él, pero seguiré en el mismo lugar de trabajo. —Me parece bien —afirma con lentitud. —¡Aquí está! —vocifera Angela, llegando a la berra y nos entrega el trozo de pastel de chocolate a cada una. Miro el pastel y sonrío de inmediato. —Se ve tan exquisito —agrego, luego miro a Angela con una sonrisa—. Gracias, de verdad. —Si, gracias. Teníamos mucha hambre —dice Leonor. —Yo conseguí extraño que no recibí ni una llamada de ustedes —comenta Angela mirándonos. Agarro la pequeña cuchara, después miro a A
Perla La noche ya ha caído, y el silencio de la casa me rodea como un manto suave. Termino de ducharme y el agua caliente me ha dejado una sensación de relajación que disfruto al máximo. Salgo del cuarto de baño, envuelta en una toalla, y me dirijo al vestidor. Con la luz intensa y blanca del lugar, busco en mi lado del vestidor, el vestido de dormir que desde que llegué a está casa he usado para dormir.Finalmente lo encuentro, un delicado conjunto de encaje que elijo para sentirme bien. Me quito la bata y me coloco la ropa interior. Al aplicarme mi crema corporal, me detengo un momento a mirar mi reflejo en el largo espejo. El vestido es bonito, pero al instante noto que me queda sumamente corto. Un cosquilleo de nerviosismo me recorre el cuerpo. No debería sentirme así; es solo un vestido, pero es la primera vez que voy a compartir una habitación con un hombre, a pesar de que me gusta mucho y decidí estar con él por esa misma razón, de igual manera tengo nervios.Sacudo la cabeza,
Perla—¿Qué hacemos aquí, mamá? —Miro por la ventanilla de la camioneta, la gigante mansión frente a mí. Inmensa y digna de un hombre muy poderoso. Me pregunto, ¿quién vive aquí y qué hacemos aquí?El vehículo se detiene, frente a las gigantescas puertas dobles, para ingresar a lo que me supongo es el interior de la casa.Vuelvo a mirar a mi madre en busca de una respuesta. Emilia acomoda su cabello negro mientras mira el reflejo de su rostro atractivo, a través del espejo de su pequeño compacto. —Pronto lo sabrás, Perla —cierra el espejo con suavidad y se vuelve hacia mí —. Desde hoy dejarás de huir de tu exmarido. Yo no puedo seguir escondiéndote. Conseguí a alguien que si te va a proteger y podrás vivir otro tiempo más. Se me llena el corazón de dolor de tan solo escuchar eso y recordar a Fabiano. El hombre que creí que sería mío para toda la vida. Será difícil para mí olvidarme de él, mucho más después de lo que vivimos y de haberme quitado a mi único hijo. Ahora Fabiano me odia
Años antes. PerlaLa lluvia fría cae sobre mí, empapando mi cuerpo y ni siquiera tengo un paraguas para cubrirme. Toda mi ropa está mojada y trato de pensar en dónde voy a dormir esta noche. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Por qué no simplemente, soy como las hijas normales de algunos padres. De esos que las llevan a sus institutos, las cuidan y ayudan. A mí, al contrario, me premiaron con una madre alcohólica que no quería tener hijos. ¿Por qué mi madre es así conmigo?El nuevo esposo de mi madre trató de tocarme esta mañana cuando nos quedamos solos. Se lo dije a Emilia y no me creyó, y en vez de eso. Me sacó de la casa en plena madrugada. Ahora me encuentro caminando sola por las calles de Seattle, tratando de buscar algo donde dormir y cubrirme de la lluvia. Al parecer me tocará buscar refugio entre los indigentes. Soy la única hija de Emilia Lee. Mi madre siempre odió a los niños o algo que tuviese que ver con responsabilidad. Se embarazó de mí, ya que fui el desliz de una
FabianoLos gemidos de Fiorella se escuchaban en toda la habitación, a causa de cada estocada que daba dentro de ella. Debajo de mí la podía escuchar perdida en el placer por mis movimientos, caricias y besos. —¡Más rápido, por favor! —súplica con su voz entrecortada y clavando las uñas en mi espalda. Enseguida poseo sus labios y comienzo a entrar en su interior, moviendo mis caderas con rapidez e impulsándome con fuerza. Los dos con nuestros cuerpos sudados, gozamos del placer que nos proporcionamos mutuamente.Después de lo que sucedió anoche con Leonardo y la testigo de lo que ocurrió, mandé a buscar a Fiorella, mi prometida, para que viniera a pasar la noche conmigo y ella gustosa aceptó, aunque Roberto piensa que su hija está todavía dormida en su habitación. No debía tocarla hasta después de la boda, pero el sexy cuerpo de Fiorella y su seductora personalidad fue imposible de rechazar. Nuestro matrimonio será arreglado, solo por negocios. No estoy enamorado de ella, pero es h
FabianoVuelvo a subir las cortas escaleras, cierro la puerta y salgo de allí. Mi mañana iba muy bien hasta que sucedió esto. Mi tía jamás se había metido en mis asuntos y ella sabe que no debe hacerlo, sin embargo, en esta ocasión lo ignoró y metió a esa mujer a la villa. Una chica que no conozco, ni siquiera sé su nombre y de donde viene, pero que observó todo lo que le hicimos a Leonardo esa noche. No me gusta dejar testigos y ella fue la única que miró todo lo que ocurrió esa noche. Debe morir si o sí. Cuando entro nuevamente a la cocina veo que Dante y Elisa están sentados todavía desayunando mientras conversan. Sin mirarlos tomo asiento y decido saborear mi expreso por primera vez esta mañana. —¿Terminaste con ella? —pregunta Elisa observándome con mucha curiosidad. No le hago caso y solo me tomo un tiempo para recordar nuevamente el hermoso rostro y el exquisito olor de la mujer que acabo de encerrar en el sótano. Me dejó sin palabras. Siempre estoy rodeado de mujeres, pe
PerlaEstoy encerrada en este lugar, en donde ni siquiera hay una ventana. Todo está prácticamente vacío, lo único que hay es el sofá en donde estoy sentada y una bombilla que genera poca iluminación en todo el lugar.De camino cuando ese hombre me trajo, logré ver que me encerró en un sótano, es la razón de que el ambiente se sienta frío. Sin embargo, no sé en dónde estoy. Sé que estoy en una inmensa casa, pero no sé en qué ciudad o región, pero sé que no estoy en Seattle. Anoche me durmieron y no supe nada más de mí, hasta que desperté está mañana. Cuando abrí los ojos estaba aquí, tirada en el sofá con hedor a basura en todo mi cuerpo. Fue gracias a esa señora que logré comer algo y llené mi estómago, me permitió una ducha y me dio ropa limpia para vestir. Pero, me aterra el pensar que ese hombre en cualquier momento entre por la puerta y me asesine. No es justo todo lo que me está pasando. Un hombre intenta tocarme, mi madre me corre de la casa y después me agarran unos criminales
PerlaCon la vista al frente, el hombre pasa por mi lado.—Acompáñeme, señorita Lee —indica caminando en dirección al escritorio.Lo único que hago es seguirlo, al mismo tiempo que observo todo lo que hay a mi alrededor. Mirando el elegante lugar. El hombre rodea el escritorio y toma asiento en su cómoda sillón de cuero fino y acolchado de color caoba. —Por favor, siéntese —señala una de las sillas vacías, que está ubicada frente a él. Hago lo que me dice. Decido tomar asiento frente al escritorio y lo miro. —Muy bien —agarra el teléfono y lo mira—. Su madre se llama Emilia Lee —empieza a decir—. No trabaja y es una mujer con graves problemas de adicción hacia al alcohol, usted no tiene padre, pero si tiene un padrastro —rueda sus ojos grises hacia mí—. ¿Su padre la abandonó? Porque en sus documentos no posee reconocimiento de un hombre como padre, solo aparece el nombre de su madre. ¿Cómo sabe todo eso? La verdad me ha sorprendido con tanta información personal que tiene sobre mi