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El Renacer de la Luna Oscura
El Renacer de la Luna Oscura
Por: Jansy
Capítulo 1 : La Noche del Destino

Capítulo 1: La Noche del Destino

El bosque estaba cubierto por un manto de oscuridad, y solo los tenues rayos de la luna llena lograban atravesar el espesor de los árboles, iluminando de manera intermitente el camino que llevaba al corazón del territorio de la manada Luna Oscura. La joven protagonista, Aria, caminaba con paso firme, sus ojos brillantes y expectantes, llenos de la energía de quien está a punto de alcanzar un hito en su vida.

Aria era una figura esbelta y atlética, con una belleza salvaje que reflejaba su herencia de lobo. Su cabello largo y oscuro caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos, de un tono gris plateado, relucían como la luna misma. Había crecido en la manada Luna Oscura, una de las más respetadas y antiguas manadas de lobos, y desde pequeña había aprendido a honrar y respetar las tradiciones. Sabía que en esta noche especial, la luna marcaría su destino, revelándole a su mate, la pareja con la que compartiría un vínculo sagrado, un lazo inquebrantable que solo la muerte podía romper.

La ceremonia se celebraba en el claro del bosque, un lugar donde generaciones anteriores habían encontrado a sus mates, sellando con ello el destino de la manada. Al llegar, Aria notó que los lobos de Luna Oscura ya se habían reunido en un semicírculo, rodeando el centro donde el alfa, Kael, esperaba con una presencia imponente y sombría.

Kael era un hombre de porte intimidante, con una musculatura definida que hablaba de fuerza y control. Su cabello, oscuro como la noche, caía en desorden alrededor de su rostro, y sus ojos, de un ámbar penetrante, parecían observarlo todo con un desdén contenido. Kael era el alfa de la manada Luna Oscura desde hacía dos años, y aunque su liderazgo había sido firme, también era conocido por su carácter frío y distante. No era un alfa que demostrara ternura o compasión; para él, el poder y el control absoluto eran las únicas herramientas necesarias para gobernar. Sin embargo, esa noche, Aria tenía la esperanza de que la tradición del mate pudiera romper su fría fachada, revelando un vínculo que ella creía especial y sagrado.

A pesar de su confianza, Aria sintió un nudo en el estómago cuando los ojos de Kael se encontraron con los suyos. Había algo en su mirada que parecía distante, como si estuviera ahí solo por cumplir con un ritual, sin el fervor y la esperanza que ella sentía en su interior. Aun así, su corazón se aceleró, y un rubor leve cubrió sus mejillas mientras se mantenía erguida, esperando que el destino entrelazara sus vidas.

El silencio en el claro se rompió cuando Kael dio un paso adelante, su voz profunda resonando entre los árboles.

Kael: “Hoy, la luna decidirá el futuro de nuestra manada. Cada uno de nosotros encontrará el camino que el destino ha marcado. La tradición es sagrada, y el vínculo de mate es algo que no se toma a la ligera.”

A medida que sus palabras llenaban el espacio, Aria notó una frialdad en su tono, como si sus palabras fueran calculadas y distantes. Se dio cuenta de que había otra figura cerca de Kael: Lyra, una loba hermosa de cabello rubio y ojos azules, conocida por su habilidad para manipular y por su ambición. Era una loba con una belleza afilada, y su relación con Kael siempre había sido un tema de susurros y rumores en la manada. Aunque nunca se había confirmado oficialmente, muchos creían que Lyra y Kael compartían algo más que una relación profesional. Aun así, Aria se había aferrado a la esperanza de que el destino la uniría a Kael de una manera que nadie más podría.

Cuando la ceremonia comenzó, Aria sintió que algo mágico se activaba en su interior, un latido que respondía a la energía de la luna y a la presencia de Kael. Todo en su ser le decía que él era su mate. Pero justo cuando el vínculo parecía estar a punto de formarse, Kael levantó la mano, interrumpiendo el proceso. Los murmullos se extendieron entre la manada, y Aria sintió cómo el aire se volvía pesado y denso.

Kael: (con frialdad) “Aria, aunque el destino parece habernos unido, no puedo aceptar este vínculo. Yo elijo a alguien más.”

Las palabras de Kael cayeron sobre Aria como una tormenta de hielo. Su mente se quedó en blanco, y el dolor que sintió en su pecho fue tan intenso que apenas pudo contener un grito. El vínculo que había comenzado a formarse entre ellos se rompió en un instante, dejando una herida abierta en su alma.

Aria: (con voz temblorosa) “¿Por qué…? ¿Por qué rechazar lo que la luna ha marcado para nosotros?”

Kael la miró sin rastro de compasión, como si su sufrimiento no significara nada para él.

Kael: “Porque tengo una elección, y he elegido a Lyra. Ella es quien compartirá mi vida y mi liderazgo en la manada. No me importa lo que el destino haya marcado; yo elijo lo que es mejor para mí.”

Aria sintió cómo las lágrimas comenzaban a quemar sus ojos, pero se mantuvo firme, sin permitir que su orgullo se derrumbara. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Lyra dio un paso adelante, con una sonrisa cruel en su rostro.

Lyra: (en tono burlón) “Pobre Aria, tan ingenua. Deberías haber sabido que Kael necesita a alguien fuerte a su lado, no a una niña débil e ilusa.”

Las palabras de Lyra perforaron a Aria como un cuchillo, y la humillación la envolvió. No solo había sido rechazada, sino que ahora era el objeto de burla de la loba que ocupaba su lugar. Con el vínculo roto, Aria sentía un vacío en su pecho, un dolor que no podía explicar y que amenazaba con consumirla.

En ese momento, supo que no podía quedarse en la manada Luna Oscura. La traición de Kael y las burlas de Lyra eran algo que jamás podría soportar. Con el corazón destrozado y el orgullo herido, tomó una decisión: abandonaría la manada, dejando atrás el pasado y las promesas rotas. Necesitaba huir, alejarse de quienes la habían despreciado y encontrar su propio camino, aunque ello significara adentrarse en territorios desconocidos y peligrosos.

Sin mirar atrás, Aria giró sobre sus talones y se adentró en el bosque, con la promesa de no volver jamás. La luna iluminaba su camino, como si fuera la única testigo de su sufrimiento, y cada paso que daba alejándose de la manada era una declaración de su libertad. No sabía qué le depararía el destino, pero estaba dispuesta a enfrentarlo. Sabía que este era solo el comienzo de su viaje, y que debía encontrar la fuerza para renacer de las cenizas de su pasado.

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