Capítulo 5: Un Lazo Inquebrantable
El tiempo comenzó a pasar en Cuarto Creciente, y cada día Aria se adentraba más en la rutina de la manada. Su entrenamiento con Freya era agotador, pero se negaba a ceder ante el cansancio. Sabía que cada lección, cada golpe y cada caída eran una oportunidad para fortalecerse, para demostrar que era digna de pertenecer a este lugar. Sin embargo, su relación con Raiden, aunque nunca discutida abiertamente, estaba llena de una tensión latente que crecía con cada encuentro. Cada vez que Raiden y Aria se encontraban en el claro, sus lobos interiores respondían con una ferocidad que los dejaba sin aliento. Raiden se esforzaba por mantener el control, pero su lobo se rebelaba cada vez más, queriendo acercarse a ella, protegerla y marcarla como suya. Aun cuando sabía que no debía permitir que sus instintos se apoderaran de él, sentía que algo en Aria lo llamaba de una manera que no podía ignorar. Una tarde, durante el entrenamiento, Freya los reunió a todos para una prueba de resistencia y estrategia. Era una de las pruebas más exigentes de Cuarto Creciente y una tradición que demostraba quiénes eran los miembros más fuertes y leales de la manada. Aria, aunque era nueva, decidió participar, ansiosa por demostrar su valía. La prueba consistía en una carrera a través del bosque, con obstáculos y desafíos que requerían tanto fuerza física como agilidad mental. Los miembros de la manada observaban expectantes, y Aria sintió sus miradas sobre ella, juzgándola, evaluando si realmente merecía un lugar entre ellos. Al dar la señal de inicio, Aria se lanzó hacia adelante, sus sentidos agudizados mientras sorteaba los obstáculos. Podía sentir su lobo interior empujándola, animándola a ir más rápido, a no rendirse. Aunque su cuerpo estaba exhausto, su lobo le infundía una energía que la impulsaba a continuar. Desde la distancia, Raiden la observaba. Su mirada seguía cada uno de sus movimientos, y una parte de él sentía orgullo al verla enfrentarse al desafío con tal determinación. Pero su lobo interior no estaba satisfecho solo con observar; deseaba estar junto a ella, ser parte de cada logro y de cada lucha. Lobo de Raiden: “Ella es nuestra igual, Raiden. Mira cómo se enfrenta al desafío. Es fuerte, digna… perfecta.” Raiden inhaló profundamente, tratando de controlar el impulso de su lobo. No podía permitirse distraerse, pero las palabras de su lobo resonaban en su interior, cada vez más difíciles de ignorar. Raiden: “No es el momento. Ella aún tiene que demostrar su valía.” Lobo de Raiden: “Ya lo ha demostrado. Siente su esencia. Es nuestra. No puedes negarlo.” Raiden sabía que no podía seguir negando la atracción que sentía, y en ese momento, una nueva comprensión se abrió paso en su mente: su lobo la había elegido, y esa conexión era algo que no podía deshacer, incluso si lo intentaba. Pero, en su mente, Raiden aún se debatía entre sus deberes como alfa y su deseo por Aria. Por su parte, Aria se encontraba en la última etapa de la carrera, jadeando, su cuerpo cubierto de sudor y tierra. Su loba interior la empujaba a continuar, susurrándole palabras de ánimo en su mente, mientras sentía el peso de la competencia y la necesidad de demostrar que pertenecía a Cuarto Creciente. Loba de Aria: “No te rindas, Aria. Él nos está observando. Este es nuestro momento.” Aria sabía que su loba tenía razón. Había algo en la manera en que Raiden la miraba, algo que le transmitía fuerza y determinación. En su pecho, sentía una calidez que solo se intensificaba cuando sus miradas se cruzaban, como si él le estuviera enviando una parte de su energía, una promesa de que no estaba sola en este viaje. Con una última explosión de energía, Aria cruzó la línea de meta. Su respiración era pesada, y sus piernas temblaban por el esfuerzo, pero había llegado al final, demostrando que era capaz de enfrentarse a cualquier desafío que Cuarto Creciente le lanzara. Los demás miembros de la manada la observaban con respeto, y Freya asintió en reconocimiento, satisfecha con su desempeño. Raiden se acercó a ella, sus ojos llenos de orgullo y admiración. En ese momento, no pudo contenerse más. Sin decir una palabra, tomó su rostro entre sus manos y la miró fijamente, permitiendo que sus emociones fluyeran sin restricciones. Raiden: “Has demostrado que eres digna de este lugar, Aria. Y más que eso… eres digna de estar a mi lado.” Aria sintió cómo su corazón latía con fuerza bajo su pecho, y su loba interior celebraba esas palabras, como si el lazo entre ellos se fortaleciera con cada instante. Sabía que este era un momento crucial, un paso hacia algo más profundo que solo una simple atracción. Loba de Aria: “Acepta su vínculo. Somos suyas, y él es nuestro.” A pesar de los miedos y las dudas, Aria sintió que esa conexión era inevitable. Su lobo interior no solo respondía a Raiden; lo aceptaba, lo reconocía como su par, como alguien que la entendía en lo más profundo de su ser. Finalmente, Aria tomó una decisión. Se acercó a Raiden, apoyando su frente contra la suya, permitiendo que sus esencias se entrelazaran. En ese momento, el mundo a su alrededor desapareció, y solo quedaron ellos dos, conectados en un vínculo que trascendía lo físico, algo más poderoso y antiguo. Aria: (en un susurro) “Yo… también te elijo, Raiden. No sé qué significa esto, pero no puedo seguir ignorando lo que siento.” Raiden sonrió, satisfecho, mientras su lobo interior rugía en aprobación. Sabía que ese era solo el comienzo de algo mucho más grande, un lazo inquebrantable que los uniría en cuerpo y alma. Raiden: “Entonces, estaremos juntos. Nos fortaleceremos mutuamente, y Cuarto Creciente será nuestro hogar… juntos.” Con esas palabras, sellaron un pacto silencioso, un compromiso que iba más allá de lo verbal. En ese momento, sus lobos interiores se entrelazaron, y Aria sintió cómo la energía de Raiden fluía dentro de ella, dándole una fortaleza y una paz que nunca había sentido antes. Esa noche, mientras observaban la luna llena desde el claro, ambos sabían que habían encontrado en el otro algo que los completaba, un vínculo que los haría invencibles. La manada Cuarto Creciente tenía ahora una pareja poderosa, y el destino de Aria y Raiden estaba unido en un lazo que nada ni nadie podría romper.Capítulo 6: La Marca del AlfaEl vínculo entre Aria y Raiden se fortalecía con cada día que pasaba. La manada Cuarto Creciente, aunque inicialmente desconfiada, comenzó a aceptar la presencia de Aria, viéndola como alguien digna del respeto de su alfa. El aura de poder que ambos irradiaban era innegable, y sus lobos interiores parecían sincronizados de una manera que desafiaba las leyes naturales de la manada.Una noche, mientras la luna se alzaba en el cielo, Raiden convocó a Aria al claro principal de la manada. El aire estaba cargado de expectación, y su lobo interior vibraba con una energía que hacía que su piel hormigueara. No sabía qué esperar, pero sentía que aquella noche algo importante estaba a punto de suceder.Cuando llegó al claro, encontró a Raiden esperándola bajo la luz de la luna. Su figura imponente y sus ojos rojos la observaban con una intensidad que la dejaba sin aliento. Aria sintió cómo su lobo interior se agitaba, como si supiera que esa noche sería decisiva.R
Capítulo 7: La Llama de la ConexiónLa marca de Raiden brillaba en el cuello de Aria, un símbolo de su vínculo, la promesa de lealtad y de una unión más profunda que cualquier alianza que hubiese conocido. Aquella noche, bajo la luz intensa de la luna llena, sentía la conexión entre ellos con una intensidad casi palpable, como si la propia naturaleza se hubiera alineado para llevarlos a ese momento.Raiden la miraba en silencio, pero en sus ojos había una devoción que Aria no podía ignorar. Su figura alta y poderosa irradiaba una seguridad que le daba paz, pero esa noche, su mirada reflejaba también algo más, una mezcla de admiración y deseo que la dejaba sin aliento. En todo ese tiempo en Cuarto Creciente, nunca lo había visto así, tan humano, tan vulnerable.Raiden avanzó hacia ella, cada paso cuidadoso, con una suavidad que contrastaba con su usual seguridad de alfa. Cuando llegó a su lado, levantó una mano, rozando su mejilla con una ternura que hizo que Aria cerrara los ojos, dis
Capítulo 8: Retorno a la RealidadA la mañana siguiente, el primer rayo de sol se filtraba a través de las copas de los árboles, iluminando el claro donde Aria y Raiden aún se encontraban. La brisa fresca del amanecer acarició el rostro de Aria, despertándola de un sueño que parecía haber durado solo un instante. Raiden estaba a su lado, con una expresión de tranquilidad que pocas veces había visto en él. En ese momento, lejos de la intensidad de sus responsabilidades, él parecía simplemente Raiden, su compañero, su igual.Aria observó el cielo que se teñía de un suave tono anaranjado mientras los recuerdos de la noche anterior regresaban a su mente. Sentía todavía el eco de sus caricias, el peso de sus promesas, y esa conexión que los había envuelto bajo la luz de la luna. Fue una noche en la que las palabras sobraban y en la que cada gesto había hablado por ellos.Raiden despertó con la sensación de que algo dentro de él había cambiado. No era solo el lazo que ahora compartía con Ar
Capítulo 9: El Desafío de la ManadaLos días pasaron, y aunque la conexión entre Aria y Raiden era evidente para todos en Cuarto Creciente, la aceptación completa de la manada aún era algo que Aria debía ganarse. Sabía que muchos lobos veían en ella a una forastera que había llegado de repente, obteniendo la cercanía del alfa sin haber pasado por las pruebas que otros enfrentaban. Aunque algunos como Freya la respetaban, otros miembros no ocultaban sus miradas de desconfianza.Una mañana, mientras Aria estaba en el borde del campamento, revisando las defensas junto a otros miembros de la manada, un grupo de lobos se acercó. Entre ellos estaba Kael, un lobo joven pero fuerte y ambicioso, conocido por su liderazgo en el grupo de exploradores. Había estado observando a Aria desde su llegada, pero hasta ahora no había tenido ningún enfrentamiento directo con ella. Sin embargo, ese día, su mirada reflejaba un desafío evidente.Kael: “Aria, veo que te estás integrando bien, pero algunos de
Capítulo 10: La Promesa de la LunaLos días en Cuarto Creciente transcurrieron con un renovado sentido de respeto y aceptación hacia Aria. El duelo con Kael había sido decisivo, y su valentía y fuerza le habían ganado el respeto de la manada. Sin embargo, en el corazón de Aria, un lazo aún más profundo estaba creciendo: su relación con Raiden. A medida que sus responsabilidades los unían cada vez más, también sentían la necesidad de consolidar su vínculo en una promesa que fuera tan fuerte como su conexión.Una noche, mientras la luna llena iluminaba el campamento, Raiden la llevó a un claro en el bosque, el mismo lugar donde habían compartido sus primeras confesiones. Aria sentía la anticipación en el ambiente, notando cómo Raiden la observaba con una mirada más profunda y cargada de emoción. Él no había mencionado nada sobre la razón de aquel paseo nocturno, pero en su pecho, Aria intuía que esa noche sería diferente.Raiden se detuvo en el centro del claro y tomó sus manos, mirándo
Capítulo 11: El Alfa que No Pudo Olvidar De vuelta en Cuarto Creciente, Aria intentaba retomar su vida junto a Raiden, su alfa y compañero. Habían enfrentado su pasado juntos, y aunque creía que todo había quedado atrás, en el fondo de su ser, sabía que el encuentro con Kael había dejado algo sin resolver. Su expresión, su tono, la forma en que la había mirado… Había algo en él que no había esperado ver. Una semana después, mientras supervisaban los límites del territorio, Raiden y Aria recibieron un aviso urgente: Kael, el alfa de Luna Oscura, estaba de regreso y solicitaba una audiencia directa con ellos. El mensaje llegó de manera inesperada, y Raiden, aunque molesto, notó que Aria se veía tranquila, decidida a enfrentarlo. Raiden: “¿Estás segura de que quieres hacer esto? Sabes que lo enfrentaré yo solo si prefieres no verlo.” Aria le sonrió con ternura, sintiendo la protección en sus palabras, pero también sabiendo que tenía que hacerlo. Ahora era la Luna de Cuarto Creciente,
Capítulo 12: Sombra de Venganza La paz en Cuarto Creciente duró poco tiempo después de la partida de Kael. A pesar de que Aria y Raiden creían que el capítulo con Luna Oscura estaba cerrado, algo en el ambiente comenzó a cambiar. La presencia de lobos extraños fue reportada en los límites del territorio, y algunos de los exploradores aseguraban haber detectado señales de intrusos moviéndose en la oscuridad. Raiden, consciente de los peligros que esto representaba, aumentó la vigilancia y mantuvo a la manada alerta. Sabía que cualquier amenaza debía ser tratada con seriedad. Una noche, mientras Raiden y Aria conversaban en su cabaña, un mensajero irrumpió, pidiendo ver a Raiden con urgencia. Era uno de los exploradores, con el rostro pálido y la respiración agitada. Explorador: “Alfa, hemos encontrado huellas en el límite sur del territorio. Parece que son de Luna Oscura… y están cada vez más cerca.” Raiden frunció el ceño, y en su interior, una furia contenida comenzó a hervir. Sa
Capítulo 14: La Estrategia de Luna Oscura En el corazón de Luna Oscura, Kael se encontraba reunido con sus guerreros más leales. Su mirada era sombría, y la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. La derrota de Kalen y el fracaso de su plan para derrocar a Raiden lo habían dejado con una mezcla de furia y frustración. Había pensado que Cuarto Creciente sería fácil de dividir desde dentro, que el veneno y la traición serían suficientes para quebrar la estabilidad de la manada de Raiden. Pero no había contado con la fuerza inesperada de Aria y su conexión con Raiden, la cual había demostrado ser un lazo inquebrantable. Kael, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. Su obsesión por Aria había crecido hasta convertirse en una sombra que lo perseguía día y noche. A sus ojos, ella era la única loba que debería estar a su lado, la única que sería digna de convertirse en la Luna de Luna Oscura. Su error al rechazarla en el pasado solo alimentaba su determinación de recuperar