El aire ardía con energía,la tierra vibraba bajo sus pies, y la luna brillaba con un fulgor carmesíque hacía que toda la batalla se detuviera.Los guerreros de ambas manadas habían dejado de pelear, sus miradas fijas en Laila y Kael, quienes se enfrentaban en el centro del campo de batalla.Los ojos de Laila resplandecían con un tono rojizo,su cuerpo irradiaba poder puro, y la marca en su piel palpitaba como un fuego vivo.Kael gruñó, sintiendo el cambio en la energía a su alrededor.Por primera vez…él dudó.La Primera EmbestidaKael fue el primero en moverse.Rápido, letal, como un lobo cazando a su presa.Sus garras destellaron bajo la luna, buscando desgarrar la piel de Laila.Pero ella desapareció.Se movió más rápido de lo que Kael pudo reaccionar.Un segundo estaba frente a él. Al siguiente,estaba a su espalda.Y antes de que pudiera girarse, Laila atacó.Con una ráfaga de velocidad, su garra se hundió en el costado de Kael, enviándolo rodando varios metros.La multitud cont
El cuerpo de Kael yacía inerte sobre la tierra ensangrentada, su reinado de terror había terminado.Pero la batalla no había terminado del todo.Porque en los brazos de Laila, Amir agonizaba, el veneno de la daga llevándolo al borde de la muerte.Y el miedo más profundo comenzó a crecer en su pecho.No podía perderlo.No ahora.No después de todo.Laila sostuvo a Amir con fuerza, su respiración entrecortada mientras observaba su rostro pálido y la sangre empapando su camisa.Su hermano de crianza, su mejor amigo…se estaba muriendo.Laila:”¡Aguanta, Amir! ¡No te atrevas a rendirte!”Amir tosió sangre, sus ojos parpadeando débilmente.Amir:“Laila…”El veneno avanzaba rápido.Desde la colina, Aria corrió hacia ellos, su rostro marcado por el pánico.Aria:”¡Tráiganlo al campamento, rápido!”Thane y Dariusayudaron a levantarlo, pero Amir apenas podía mantenerse consciente.Derek frunció el ceño.Derek:“Ese veneno… lo he visto antes. Es una sustancia prohibida, usada por manadas traid
El aire en Cuarto Creciente se volvió más pesado tras las palabras del extraño mensajero.“El verdadero enemigo ha despertado… y viene por ti.”Laila sintió un escalofrío recorrer su columna, mientras la silueta del lobo negro se mantenía firme al borde del campamento.Todos lo observaban en silencio.Nadie se atrevía a hablar.Raiden fue el primero en romper la calma.Raiden:”¿Quién eres y de qué enemigo hablas?”El mensajero dio un paso adelante, su pelaje negro como la noche, sus ojos brillaban con un plateado sobrenatural.Mensajero Oscuro:“Soy Varian. Vengo del norte… del reino de la manada prohibida.”Un murmullo se extendió entre los guerreros.La manada prohibida.Una leyenda, un mito que nadie creía real.Laila frunció el ceño.Laila:“Eso no responde a mi pregunta. ¿Qué amenaza es esta?”Varian la observó por un largo instante antes de hablar.Varian:“Kael no era más que una pieza de un juego mayor.Él creía que podía gobernar… pero solo era un peón.El verdadero peligro
La luna llena brillaba con un resplandor carmesí,iluminando el campo de batalla donde la historia de los lobos estaba a punto de cambiar para siempre.Frente a Laila, Nero, el primer Alfa de la Luna Roja,se erguía con una presencia que parecía distorsionar la realidad misma.Su pelaje negro como la sombra, sus ojos brillaban como dos lunas plateadas, y su voz resonó como un eco profundo en la mente de todos los presentes.Nero avanzó con calma, su voz como un trueno en la noche.Nero:“No quiero destruirte, Laila…Tú eres la última heredera de nuestra sangre.Únete a mí, y traeremos el renacer de la Luna Roja.Juntos gobernaremos sobre todas las manadas.”El silencio cayó sobre Cuarto Creciente.Raiden, Aria, Amir y los guerreros miraban a Laila, esperando su respuesta.Laila endureció la mirada.Su corazón latía con fuerza, pero no de miedo…sino de determinación.Laila:“No eres mi destino, Nero.Tú representas un pasado que debería haber quedado enterrado.No me uniré a ti.”Nero
El tiempo había pasado como un río inquebrantable, llevándose consigo las sombras del pasado y dejando en su lugar una nueva era.Bajo el resplandor de la luna, el territorio de Cuarto Creciente y la Luna Oscura se había convertido en un hogar próspero, fuerte y unido.Por primera vez en la historia, dos manadas coexistían en armonía, lideradas por la misma sangre, el mismo vínculo, el mismo amor.Un Nuevo AmanecerDesde la cima de la colina más alta, una figura observaba el horizonte, donde el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos dorados.Laila.Ya no era la misma joven que alguna vez había huido de su propio destino.Ahora era una líder, una madre, la Luna que renació de la oscuridad para guiar a su gente.A su lado,Amir, con su presencia firme y serena,colocó una mano en su cintura, atrayéndola suavemente hacia él.Amir (sonriendo):“Nunca te cansas de mirar el amanecer, ¿verdad?”Laila apoyó la cabeza en su pecho.Laila:“Es un recordatorio de que siempre hay un nuevo comienzo
El bosque parecía respirar con vida propia bajo el manto de la noche. La luz plateada de la luna llena apenas lograba abrirse paso entre los árboles, dejando sombras alargadas que danzaban al ritmo del viento. Aria avanzaba con determinación por el sendero que conducía al corazón del territorio de la manada Luna Oscura, su respiración profunda acompañando el eco de sus pasos sobre la tierra húmeda. Todo en ella reflejaba su herencia salvaje: su cabello oscuro caía como una cascada de sombras sobre sus hombros, y sus ojos, de un gris brillante, parecían contener fragmentos de la luna. Esa noche no era como cualquier otra. Era la noche en que el destino, bajo el influjo de la luna, marcaría un camino que jamás podría desandar. El claro del bosque, un lugar sagrado donde generaciones habían encontrado a sus mates, ya estaba lleno. Los lobos formaban un semicírculo alrededor del centro, donde el alfa, Kael, esperaba como una sombra imponente. Aria sintió cómo su corazón palpitaba con fue
Capítulo 2: El Camino de la Huida Aria corría a través del bosque, sus pasos resonando en la quietud de la noche. Los árboles pasaban como sombras a su alrededor mientras la adrenalina y el dolor la impulsaban a seguir adelante. Cada latido de su corazón era un recordatorio del vínculo roto, una herida invisible que pulsaba dentro de su pecho y que parecía imposible de sanar. La humillación de haber sido rechazada públicamente por Kael y las crueles palabras de Lyra la llenaban de rabia y desesperación, y esa mezcla de emociones la llevaba a correr cada vez más lejos, sin detenerse a mirar atrás. La luna llena brillaba sobre su cabeza, como si observara en silencio su dolorosa huida. En su mente, Aria repetía las palabras que Kael había pronunciado: él había elegido a alguien más, alguien que consideraba fuerte y digno de estar a su lado. Pero Aria sabía que eso no era fuerza; lo que Kael había mostrado esa noche era frialdad y desprecio, una falta de honor hacia la tradición de la
Capítulo 3: Territorio de Cuarto Creciente Aria caminaba en silencio detrás de Raiden, observando cada paso que daba en el terreno desconocido. Su cuerpo estaba cansado, sus músculos adoloridos después de una noche de huida, y el peso emocional de la traición aún la perseguía. Aun así, sentía una chispa de esperanza, una pequeña luz que se encendía en su interior. Había dejado atrás su antigua vida en la manada Luna Oscura y, aunque el destino que le aguardaba en el territorio de Cuarto Creciente era incierto, cualquier cosa parecía mejor que regresar a los brazos de quienes la habían rechazado. Mientras avanzaban, Aria aprovechaba para estudiar a Raiden. Él caminaba con una confianza tranquila, sus hombros relajados pero alerta, como si cada fibra de su ser estuviera siempre lista para atacar o defender. Raiden no era un lobo cualquiera. Su presencia imponía respeto, y aunque su reputación lo precedía, Aria no podía evitar sentir una atracción inexplicable hacia él. Había algo en s