Capítulo 4: Ecos de Instinto
El tercer día de Aria en la manada Cuarto Creciente llegó con un aire tenso y una sensación de ansiedad que ella no lograba sacudirse. Aunque su cuerpo aún estaba adolorido por el entrenamiento bajo la supervisión de Freya, Aria sentía una energía renovada, como si algo en su interior estuviera despertando. Caminaba entre las cabañas, sintiendo cómo las miradas de los demás lobos se posaban sobre ella, y aunque algunas eran de desconfianza, otras comenzaban a mostrar un leve respeto. Mientras tanto, Raiden observaba desde la distancia. Había notado algo inusual en los días previos, algo que le atraía de Aria de una manera que no podía comprender del todo. Su lobo interior, siempre feroz y controlado, se revolvía cada vez que ella estaba cerca, como si estuviera ansioso por acercarse más. Había conocido a muchas lobas antes, pero ninguna había provocado en él esta mezcla de curiosidad e intensidad que sentía cada vez que Aria aparecía en su campo de visión. Desde el borde del claro, Raiden inhaló profundamente, captando el aroma de Aria. Su olor era suave y floral, como el de los primeros brotes en primavera mezclado con un toque de tierra mojada después de la lluvia. Era un aroma que evocaba algo primitivo en él, algo que no podía ignorar. El lobo dentro de él se agitaba, gruñendo bajo su piel, y por un momento, Raiden cerró los ojos, permitiéndose conectar con su lado más instintivo. Lobo de Raiden: “Ella es diferente… ¿No sientes cómo nos llama, cómo su esencia despierta algo en nosotros?” Raiden contuvo la respiración, intentando mantener el control. Su lobo interior era parte de él, una voz profunda y salvaje que solo emergía cuando su instinto primitivo se activaba. Sabía que escuchar esa voz podía ser peligroso, pero en este caso, sentía que su lobo tenía razón. Raiden: “Es solo una loba más, y apenas hace unos días que está aquí. No deberías dejar que un simple olor te distraiga de lo que importa.” Sin embargo, su lobo no se dejó convencer tan fácilmente. Raiden podía sentir su presencia dentro de él, como un fuego latente que se negaba a apagarse. Lobo de Raiden: “No lo puedes negar. Su olor… su esencia, es única. La loba dentro de ella responde a nosotros, lo sé. ¿No la sientes, como si estuviera llamándonos?” Raiden gruñó en voz baja, frustrado consigo mismo y con la intensidad de sus propios deseos. Él era el alfa de Cuarto Creciente, y su prioridad era mantener el control de su manada, no dejarse llevar por impulsos que ni siquiera comprendía del todo. Pero, a pesar de sus esfuerzos por ignorar la atracción, el aroma de Aria seguía colándose en sus pensamientos, nublando su juicio. Mientras tanto, Aria también experimentaba sus propios conflictos internos. Sabía que la presencia de Raiden no era solo intimidante, sino también cautivadora. Aunque había llegado a Cuarto Creciente buscando refugio, no podía negar la fuerza con la que su lobo interior respondía cada vez que él estaba cerca. Era una sensación de atracción profunda, algo que iba más allá de la simple admiración o curiosidad. Esa tarde, durante un descanso del entrenamiento, Aria se alejó del campamento para tomar un respiro y calmar la agitación que sentía en su interior. Caminaba entre los árboles, tratando de ordenar sus pensamientos, cuando su loba interior comenzó a hablarle. Loba de Aria: “¿Lo sientes, Aria? Él está cerca… su esencia nos llama.” Aria suspiró, sintiendo cómo su loba interior se agitaba en su pecho, como si quisiera tomar el control. No podía negar que había algo en Raiden que la atraía, algo que iba más allá de lo que podía explicar. La loba dentro de ella era instintiva, conectada con su esencia más profunda, y aunque Aria intentaba resistirse, sentía que esa atracción era como un hilo invisible que la unía al alfa. Aria: “¿Por qué te comportas así? Sabes que esto no tiene sentido. Él es el alfa, y yo solo soy una forastera que ha buscado refugio aquí.” Loba de Aria: “No es solo un alfa cualquiera. Hay algo en él que nos llama… un vínculo que, aunque no lo comprendas, es real. No puedes ignorarlo.” Aria cerró los ojos, permitiéndose sentir lo que su loba le decía. El aroma de Raiden aún flotaba en el aire, como si lo rodeara todo, y su loba se deleitaba en él, absorbiendo cada matiz con una intensidad casi abrumadora. No sabía por qué su lobo interno reaccionaba de esa forma, pero había algo en Raiden que despertaba su naturaleza más salvaje, su instinto de loba. En ese momento, sintió una presencia a su espalda y, al girarse, se encontró con Raiden, quien la observaba en silencio. Sus ojos, de un rojo profundo, brillaban con una intensidad que la dejó sin aliento. No había palabras entre ellos, solo el eco de sus respiraciones y el intercambio de miradas que parecía ir más allá de lo físico, como si sus almas estuvieran conectadas de alguna manera inexplicable. Raiden dio un paso hacia ella, y Aria sintió cómo el aire se volvía más denso, cargado de algo que ni siquiera sus lobos podían comprender del todo. La distancia entre ellos era mínima, y el aroma de Aria envolvía a Raiden de una manera embriagadora. Su lobo interior gruñó, satisfecho, como si estuviera deleitándose con la esencia de la loba frente a él. Raiden: “¿Por qué viniste aquí, Aria? ¿Por qué elegiste Cuarto Creciente para empezar de nuevo?” Aria sostuvo su mirada, con una mezcla de desafío y vulnerabilidad en sus ojos. Aria: “Porque aquí encontré una oportunidad, y un alfa dispuesto a darme esa oportunidad.” Raiden sintió cómo esas palabras resonaban en su interior, como si el vínculo entre ellos se fortaleciera con cada segundo. Su lobo rugía, deseando acercarse aún más, deseando sentirla completamente. No entendía la razón de esa atracción tan intensa, pero estaba dispuesto a explorarla, a dejarse llevar por el instinto que ambos parecían compartir. Raiden: “Aquí, todos deben demostrar su fuerza. Pero tú… tú tienes algo más que fuerza, Aria. Hay una oscuridad en ti, una que te hace digna de este lugar. Pero ten cuidado. Cuarto Creciente no es amable con aquellos que muestran debilidad.” Aria sintió cómo la advertencia de Raiden era tanto una amenaza como una promesa. Sabía que el territorio de Cuarto Creciente era peligroso, y que él era alguien que no dudaba en eliminar a aquellos que no cumplían con sus expectativas. Pero, aun así, algo en su interior la empujaba a enfrentarlo, a no retroceder. Loba de Aria: “No temas, Aria. Él es como nosotros, marcado por la oscuridad, pero también por la fuerza. No podemos ignorar este llamado.” Antes de que pudiera responder, Raiden extendió una mano hacia ella, rozando suavemente su mejilla. El contacto envió una descarga de energía a través de su piel, y Aria sintió cómo su corazón se aceleraba. En ese momento, sus lobos interiores parecían hablar un idioma propio, conectándose en un plano más profundo que las palabras o las miradas. Raiden: “Eres una loba fuerte, Aria. No dejes que el dolor de tu pasado te consuma. Aquí, tienes la oportunidad de renacer.” Ella asintió, sin apartarse del contacto de su mano, dejando que sus instintos hablaran por ella. Sabía que, aunque el camino por delante sería duro, estaba lista para enfrentar cualquier desafío, y que junto a Raiden, podría descubrir una parte de sí misma que hasta ahora había estado oculta. Aquel encuentro, bajo la luz tenue del bosque y envueltos en el olor de sus esencias entrelazadas, fue el primer paso hacia algo que ni Aria ni Raiden podían comprender por completo.Capítulo 5: Un Lazo InquebrantableEl tiempo comenzó a pasar en Cuarto Creciente, y cada día Aria se adentraba más en la rutina de la manada. Su entrenamiento con Freya era agotador, pero se negaba a ceder ante el cansancio. Sabía que cada lección, cada golpe y cada caída eran una oportunidad para fortalecerse, para demostrar que era digna de pertenecer a este lugar. Sin embargo, su relación con Raiden, aunque nunca discutida abiertamente, estaba llena de una tensión latente que crecía con cada encuentro.Cada vez que Raiden y Aria se encontraban en el claro, sus lobos interiores respondían con una ferocidad que los dejaba sin aliento. Raiden se esforzaba por mantener el control, pero su lobo se rebelaba cada vez más, queriendo acercarse a ella, protegerla y marcarla como suya. Aun cuando sabía que no debía permitir que sus instintos se apoderaran de él, sentía que algo en Aria lo llamaba de una manera que no podía ignorar.Una tarde, durante el entrenamiento, Freya los reunió a todos
Capítulo 6: La Marca del AlfaEl vínculo entre Aria y Raiden se fortalecía con cada día que pasaba. La manada Cuarto Creciente, aunque inicialmente desconfiada, comenzó a aceptar la presencia de Aria, viéndola como alguien digna del respeto de su alfa. El aura de poder que ambos irradiaban era innegable, y sus lobos interiores parecían sincronizados de una manera que desafiaba las leyes naturales de la manada.Una noche, mientras la luna se alzaba en el cielo, Raiden convocó a Aria al claro principal de la manada. El aire estaba cargado de expectación, y su lobo interior vibraba con una energía que hacía que su piel hormigueara. No sabía qué esperar, pero sentía que aquella noche algo importante estaba a punto de suceder.Cuando llegó al claro, encontró a Raiden esperándola bajo la luz de la luna. Su figura imponente y sus ojos rojos la observaban con una intensidad que la dejaba sin aliento. Aria sintió cómo su lobo interior se agitaba, como si supiera que esa noche sería decisiva.R
Capítulo 7: La Llama de la ConexiónLa marca de Raiden brillaba en el cuello de Aria, un símbolo de su vínculo, la promesa de lealtad y de una unión más profunda que cualquier alianza que hubiese conocido. Aquella noche, bajo la luz intensa de la luna llena, sentía la conexión entre ellos con una intensidad casi palpable, como si la propia naturaleza se hubiera alineado para llevarlos a ese momento.Raiden la miraba en silencio, pero en sus ojos había una devoción que Aria no podía ignorar. Su figura alta y poderosa irradiaba una seguridad que le daba paz, pero esa noche, su mirada reflejaba también algo más, una mezcla de admiración y deseo que la dejaba sin aliento. En todo ese tiempo en Cuarto Creciente, nunca lo había visto así, tan humano, tan vulnerable.Raiden avanzó hacia ella, cada paso cuidadoso, con una suavidad que contrastaba con su usual seguridad de alfa. Cuando llegó a su lado, levantó una mano, rozando su mejilla con una ternura que hizo que Aria cerrara los ojos, dis
Capítulo 8: Retorno a la RealidadA la mañana siguiente, el primer rayo de sol se filtraba a través de las copas de los árboles, iluminando el claro donde Aria y Raiden aún se encontraban. La brisa fresca del amanecer acarició el rostro de Aria, despertándola de un sueño que parecía haber durado solo un instante. Raiden estaba a su lado, con una expresión de tranquilidad que pocas veces había visto en él. En ese momento, lejos de la intensidad de sus responsabilidades, él parecía simplemente Raiden, su compañero, su igual.Aria observó el cielo que se teñía de un suave tono anaranjado mientras los recuerdos de la noche anterior regresaban a su mente. Sentía todavía el eco de sus caricias, el peso de sus promesas, y esa conexión que los había envuelto bajo la luz de la luna. Fue una noche en la que las palabras sobraban y en la que cada gesto había hablado por ellos.Raiden despertó con la sensación de que algo dentro de él había cambiado. No era solo el lazo que ahora compartía con Ar
Capítulo 9: El Desafío de la ManadaLos días pasaron, y aunque la conexión entre Aria y Raiden era evidente para todos en Cuarto Creciente, la aceptación completa de la manada aún era algo que Aria debía ganarse. Sabía que muchos lobos veían en ella a una forastera que había llegado de repente, obteniendo la cercanía del alfa sin haber pasado por las pruebas que otros enfrentaban. Aunque algunos como Freya la respetaban, otros miembros no ocultaban sus miradas de desconfianza.Una mañana, mientras Aria estaba en el borde del campamento, revisando las defensas junto a otros miembros de la manada, un grupo de lobos se acercó. Entre ellos estaba Kael, un lobo joven pero fuerte y ambicioso, conocido por su liderazgo en el grupo de exploradores. Había estado observando a Aria desde su llegada, pero hasta ahora no había tenido ningún enfrentamiento directo con ella. Sin embargo, ese día, su mirada reflejaba un desafío evidente.Kael: “Aria, veo que te estás integrando bien, pero algunos de
Capítulo 10: La Promesa de la LunaLos días en Cuarto Creciente transcurrieron con un renovado sentido de respeto y aceptación hacia Aria. El duelo con Kael había sido decisivo, y su valentía y fuerza le habían ganado el respeto de la manada. Sin embargo, en el corazón de Aria, un lazo aún más profundo estaba creciendo: su relación con Raiden. A medida que sus responsabilidades los unían cada vez más, también sentían la necesidad de consolidar su vínculo en una promesa que fuera tan fuerte como su conexión.Una noche, mientras la luna llena iluminaba el campamento, Raiden la llevó a un claro en el bosque, el mismo lugar donde habían compartido sus primeras confesiones. Aria sentía la anticipación en el ambiente, notando cómo Raiden la observaba con una mirada más profunda y cargada de emoción. Él no había mencionado nada sobre la razón de aquel paseo nocturno, pero en su pecho, Aria intuía que esa noche sería diferente.Raiden se detuvo en el centro del claro y tomó sus manos, mirándo
Capítulo 11: El Alfa que No Pudo Olvidar De vuelta en Cuarto Creciente, Aria intentaba retomar su vida junto a Raiden, su alfa y compañero. Habían enfrentado su pasado juntos, y aunque creía que todo había quedado atrás, en el fondo de su ser, sabía que el encuentro con Kael había dejado algo sin resolver. Su expresión, su tono, la forma en que la había mirado… Había algo en él que no había esperado ver. Una semana después, mientras supervisaban los límites del territorio, Raiden y Aria recibieron un aviso urgente: Kael, el alfa de Luna Oscura, estaba de regreso y solicitaba una audiencia directa con ellos. El mensaje llegó de manera inesperada, y Raiden, aunque molesto, notó que Aria se veía tranquila, decidida a enfrentarlo. Raiden: “¿Estás segura de que quieres hacer esto? Sabes que lo enfrentaré yo solo si prefieres no verlo.” Aria le sonrió con ternura, sintiendo la protección en sus palabras, pero también sabiendo que tenía que hacerlo. Ahora era la Luna de Cuarto Creciente,
Capítulo 12: Sombra de Venganza La paz en Cuarto Creciente duró poco tiempo después de la partida de Kael. A pesar de que Aria y Raiden creían que el capítulo con Luna Oscura estaba cerrado, algo en el ambiente comenzó a cambiar. La presencia de lobos extraños fue reportada en los límites del territorio, y algunos de los exploradores aseguraban haber detectado señales de intrusos moviéndose en la oscuridad. Raiden, consciente de los peligros que esto representaba, aumentó la vigilancia y mantuvo a la manada alerta. Sabía que cualquier amenaza debía ser tratada con seriedad. Una noche, mientras Raiden y Aria conversaban en su cabaña, un mensajero irrumpió, pidiendo ver a Raiden con urgencia. Era uno de los exploradores, con el rostro pálido y la respiración agitada. Explorador: “Alfa, hemos encontrado huellas en el límite sur del territorio. Parece que son de Luna Oscura… y están cada vez más cerca.” Raiden frunció el ceño, y en su interior, una furia contenida comenzó a hervir. Sa