Capítulo 83
¿Se había equivocado?

El David que recordaba siempre había sido bastante sereno y compuesto, elegante y educado en cualquier situación. ¿Cómo era posible que pareciera a punto de llorar?

—Julia, ¿cómo estás? Perdóname por llegar tarde. Ya le he dado una severa lección a esos dos desgraciados y pronto vendrá la policía a llevárselos.

Julia cerró los ojos y dijo con el corazón oprimido:

—Muchas gracias. De no ser por ti... No te preocupes, estoy bien.

David la colocó con suavidad en el asiento del copiloto y preguntó con preocupación:

—¿Seguro que no estás herida? Puedo llevarte al hospital para que te revisen.

Julia seguía temblando. Estaba segura de que su cuerpo no había sufrido daño, pero su corazón era otra historia.

Respiró profundo para mantener la calma.

—De verdad no es necesario. Solo llévame a casa. Estoy cansada y necesito descansar.

David le abrochó con cuidado el cinturón de seguridad. Sus ojos reflejaban preocupación cuando dijo con dulzura:

—Entonces descansa. Te avisaré
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