Capítulo 98
Julia sintió por primera vez el impulso de envenenar a alguien para callarlo. Santiago era bastante guapo, sí, pero esa boca suya era algo insoportable.

Cuando regresó con el botiquín, vio que ya se había puesto la chaqueta, aunque dejando a la vista sus orgullosos abdominales.

Julia se acercó haciendo mala cara y dijo de con desgano:

—Dame la mano.

Santiago extendió el brazo. La zona mordida ya estaba roja e hinchada. ¿Cómo este tipo había logrado no quejarse?

—En realidad te atreviste a morderme.

—Tú me sujetabas sin soltarme. Te di una oportunidad.

Mientras hablaba, Julia empapó un algodón con yodo para desinfectarle la herida. Santiago siseó de dolor.

—¿No puedes ser más suave? Aprietas demasiado, parece que te estás vengando.

Julia no pudo evitar provocarlo:

—Ahora sí te duele, ¿eh? Pero cuando te mordí no mostraste ninguna reacción.

Al notar cierta preocupación en su voz, Santiago sonrió y se acercó más. Julia retrocedió asustada. Tenía la sensación de que Santiago se había conve
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