No había cambiado en absoluto, seguía creyendo que podía asustarla con ese tipo de amenazas.Si hubiera tenido la delicadeza de hablarle con cariño, tal vez... pero no este era el caso.Santiago no tenía más opciones. Aunque sabía que no era lo correcto, primero quería que ella regresara y luego ya verían que hacer.Después de unos cuantos segundos de silencio, Julia respondió con tranquilidad:—Sabes desgraciado, haz lo que quieras. A partir de ahora no contestaré ninguna llamada de los Rivera, así que no pierdas el tiempo.Julia colgó enseguida, enfureciendo a Santiago que lanzó el celular por la ventana.—Mi teléfono...Karina extendió la mano en completo silencio, con el rostro arrugado de preocupación. ¡Era su celular! El temperamento del señor era demasiado explosivo, no era de extrañar que la señora se hubiera marchado sin decir nada.Santiago, recuperando la compostura, tosió impaciente:—No te afanes, mañana Tomás te traerá uno nuevo.Solo entonces Karina sonrió aliviada.—Gra
Julia siempre había pensado que Diego fue golpeado por ofender a la amada de Santiago.Ahora que sabía que no solo no existía una relación romántica entre ellos sino que incluso había una fuerte enemistad, cambió su enfoque para descubrir la verdad.Diego recordó con claridad lo sucedido y, con los ojos iluminados, dijo:—¡Acabo de recordar algo! Santiago iba caminando adelante, y fue el guardaespaldas que lo seguía quien me agredió.—¿Escuchaste si Santiago dio alguna orden o no? —Julia notó que algo no cuadraba en esta historia.Diego reflexionó e hizo mala cara:—Había bastante ruido en ese momento, así que no sé si dio alguna indicación. Lo que sí recuerdo muy bien es que ese guardaespaldas se giró y comenzó a golpearme enloquecido, cada puñetazo dirigido a mis puntos vitales.Diego recordaba aquello con rabia y frustración. Si no le hubieran golpeado tan brutalmente, no habría insistido tanto con el caso hasta ahora.Esto era algo extraño. La gente que rodeaba a Santiago seguro co
—¿Cuándo vas a regresar a casa?—¿Cuándo nos vamos a divorciar?La pregunta lanzada por Julia lo dejó desarmado. Santiago hizo mala cara.Se acercó a ella y, acercándose a su oído, afirmó con total determinación:—Ya te lo dije, y te lo repito una vez más nunca sucederá.Julia puso se enfureció. Sabía que seguir con este tema solo llevaría a una pelea. Ya que se había encontrado con él, aprovechó para aclarar algunas dudas.—Quiero preguntarte algo.Santiago al instante se burló:—¿Con esa actitud esperas que responda a tus preguntas?Julia no pudo evitar reírse de indignación, lanzándole una mirada despectiva.—¿Cómo puedes ser así? Siempre quieres sacar algún beneficio de mí. Solo tengo una pregunta, y además está relacionada con posibles problemas para ti.Santiago nunca había temido a los problemas. Su interés por cualquier tipo de asunto dependía únicamente de él.Pero viendo lo preocupada que parecía estar Julia, despertó su curiosidad.—Vaya, así que todavía te preocupas algo po
Julia no sabía si era su imaginación, pero en ese preciso momento en el ascensor, cuando sus ojos se encontraron con los de Santiago, creyó percibir cierta tristeza en su mirada.¿Cómo podía ser esto posible?¿Cómo podría alguien tan frío, despiadado y egoísta como Santiago sentir tristeza?Si acaso sentía algo, tal vez sería preocupación por su sobrino, nada relacionado con ella.Se había detenido porque no quería salir con él. Mejor aclarar las cosas de una vez por todas.—Santiago, escucha, quiero preguntarte...No pudo terminar la frase. Santiago se abalanzó con ferocidad sobre ella y la abrazó por la espalda, paralizándola con este gesto inesperado.Los brazos de Santiago se estrechaban lentamente, absorbiendo ávidamente su aroma.No iba a renunciar. Esta mujer solo podía pertenecerle a él y a nadie más.Cuando Julia recuperó la compostura, se liberó con fuerza y se apartó. Al girarse, vio en sus ojos un deseo desbordado.Julia se burló:—¿Qué significaba esa expresión? No me diga
Julia miró con desprecio.—¡Es solo una pregunta! ¿Ni siquiera puedes responder eso?—Tal vez una taza de café puede hacerme hablar.Julia desdeñó la oferta. En realidad, también podía preguntarle directamente a los involucrados; la verdad no necesitaba escuchar la respuesta de su boca.—Lo siento mucho, estoy muy ocupada y no tengo tiempo.Cuando Julia se dirigía de nuevo hacia el ascensor, Santiago comentó con total indiferencia:—Puedo proporcionarte más pistas. Como abogada, ¿ deberías buscar la verdad? No pareces muy profesional.Abstente de hacer algo, se dijo a sí misma. Julia se volteó con una sonrisa y le hizo un gesto de invitación.—¡Vamos entonces!—En serio sabes adaptarte a las circunstancias —no pudo evitar burlarse.Julia respiró profundo para mantener la calma. Ahora lo importante era resolver el caso.Cuando se sentaron en la cafetería, Julia recordó que en tres años de matrimonio nunca habían salido juntos, ni siquiera a un lugar como este.Santiago puso el menú just
Julia apartó su mano y se marchó, sin entender por qué Santiago quería que volviera.¿Acaso la amaba?Julia no comprendía. No lo sentía de esa manera. ¡Quizás era solo orgullo!No sabía desde cuándo había comenzado a marcharse sin mirar atrás.Santiago recordaba con claridad que en cada separación anterior, era él quien se iba primero, y siempre podía captar por el rabillo del ojo cómo ella lo seguía con la mirada.Incluso cuando Julia iba adelante, siempre encontraba la manera de mirarlo de reojo.Pero ahora avanzaba a paso ligero, corriendo más rápido que un conejo.Esa mujer que él comparaba con un simple conejo ahora salió corriendo despavorida de la cafetería, temiendo que la alcanzara, y regresó al hospital casi trotando.Julia se detuvo solo cuando confirmó que él no la seguía, apoyándose exhausta en la pared exterior de la habitación de Natalia para recuperar el aliento.Un ruido repentino proveniente de la habitación sobresaltó enseguida a Julia. Sonaba como si alguien hubiera
El rostro de Luis reflejaba arrepentimiento y un total remordimiento. Respondió con urgencia:—Señora, por favor no le diga nada al jefe. Actué sin pensar y cometí un grave error.Cualquiera que hubiera estado cerca de Santiago sabía cuál era el fatal destino de quienes lo traicionaban.Natalia apretó con rabia los dientes. Esta maldita Julia había vuelto para arruinar sus planes.Con tanto esfuerzo había conseguido deshacerse de este estorbo de bebé. Si Santiago descubría la verdad, seguro los mataría.—Con razón te enfureciste tanto al ver a Diego abrazando a Natalia, hasta el punto de golpearlo sin obedecer las órdenes de tu jefe. La verdad estás profundamente enamorado.Luis estaba tan arrepentido que sentía sus entrañas retorcerse con dificultad.—Todo es culpa mía. Estoy dispuesto a asumir la responsabilidad.Julia miró hacia la cama, donde Natalia seguía aún desafiante, y sonrió:—Luis, quieres cargar con toda la culpa, y hay alguien que está muy contenta con eso.Natalia respon
Natalia observó su actitud tan decidida. ¿Qué pasaría si testificaba mañana y revelaba su relación adúltera?Si todo esto se hacía público, no tendría lugar dónde esconderse en Nueva Arcadia.Conteniendo su furia, forzó una sonrisa, se aferró con todas sus fuerzas a su brazo y, con lágrimas en los ojos, le suplicó:—Luis, reconozco mi error. Perdóname, por favor. A partir de ahora, haré todo lo que me pidas.Para su desgracia, Luis tenía el corazón demasiado herido y había perdido toda la confianza en ella. Apartó su mano bruscamente.—Déjate de sucios trucos. No creas que no conozco tus intenciones. Nos vemos mañana en el tribunal.Luis se dio la vuelta para irse. Natalia apretó furiosa los dientes, agarró un jarrón de la mesa y se abalanzó sobre él.Al oír pasos acercándose, Luis pensó que solo intentaría insistir y la ignoró. Nunca imaginó que un objeto pesado le golpearía con fuerza en la cabeza.Enseguida un dolor punzante lo invadió, y Luis sintió que todo daba vueltas a su alred