Capítulo 49
—Muy bien, dile que espere. Enseguida le prepararé un gran festín.

¿Le gustaba la comida que ella preparaba? Pues cumpliría sus deseos.

Julia bajó ágilmente a la cocina sin dirigir ni una mirada hacia la persona en la sala. Aunque no se volteara, podía sentir aquella intensa mirada clavada en su espalda.

Ya no le importaba cuál fuera su actitud actual.

—Señora, déjeme ayudarla.

—No es necesario. A él le gusta que lo haga yo personalmente. Salgan todos, yo me encargo.

Julia, como la vez anterior, hizo salir a Karina y cerró la puerta para comenzar a cocinar.

Santiago era extremadamente quisquilloso con la comida. No soportaba lo picante, pero quería que sus platos tuvieran un toque de picor. Si quedaban demasiado suaves o demasiado salados, se quejaba. Y lo que más detestaba era cualquier indicio de quemado.

Justo mientras pensaba en esto, los dos huevos en la sartén ya se habían carbonizado. Con solo oler ese aroma, podía imaginar a Santiago saltando de la silla.

La idea la llenaba de
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