Capítulo 55
Pero con su carácter testarudo, imposible de cambiar, si hubiera escuchado algún consejo, no estarían en esta situación.

Santiago se sintió aún más irritado cuando su teléfono volvió a sonar. Al mirarlo, vio que era el jefe de policía, con quien no había tenido contacto en mucho tiempo.

Un destello de sorpresa cruzó sus ojos. No tenía una relación personal con la policía, así que esta llamada seguramente indicaba algo importante.

Santiago respondió:

—Oficial Ares, buenos días. ¿Ocurre algo?

El otro respondió cortésmente:

—Señor Rivera, no he podido contactar con su esposa, así que le llamo para informarle que la pareja de estafadores que la agredió ya ha sido detenida. Les espera el castigo más severo de la ley.

Santiago quedó desconcertado. No entendía nada de lo que Gonzalo Ares le estaba diciendo.

—¿Qué estafadores? No sé de qué habla.

—Oh, parece que el señor Rivera no está al tanto. Su esposa fue atacada esta tarde. Según quien la trajo, fue llevada al hospital. Me preocupaba que
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