Capítulo 51
La conductor, evidentemente le dio pesar, dijo frunciendo el ceño:

—Esta señora tiene razón, pero creo que lo dejaremos pasar. Son bastante desafortunados.

—¿Estás segura de no hacer que asuman su responsabilidad? Si yo no hubiera estado aquí, ¿has pensado en las consecuencias? —Julia entendía su compasión, pero no quería dejar libres a estos criminales.

La conductora, viendo el arrepentimiento de la pareja, asintió.

—No voy a denunciarlos. Además, tengo un examen esta tarde y llegaré tarde. Pueden irse.

La pareja, al oír esto, hizo repetidas reverencias mientras se disculpaban profusamente. Se levantaron ayudándose mutuamente y se alejaron corriendo más rápido que conejos.

Julia comprendió entonces por qué se decía que los universitarios actuales eran fáciles de engañar. Con esa actitud, serían capaces de contar el dinero para quien los estafara.

La conductora tomó la mano de Julia con gratitud:

—Muchas gracias por su ayuda hoy. Me llamo Tatiana. ¿Cómo se llama usted? Déjeme su teléfo
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