Capítulo 48
El día siguiente por la mañana, al regresar a casa, Julia encontró a Santiago sentado en el sofá con el rostro sombrío.

La noche anterior, después de ver a Natalia en el hospital, había vuelto apresuradamente, preocupado por Julia. Esperó hasta la madrugada sin señales de ella.

Y no solo eso: había intentado llamarla varias veces, pero su teléfono estaba apagado. ¿Acaso esta mujer no sabía que él se preocupaba por ella?

Julia apenas le dirigió una mirada antes de subir las escaleras. Santiago preguntó con frialdad:

—¿Dónde estuviste anoche?

Julia se volvió sonriendo:

—Si no has perdido la memoria, deberías recordar que me abandonaste en la calle.

—Tú quisiste bajarte.

—Después de lo que dijiste, si no me hubiera bajado, valdría menos que un perro. Solo cumple nuestro acuerdo y dame las acciones.

¿Cómo podía decir palabras tan despiadadas? Julia solo quería recuperar sus acciones y cortar toda relación con él.

—Puedo darte las acciones, pero no olvides que las compré por el doble de su
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