Capítulo 45
Santiago acabaría muriendo de rabia con ella tarde o temprano. Con la preocupación por Natalia, solo podía acceder a llevarla.

—Está bien, nos vamos juntos.

Santiago le lanzó una mirada y abrió la puerta. Julia tomó su bolso y lo siguió de cerca.

En la sala, Irina y Diana conversaban alegremente, imaginando que pronto podrían abrazar a un bisnieto.

Pero al oír pasos apresurados en la escalera y ver a la pareja aparecer junta, se quedaron perplejas.

Diana preguntó confundida:

—¿A... a dónde van a estas horas de la noche? ¿No habíamos acordado que os quedaríais?

Santiago no quiso dar explicaciones y se dirigió directamente a la puerta.

Cuando Julia pensó que la dejaría atrás, él se volvió, tomó su mano con impaciencia y salió con ella.

—¡Eh! ¡Esperen! ¿Cómo es que se marchan sin decir palabra? ¿Qué está pasando? —Irina estaba indignada.

Julia quería responder, pero Santiago caminaba tan rápido que no le dio oportunidad de explicar nada antes de subirla al coche.

Santiago ordenó al conduc
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