8

​​​​​​​*—Uriel:

—Dios… —jadeó Uriel, apretando las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos mientras sentía cómo Danny se adentraba más en él, llenándolo de una forma que le robaba el aliento.

—¿Te gusta así? —susurró Danny con la respiración pesada contra su oído, su voz profunda y cargada de deseo mientras empujaba con más fuerza.

Uriel solo pudo asentir, incapaz de articular palabra. Era demasiado, la sensación lo desbordaba, lo consumía. Cada embestida de Danny despertaba algo dormido en él, algo que ni siquiera sabía que seguía ahí. Su cuerpo reconocía cada movimiento, cada curva, como si nunca hubiese pasado el tiempo.

—Mírame —pidió Danny, y Uriel, temblando, giró el rostro hasta encontrarse con esos ojos miel. Esos mismos ojos que lo habían hechizado tantas veces.

—Me encanta… —susurró Uriel, su voz entrecortada.

Danny le dedicó una sonrisa cargada de travesura antes de inclinarse y atrapar el labio inferior de Uriel entre sus dientes, mordisqueándolo con
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