*—Uriel:Fue al baño de su recámara y se acercó a la encimera del lavabo. Al mirarse en el espejo, Uriel dejó caer la boca abierta al ver su aspecto. Las marcas de besos decoraban su cuello y hombros, y al girarse para observar su espalda, descubrió mordidas en la parte trasera de los hombros y en su nuca. Danny había dejado huellas en su piel de una manera tan salvaje, como si hubiera estado hambriento de él, devorándolo sin medida.Un rubor cálido cubrió su rostro al tiempo que sentía su sexo endurecerse en los shorts y un latido molesto pero placentero en su interior. Los recuerdos de la noche anterior lo asaltaron con crudeza: el peso del cuerpo de Danny sobre el suyo, la manera en que lo llenó con su deseo y el ritmo implacable de sus embestidas. Uriel había estado tan perdido en el placer que se había dejado llevar sin reservas, entregado a un torbellino de emociones y sensaciones que aún lo estremecían. Cerrando los ojos, revivió con lujo de detalles cómo Danny le susurr
*—Danny:La vida lo estaba llevando al límite.Danny alzó la mirada hacia el cielo despejado. Era un día hermoso: el azul parecía infinito, adornado con nubes esponjosas que navegaban como barcos en calma. Las aves surcaban el aire, y una suave brisa fresca hacía que el calor del día fuera soportable. Sin embargo, para Danny, todo aquello era solo un telón indiferente a su derrota. Para él, no había nada hermoso en este día. Era simplemente otro capítulo más en una larga saga de fracasos.Con los puños apretados alrededor de un sobre marrón, Danny sintió la rabia y la impotencia bullir en su interior. La presión de sus manos deformó el sobre, aplastando los papeles que contenía hasta dejarlos irreconocibles. Sin pensarlo más, comenzó a rasgarlo en pedazos, destruyendo cada trozo de lo que alguna vez había sido su esperanza para el día. Danny caminó hacia un basurero cercano y, sin ceremonias, arrojó los restos dentro. No importaba; el contenido del sobre ya había perdido su va
*—Danny:Cuando llegó al lugar, media hora después, Danny vio a Damien ya sentado en una mesa, con la atención fija en su teléfono. El ambiente era animado, con familias y jóvenes disfrutando de la comida rápida en mesas cercanas. Danny se deslizó en el asiento frente a Damien, quien alzó la mirada al escucharlo llegar.—¡Danny, hola! —exclamó Damien, su rostro iluminándose con esa sonrisa cálida y contagiosa que siempre había tenido.—Hola, Damien —respondió Danny, esbozando una sonrisa. A pesar de lo cansado que estaba, era agradable ver a alguien que se alegraba genuinamente de verlo.Los ojos azules de Damien lo recorrieron rápidamente, deteniéndose un segundo en su vestimenta antes de regresar a su rostro.—¿Estabas en algún lugar importante? —preguntó, señalando discretamente la camisa y los pantalones de vestir que Danny llevaba puestos.—Ah, estaba… —Danny se interrumpió. No quería admitir que había estado en una entrevista de trabajo fallida, una más en su larga lista de rech
*—Uriel:Habían pasado semanas desde aquella noche con Danny, pero para Uriel, el impacto seguía golpeándolo como una tormenta incesante. Su vida, que siempre había manejado con un control casi absoluto, parecía haberse desmoronado en cuestión de días.Decidido a no dejarse arrastrar por la confusión ni el peso de los recuerdos, intentó volver a su rutina, a lo único que siempre lo había hecho sentir invencible: su vida de libertino. Esa existencia de noches desenfrenadas, cuerpos sudorosos y placer sin ataduras.La primera semana después del encuentro, Uriel regresó al Oscuro, su refugio habitual, el club donde era una especie de leyenda. Se sintió aliviado al descubrir que Danny no había vuelto, pero una tranquilidad amarga se asentó en su pecho. No es que lo odiara, al menos no como antes, pero verlo allí, en su mundo, el mundo que Danny había abandonado hacía tanto, habría sido insoportable. Danny no pertenecía a ese lugar, nunca lo hizo, y Uriel no quería lidiar con su pre
*—Uriel:Después de debatirse en decirle o no a su compañero de trabajo, Uriel decidió hablar al fin de su vida a Erik.—No se me está parando —admitió en voz alta, sin evitar sentirse avergonzado de decirlo. Al ver la reacción de Erik, Uriel notó cómo la expresión relajada de su asistente cambiaba, de sorpresa a incredulidad.—Okay, eso es serio —dijo Erik, casi en un susurro, pero sonriendo.Uriel no pudo evitar sentir la incomodidad del momento al ver la sorpresa de Erik. Su asistente era muy directo, y en ese sentido, no temía hacer preguntas incómodas.—No estoy bromeando, Mitchell —le dijo Uriel, un poco irritado por la sonrisa que le dedicaba Erik.—Lo sé, lo sé —respondió Erik entre risas, pero después tomó una bocanada de aire, como para calmarse. Se acercó al escritorio y se sentó frente a él. Los ojos de Erik no se apartaban de Uriel—. Entonces… ¿Por qué no se te para? —preguntó directamente, con la misma franqueza con la que había abordado todo.Uriel se sorprendió
*—Danny:Todo parecía estar viento en popa.Danny se despidió de Layonel Robbins, el asistente personal y pareja de Damien, tras una tarde agotadora, pero productiva visitando los clubes nocturnos que estarían bajo su administración. Por fin, después de semanas de reuniones y preparación, Damien le había extendido una oferta formal de trabajo. Sería el nuevo administrador de la empresa encargada de los clubes, una oportunidad que lo sacaría del hoyo en el que había estado atrapado estos últimos meses.Cuando Damien le reveló la cifra que ganaría mensualmente, Danny apenas pudo disimular su incredulidad. Era más de lo que había imaginado. Con ese salario podría cubrir sus deudas acumuladas, mudarse a un lugar más digno, ponerse al día con la manutención de Nathaniel, y, por primera vez en mucho tiempo, ahorrar. Aunque sabía que Damien había sido generoso al fijar esa cifra, Danny también reconocía que tenía que aceptar la ayuda y aprovecharla. Había luchado demasiado estos últim
*—Uriel:Era martes por la noche, y después de varios intentos fallidos de ignorar las insistentes llamadas de su madre, Uriel finalmente aceptó ir a cenar con ella. Lo había hecho con la condición de que sus hermanos no estarían presentes, o al menos eso le había asegurado. Sin embargo, su desconfianza aumentó al llegar frente a la casa familiar y encontrar una variedad de vehículos aparcados en la entrada.—Y solo éramos nosotros, ¿eh? —murmuró con sarcasmo mientras apagaba el motor de su todoterreno y estacionaba en la única plaza libre.Maldijo por lo bajo mientras bajaba del vehículo. Sabía que su madre adoraba buscar maneras de incomodarlo, pero esta vez había aceptado su invitación solo para que lo dejara en paz… y ahora tendría que soportar las caras de sus insoportables hermanos.Caminó hacia la entrada de la casa, y antes de que pudiera tocar el timbre o abrir la puerta, esta se abrió de golpe. Frente a él apareció un hombre alto, con quien compartía un notable pareci
*—Uriel:Uriel llegó al local en tiempo récord. Dejó su vehículo en el estacionamiento y entró apresuradamente al lugar. Ignoró a la recepcionista que intentó detenerlo con preguntas sobre invitaciones o registro. Su único objetivo era encontrar al grupo, sin importar lo que tuviera que hacer para llegar hasta ellos.Al no verlos en el área pública, subió las escaleras al segundo piso, donde supuso que podrían estar. Empujó puertas al azar hasta que finalmente encontró la sala privada. La celebración quedó interrumpida cuando Uriel entró de golpe, su mirada encendida de ira, y llamó a Danny con un tono cargado de odio.El grupo estaba sorprendido por su brusca irrupción y sus amigos lo miraban incrédulos, pero Uriel apenas reparó en ellos. Su rabia lo consumía, y no tenía interés en contenerla. Quería gritarles a todos, acusarlos de traición, pero su objetivo principal era Danny.Damien se levantó rápidamente, colocándose entre Uriel y el grupo, como si temiera que este perdier