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​​​​​​​*—Uriel:

Fue al baño de su recámara y se acercó a la encimera del lavabo. Al mirarse en el espejo, Uriel dejó caer la boca abierta al ver su aspecto. Las marcas de besos decoraban su cuello y hombros, y al girarse para observar su espalda, descubrió mordidas en la parte trasera de los hombros y en su nuca. Danny había dejado huellas en su piel de una manera tan salvaje, como si hubiera estado hambriento de él, devorándolo sin medida.

Un rubor cálido cubrió su rostro al tiempo que sentía su sexo endurecerse en los shorts y un latido molesto pero placentero en su interior. Los recuerdos de la noche anterior lo asaltaron con crudeza: el peso del cuerpo de Danny sobre el suyo, la manera en que lo llenó con su deseo y el ritmo implacable de sus embestidas. Uriel había estado tan perdido en el placer que se había dejado llevar sin reservas, entregado a un torbellino de emociones y sensaciones que aún lo estremecían. Cerrando los ojos, revivió con lujo de detalles cómo Danny le susurr
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