*—Uriel:—Dios… —jadeó Uriel, apretando las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos mientras sentía cómo Danny se adentraba más en él, llenándolo de una forma que le robaba el aliento.—¿Te gusta así? —susurró Danny con la respiración pesada contra su oído, su voz profunda y cargada de deseo mientras empujaba con más fuerza.Uriel solo pudo asentir, incapaz de articular palabra. Era demasiado, la sensación lo desbordaba, lo consumía. Cada embestida de Danny despertaba algo dormido en él, algo que ni siquiera sabía que seguía ahí. Su cuerpo reconocía cada movimiento, cada curva, como si nunca hubiese pasado el tiempo.—Mírame —pidió Danny, y Uriel, temblando, giró el rostro hasta encontrarse con esos ojos miel. Esos mismos ojos que lo habían hechizado tantas veces.—Me encanta… —susurró Uriel, su voz entrecortada.Danny le dedicó una sonrisa cargada de travesura antes de inclinarse y atrapar el labio inferior de Uriel entre sus dientes, mordisqueándolo con
*—Danny:Dejó escapar un suspiro largo y frustrado mientras observaba el lento giro del ventilador en el techo. Su mirada estaba perdida, pero su mente estaba atrapada en los acontecimientos de la noche anterior.Había una vez pensado en buscar a Uriel solo para pedirle perdón por lo que pasó entre ellos hace veinte años. Tal vez, si se disculpaba, podría cerrar esa herida abierta que seguía sangrando en algún rincón de su corazón, pero lo que descubrió fue aún más perturbador. No se excitaba con cualquier hombre. Era solo con Uriel. Siempre había sido Uriel y todavía estaba loco por él. Soltó un quejido bajo, una mezcla de arrepentimiento y frustración.Debió haberse ido del club apenas terminó su copa, sin mirar atrás. Si tan solo se hubiera largado en ese momento, habría evitado encontrarse con Uriel, pero cuando lo vio… todas esas emociones que creía enterradas resurgieron con una intensidad que lo abrumó. Viejos deseos, recuerdos que creía olvidados, y un impulso que no pudo con
*—Uriel:Se sentía como si un camión le hubiera pasado encima.Uriel giró con esfuerzo en la mullida cama, y un quejido escapó de sus labios al sentir las agujetas en cada rincón de su cuerpo. El dolor en su parte inferior era especialmente intenso, como si le estuviera recordando lo ocurrido. Abrió los ojos lentamente, encontrándose con un techo blanco y familiar.¿Estaba en su habitación?Lentamente, intentó incorporarse, pero el dolor lo obligó a recostarse nuevamente y a cerrar los ojos, con otro quejido de frustración. Todo su cuerpo se sentía pesado, herido. Entonces, los recuerdos comenzaron a inundarlo: el sexo, el orgasmo, el dolor, las lágrimas, el arrepentimiento… Danny.Uriel abrió los ojos de golpe, enfrentándose de nuevo al techo. Un techo que reconocía, el mismo que había contemplado tantas veces al despertar en la seguridad de su hogar, pero esta vez, el recuerdo que lo acosaba no era reconfortante. Lo último que recordaba era el cuarto oscuro del club Oscuro: l
*—Uriel:Fue al baño de su recámara y se acercó a la encimera del lavabo. Al mirarse en el espejo, Uriel dejó caer la boca abierta al ver su aspecto. Las marcas de besos decoraban su cuello y hombros, y al girarse para observar su espalda, descubrió mordidas en la parte trasera de los hombros y en su nuca. Danny había dejado huellas en su piel de una manera tan salvaje, como si hubiera estado hambriento de él, devorándolo sin medida.Un rubor cálido cubrió su rostro al tiempo que sentía su sexo endurecerse en los shorts y un latido molesto pero placentero en su interior. Los recuerdos de la noche anterior lo asaltaron con crudeza: el peso del cuerpo de Danny sobre el suyo, la manera en que lo llenó con su deseo y el ritmo implacable de sus embestidas. Uriel había estado tan perdido en el placer que se había dejado llevar sin reservas, entregado a un torbellino de emociones y sensaciones que aún lo estremecían. Cerrando los ojos, revivió con lujo de detalles cómo Danny le susurr
*—Danny:La vida lo estaba llevando al límite.Danny alzó la mirada hacia el cielo despejado. Era un día hermoso: el azul parecía infinito, adornado con nubes esponjosas que navegaban como barcos en calma. Las aves surcaban el aire, y una suave brisa fresca hacía que el calor del día fuera soportable. Sin embargo, para Danny, todo aquello era solo un telón indiferente a su derrota. Para él, no había nada hermoso en este día. Era simplemente otro capítulo más en una larga saga de fracasos.Con los puños apretados alrededor de un sobre marrón, Danny sintió la rabia y la impotencia bullir en su interior. La presión de sus manos deformó el sobre, aplastando los papeles que contenía hasta dejarlos irreconocibles. Sin pensarlo más, comenzó a rasgarlo en pedazos, destruyendo cada trozo de lo que alguna vez había sido su esperanza para el día. Danny caminó hacia un basurero cercano y, sin ceremonias, arrojó los restos dentro. No importaba; el contenido del sobre ya había perdido su va
*—Danny:Cuando llegó al lugar, media hora después, Danny vio a Damien ya sentado en una mesa, con la atención fija en su teléfono. El ambiente era animado, con familias y jóvenes disfrutando de la comida rápida en mesas cercanas. Danny se deslizó en el asiento frente a Damien, quien alzó la mirada al escucharlo llegar.—¡Danny, hola! —exclamó Damien, su rostro iluminándose con esa sonrisa cálida y contagiosa que siempre había tenido.—Hola, Damien —respondió Danny, esbozando una sonrisa. A pesar de lo cansado que estaba, era agradable ver a alguien que se alegraba genuinamente de verlo.Los ojos azules de Damien lo recorrieron rápidamente, deteniéndose un segundo en su vestimenta antes de regresar a su rostro.—¿Estabas en algún lugar importante? —preguntó, señalando discretamente la camisa y los pantalones de vestir que Danny llevaba puestos.—Ah, estaba… —Danny se interrumpió. No quería admitir que había estado en una entrevista de trabajo fallida, una más en su larga lista de rech
*—Uriel:Habían pasado semanas desde aquella noche con Danny, pero para Uriel, el impacto seguía golpeándolo como una tormenta incesante. Su vida, que siempre había manejado con un control casi absoluto, parecía haberse desmoronado en cuestión de días.Decidido a no dejarse arrastrar por la confusión ni el peso de los recuerdos, intentó volver a su rutina, a lo único que siempre lo había hecho sentir invencible: su vida de libertino. Esa existencia de noches desenfrenadas, cuerpos sudorosos y placer sin ataduras.La primera semana después del encuentro, Uriel regresó al Oscuro, su refugio habitual, el club donde era una especie de leyenda. Se sintió aliviado al descubrir que Danny no había vuelto, pero una tranquilidad amarga se asentó en su pecho. No es que lo odiara, al menos no como antes, pero verlo allí, en su mundo, el mundo que Danny había abandonado hacía tanto, habría sido insoportable. Danny no pertenecía a ese lugar, nunca lo hizo, y Uriel no quería lidiar con su pre
*—Uriel:Después de debatirse en decirle o no a su compañero de trabajo, Uriel decidió hablar al fin de su vida a Erik.—No se me está parando —admitió en voz alta, sin evitar sentirse avergonzado de decirlo. Al ver la reacción de Erik, Uriel notó cómo la expresión relajada de su asistente cambiaba, de sorpresa a incredulidad.—Okay, eso es serio —dijo Erik, casi en un susurro, pero sonriendo.Uriel no pudo evitar sentir la incomodidad del momento al ver la sorpresa de Erik. Su asistente era muy directo, y en ese sentido, no temía hacer preguntas incómodas.—No estoy bromeando, Mitchell —le dijo Uriel, un poco irritado por la sonrisa que le dedicaba Erik.—Lo sé, lo sé —respondió Erik entre risas, pero después tomó una bocanada de aire, como para calmarse. Se acercó al escritorio y se sentó frente a él. Los ojos de Erik no se apartaban de Uriel—. Entonces… ¿Por qué no se te para? —preguntó directamente, con la misma franqueza con la que había abordado todo.Uriel se sorprendió