Capitulo 3 Embarazada

La joven pasó ambas manos por su rostro, ya no sabía que podía hacer con el único asunto que la estaba volviendo loca.

Noah…

¿Acaso debía dejar que lo eliminaran? ¿Y qué pasaba con lo que sentía por él? No creía que valiera la pena discutir con el único hombre que la amaba y daba la vida por ella por un cazador que solo la quería muerta. Sintió algo de culpa, Alessio solo la estaba protegiendo mientras que ella solo se lo discutía.

Rápidamente desapareció de la ventana, y en segundos se encontraba abrazando a su esposo por la espalda en medio de la nada. La reconforto al sentir las manos de el sobre las suyas. La chica sonríe apretándose más a él.

—Lo lamento tanto. Ella se disculpa. —No me doy cuenta que solo quieres protegerme, y yo… solo me porto como idiota. Lo siento mi amor.

—Está bien, amore mío. Quizás tampoco estoy comprendiendo tus sentimientos. Pero debes entender que el ya no es el mismo. Solo desea destruimos.

—Y si tan solo me dejaras intentar controlarlo, es mi esclavo. Puede que funcione, así no tendríamos que asesinarlo.

—No es algo que se pueda lograr tan fácil, son siglos de entrenamiento para poder doblegar a un esclavo. Por más que intentes lograrlo no podrás hacerlo amore mío.

Ella le da más presión al abrazo que le da a su esposo, el largo de su cabello le proporcionaba cosquillas en la cara. Le encanta su olor, era dulce y empalagoso.

—¡Lo siento tanto preciosa! Se lo que sientes, pero no pienso correr el riesgo.

—Lo sé, aun así no me deja de doler. Siento estar tan irritada, Alessio.

—Te comprendo, amore mío. No te lo había querido decir, pero ya es hora de que lo sepas.

—¿De qué hablas? Ella hace amago de soltarse pero este afina el abrazo.

—La razón por la que te protejo tanto es porque, amore esperas un hijo mío.

—¿Que? Se suelta para mirarlo a la cara.

—Llevas en tu vientre a mi bebé.

Alessio le suelta con una radiante sonrisa en sus labios, y aquel brillo mágico en sus ojos. Lleva su mano hasta su aplanado vientre acariciándolo con ternura.

Lía sumergida en un estado de trance solo siente el gesto de su esposo, y para cuando reacciona solo se hace una pregunta ¿Cómo es que él lo sabía y ella no?

—¿Cómo es que tú lo sabias y yo ni cuenta?

—Tengo más años de experiencia que tu mi amor, puedo oler la esencia de el dentro de ti.

—Joder, ¿seré madre?

—Sí, serás la madre de un príncipe. Mi primogénito.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Desde el primero momento en que quedaste en cinta.

Ella abrió los ojos enormemente… aún no se podía creer que dentro de ella creciera un bebe. Acaricio su vientre, por encima de la mano de su esposo. Llevaba una vida dentro de ella. Era tan increíble. Sonríe abiertamente, mientras una lágrima de felicidad resbalaba por su mejilla.

—¿Estas feliz?

—Lo estoy. Ella mira Alessio. —Muy feliz.

—Es por esa razón que debes cuidarte, no quiero que te expongas amor. Necesito que te mantengas a salvo. Por ti y por mi hijo.

—Si. Dice mordiéndose los labios.

El vampiro la abraza besando la coronilla de su cabeza… su prioridad siempre fue ella,  ahora que llevaba a su heredero en su seno no permitiría que nadie le hiciera daño. Así se viera obligado a asesinar a quien sea que intente meterse en su camino.

Su hijo nacería sano, y sería el quien continuará con el linaje de los vampiros nacidos… de ahora en adelante tendría que vigilar más de cerca a Lía. Aunque le prometiera que no haría ninguna locura no se podía confiar, estimaba mucho a ese cazador como para estarse quieta.

Quizás con la noticia del bebe ella reaccionara y decidiera que lo mejor era protegerse a sí misma por el bienestar del príncipe. La abrazo con más fuerza, aun así el la estaría vigilando.

—Prométeme que no saldrás del castillo sin que yo lo sepa.

—¿A dónde podría ir? Sabes que siempre paseo por los alrededores, no me voy muy lejos.

—Prométeme que te quedaras en Roma amor. Por favor.

—¡Esta bien! Te lo prometo.

—Si me llego a ir una noche por trabajo, y si no llegase a regresar no quiero que vayas a Bérgamo. Debes aguardar mi llegada, ¿comprendes?

Este la separa, observándola a los ojos muy seriamente. En los de ella había un poco de temor, y dudas.

—Alessio, ¿Por qué no regresarías?

—Promételo Lía. Frunce el ceño.

—Si. Dice con las lágrimas a punto de salir. —Lo prometo.

—No llores. Alessio limpia sus lágrimas con el pulgar. —Te juro que yo estaré bien, regresare siempre a tu lado amore mío.

—No me dejes, si te llega a pasar algo no sé qué sería de mí. Lo sabes.

—Nada me pasara, soy muy fuerte.

El vampiro besa sus labios de una forma muy dulce, mientras que con los pulgares acaricia sus mejillas. Haciéndola sonreír un poco.

—Te he dicho que eres muy dulce para ser el rey de los vampiros.

—Solo saco mi lado amable contigo.

—Te amo Alessio. Siempre quiero estar a tu lado.

—Lo estaremos mi pequeña vampira. Sonríe abrazándola nuevamente. —¿Recuerdas cuando hicimos el amor en este lago, hace dos años?

—Si. Volvimos al castillo completamente…Desnudos.

—¿Te gustaría que lo volvamos a repetir?

—Pero, Dante esta en casa.

—Él es el que menos me preocupa amore mío.

Este la mira con ese brillo malicioso y pervertido en sus ojos, sus colmillos comenzaban a brotar mientras que al mismo tiempo el color de sus ojos cambiaba a ese plateado tan fascinante que enloquecía a Lía.

—¡Me encantaría, mi señor!

—Así me gusta. Sentencia para morder de manera veloz el cuello de su esposa.

—¡Ah! se queja ella aferrándose a su saco.

Alessio condujo a su esposa mientras seguía metido en su cuello, bebiéndose su sangre. El agua los cubrió hasta mitad del cuerpo, este rasgo las prendas de ropa de su mujer dejando expuesta la piel blanquecina de ella. El líquido carmesí corría por el medio de sus senos, el contraste era hermoso y bajo la luz de la luna el reflejo de ambos era mágico. Separo los colmillos de ella para luego apoderarse de sus labios, propinándole el propio sabor de su sangre a su esposa.

Ella también se había convertido, mostrando sus hermosos orbes plateados. Eran como los de él. Únicos, e inigualables. El vampiro bajo el rostro hasta el ombligo de ella, donde la sangre se perdía en el agua. Este paso la lengua desde el orificio hasta arriba, limpiando toda la piel manchada.

—No hay que desperdiciar nada. Le dice limpiando hasta la última sangre.

Le saco los pantalones a la castaña, para llevar su mano debajo del agua hasta coronar su sexo. En segundos uno de sus dedos estaba dentro de ella, entrando y saliendo de su interior.

—Voy hacerte mía, aquí mismo.

Proclama el vampiro sacándose el saco rápidamente sin darle oportunidad a su mujer de decir una palabra más. En segundos se encontraba desnudo y con Lía sobre él, metiendo su pene en su interior. La noche siempre era testigo del amor que se profetizaban. Y este vampiro de miles de años no dudaba en proclamar su amor de muchas maneras a su flamante y a veces irritante esposa.

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