CAPÍTULO 50: ES HORA

Zara

Cuando las primeras gotas empiezan a golpear el parabrisas del auto, mi ansiedad aumenta mil veces más. Veo un rayo atravesar las nubes y a los pocos segundos, un trueno retumba en el cielo.

—Esto no me gusta, ya se demoró demasiado —dice Jenna removiéndose en el asiento del copiloto. Yo me encuentro atrás.

Me insistió luego de mucho rato, ya que mis piernas estaban adoloridas.

Un trueno vuelve a sonar y entonces siento un ligero dolor en el vientre.

—¡Ah! —me quejo.

—¿Qué? ¿Está bien? —pregunta volteándose hacia mí.

—Sí, sí, es solo un calambre —tranquilizo.

La verdad es que he estado sintiéndome incómoda toda la tarde, es como si el cielo se hubiera puesto de acuerdo con mi ánimo para volverse tormentoso.

—¿Deberíamos salir a buscarlo? —agrego después de unos minutos.

—No, el Alfa ordenó que nos quedáramos aquí.

—¿Y si está en peligro? ¿Y si le pasó algo malo? —cuestiono.

Jenna parece inquieta, a pesar de que trata de hacerme creer que todo está bien, es obvio que no lo está. D
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