Los días pasaron y la relación de Clara y Alejandro se tornó más profunda y significativa. A pesar de las complicaciones iniciales, ambos decidieron enfrentar sus sentimientos con honestidad. Sin embargo, la realidad seguía presente: Clara era una madre que tenía que proteger a su hija, y Alejandro, un hombre que había abierto su corazón. La presión de sus circunstancias no se desvanecía, y la incertidumbre sobre el futuro seguía acechando en cada conversación.Una mañana, Clara se despertó con una sensación de determinación. Había decidido que era el momento de tomar el control de su vida y de su futuro. Después de pensarlo mucho, decidió que debía proponerle a Alejandro una reunión para hablar sobre su relación y el camino que querían seguir. La idea de abrir su corazón era aterradora, pero la conexión que habían formado era demasiado fuerte como para ignorarla.Esa misma tarde, Clara se reunió con Alejandro en un parque donde solían pasear. La brisa suave y el canto de los pájaros
El día del nacimiento del bebé llegó con el sol brillando radiante y una brisa suave que atravesaba la ciudad. Clara se encontraba en el hospital, rodeada de luces y el murmullo de voces. La ansiedad y la emoción la invadían mientras esperaba en la sala de partos. Alejandro estaba a su lado, sosteniendo su mano con firmeza, su mirada llena de amor y apoyo. Desde la última conversación sobre sus sentimientos, ambos habían decidido avanzar juntos, no solo como padre y madre sustituta, sino como pareja.Clara había tomado la decisión de abrir su corazón a Alejandro, y en el proceso, descubrió que el amor podía florecer en las circunstancias más inusuales. Habían hablado sobre sus sueños, sus miedos y, lo más importante, sobre cómo deseaban criar al bebé que pronto llegaría al mundo. Cada conversación los había acercado más, y ahora, en este momento tan crucial, sabían que estaban listos para enfrentar lo que viniera.Cuando las contracciones comenzaron, Clara sintió que el dolor era inte
El tiempo pasó rápidamente y, con cada día que pasaba, la familia de Clara y Alejandro se fortalecía. Lucas había crecido, y su risa llenaba la casa de alegría. Clara se había adaptado a su nuevo papel como madre y pareja, y Alejandro había demostrado ser un padre excepcional. Juntos, habían construido un hogar lleno de amor y felicidad, pero también habían enfrentado obstáculos que pusieron a prueba su relación.Una tarde, mientras Clara organizaba el cuarto de Lucas, encontró una carta que había escrito hace meses, antes del nacimiento de su hijo. Era un recordatorio de sus temores y dudas sobre el futuro. En la carta, Clara había expresado sus inseguridades sobre abrir su corazón y arriesgarse a amar. Al leerla, sintió una mezcla de nostalgia y orgullo. Había recorrido un largo camino desde entonces.Clara decidió que era el momento de compartir la carta con Alejandro. Lo encontró en la sala, jugando con Lucas. La escena era perfecta: Alejandro riendo, Lucas feliz, y Clara sintió u
La vida de Hope, una adolescente llena de sueños y anhelos, no era fácil. Pero en medio de las dificultades y desafíos propios de su edad, surge un amor que desafía todas las normas y convenciones. Un amor que la lleva a fijarse en alguien a quien siempre debería haber considerado fuera de su alcance: Asthon Greenspan, un magnate poderoso y atractivo.El magnetismo de Asthon es innegable. Con sus ojos azules que parecen penetrar en el alma, su cuerpo musculoso y sensual, y una sonrisa encantadora, es el epitome de la perfección irresistible. Cada saludo cordial, cada beso en la mejilla, lleva a Hope a niveles de atracción que nunca había experimentado antes. En su mente, Asthon se convierte en su amor platónico, ese que ella espera que algún día se vuelva completamente suyo.Hope se aferra a la idea de que su destino está entrelazado con el de Asthon. Siente intensamente que están destinados a estar juntos y que nada ni nadie podrá separarlos, ni siquiera su amiga, ajena a los profundo
Hope se sintió humillada. ¿Cómo podía ser tan mala? Ni siquiera merecía ser llamada madre. ¿Y para qué? Parece que no le importaba el peso de esa palabra. Todo lo que hacía era escupir por doquier. —¡Te odio, te odio y te odio! —repitió incesantemente. La mujer frente a ella la miraba como si quisiera matarla. Sus ojos filosos ya la estaban atravesando de esa manera que podría someter a cualquiera. Sin embargo, a ella no le tenía miedo, solo sentía un profundo odio. Ahora venía a decirle que era una buena para nada, que no servía para nada. Todo eso le afectaba. ¿Es que su crueldad no tenía límites? —Yo también digo lo mismo. Ni siquiera deberías seguir bajo este mismo techo. No eres y nunca serás mi hija —espetó, dejando helada a la joven. No podía creer sus palabras. ¿Por qué decía que no era su hija? No entendía nada. Ya estaba perdida y sorprendida ante lo que ella decía. Durante mucho tiempo había considerado a esa mujer su madre, pero ahora la trataba de forma vil. —No es que
—Mi hermana era tan joven. No merecía irse de este mundo por ti; ella tenía muchas cosas por vivir y muchos momentos por escribir, lamentablemente se enamoró del hombre equivocado a la edad errónea y no pensó en las consecuencias de sus actos; yo no la llamaría amor, eso fue algo pasajero y estúpido que la sentenció a la muerte. —hizo una pausa para limpiarse las lágrimas, Hope sorbió por la nariz y se le quedó mirando —. Solo tenía quince años cuando quedó embarazada de ti, y mi madre decía que podíamos hacer algo, que quizás yendo al doctor este podría interrumpir el embarazo, pero optar por un aborto en ese momento era ilegal y además estaban los detalles de que era menor de edad y corría el riesgo de morir en todo el proceso, aún así ya no se podía hacer nada, ya era demasiado tarde puesto que estaba un poco avanzado tenía casi tres meses de embarazo y eso impedía hacer el procedimiento del aborto. Ella solo quería que terminara de hablar. —No... —Todos estábamos destrozados por
—Mi hermana era tan joven. No merecía irse de este mundo por ti; ella tenía muchas cosas por vivir y muchos momentos por escribir. Lamentablemente, se enamoró del hombre equivocado a una edad errónea y no pensó en las consecuencias de sus actos. Yo no llamaría a eso amor, fue algo pasajero y estúpido que la sentenció a la muerte. —Hizo una pausa para limpiarse las lágrimas. Hope sorbió por la nariz y la miró fijamente—. Solo tenía quince años cuando quedó embarazada de ti, y mi madre decía que podíamos hacer algo, que quizás yendo al doctor podríamos interrumpir el embarazo. Sin embargo, optar por un aborto en ese momento era ilegal y además estaba el riesgo de que al ser menor de edad, corriera peligro de muerte durante todo el proceso. Aún así, ya no se podía hacer nada, era demasiado tarde, puesto que el embarazo estaba un poco avanzado, casi tres meses. Ella solo quería que terminara de hablar. —No... —Todos estábamos destrozados por la situación que mi hermana estaba enfrentand
Cuando estuvo a punto de tocar la puerta de esa mansión, sintió la necesidad de renunciar e irse corriendo de allí con la valija en la mano. Sin embargo, había tocado sin pensarlo mucho y en poco tiempo una mujer joven de ojos verdes recibió a la muchacha. Por su uniforme, ya sabía que era la mucama, una mujer bastante amable a la que había tenido el privilegio de conocer antes por sus visitas a la casa, aunque hacía mucho tiempo que ya no iba, pero estaba de nuevo allí con otra intención, una que le daba temor pronunciar porque podría tomarse como un abuso, incluso si en serio necesitaba la ayuda. En realidad, nunca se agotaron sus opciones, cuando solamente había una y era esa, ir a casa, no, a la enorme mansión de Alicia y hablarle sobre quedarse un tiempo mientras conseguía cómo pagar alguna habitación en otro lugar. —Hola, ¿en qué puedo ayudarte? Pero pasa, no te quedes allí —de inmediato se hizo a un lado. Ya la conocía. —¿Me recuerdas? —Por supuesto. —Gracias. Sonrió un po