Cuando estuvo a punto de tocar la puerta de esa mansión, sintió la necesidad de renunciar e irse corriendo de allí con la valija en la mano. Sin embargo, había tocado sin pensarlo mucho y en poco tiempo una mujer joven de ojos verdes recibió a la muchacha. Por su uniforme, ya sabía que era la mucama, una mujer bastante amable a la que había tenido el privilegio de conocer antes por sus visitas a la casa, aunque hacía mucho tiempo que ya no iba, pero estaba de nuevo allí con otra intención, una que le daba temor pronunciar porque podría tomarse como un abuso, incluso si en serio necesitaba la ayuda. En realidad, nunca se agotaron sus opciones, cuando solamente había una y era esa, ir a casa, no, a la enorme mansión de Alicia y hablarle sobre quedarse un tiempo mientras conseguía cómo pagar alguna habitación en otro lugar. —Hola, ¿en qué puedo ayudarte? Pero pasa, no te quedes allí —de inmediato se hizo a un lado. Ya la conocía. —¿Me recuerdas? —Por supuesto. —Gracias. Sonrió un po
Cierto o no, estaba a punto de dejar que permaneciera allí en la mansión. Tampoco es que pudiera negarse, tomando en cuenta que se trataba de Hope, amiga de su hija, casi como una hermana. Desde hace algún tiempo, ellas eran muy cercanas, por lo que también era un peso para que ella pudiera estar ahí. Observó que estaba nerviosa y no dispuesta a contar la verdad por la que estaba pidiendo ayuda. Debía ser un asunto muy importante para ella, y por eso no era capaz de decirlo a todo el mundo, supuso en su cabeza mientras se dirigía a la joven nuevamente para hacerla sentir más tranquila. —Descuida, no debes contarme el motivo por el que te encuentras aquí. Perdona, he sido un poco indiscreto al formular la pregunta. Solo me parece un tanto raro que de pronto estés aquí, y si necesitas quedarte, hazlo el tiempo que necesites. Desde ya, estás en tu casa. Dime todo, le haré saber a la mucama para que te prepare una habitación. —No, es decir, siento que debo contarte el motivo por el que m
Lo único que le preocupaba era cómo su hija podía tomarse las cosas, sabía que jamás Alicia iba a permitir que su padre estuviera con su amiga. Iba a ser todo un escándalo para ella y un golpe muy duro, pero pensar de esa forma era precipitarse a un hecho que ni siquiera había ocurrido. Pero él se aferraba a esa fiesta en la que vio a la muchacha por última vez, con ese hermoso vestido que la hacía ver de más edad y mucho más madura de lo que era en realidad, con todo ese pelo cayendo sobre sus hombros, el escote precioso en su pecho y sus ojos fijos en él. Es que esa noche él tampoco pudo quitarle los ojos de encima, y ella menos, pero ninguno se dijo nada salvo un cruce de palabras que se limitaron a un saludo inicial. Para él no era ningún secreto que ella estaba interesada en él. Y aunque no se lo hubiera dicho nunca, él podía darse cuenta de eso en sus ojos, y era lo único que, además de su timidez absoluta, lo convencía de poder tener la oportunidad de estar con ella como había
No podía quejarse, tampoco lo haría si las cosas no fueran de ese modo, pues el hecho de simplemente tener dónde poner la cabeza y descansar ya era una enorme ayuda. Se puso a guardar algunas cosas de la maleta en el armario, no todo, porque de forma súbita el teléfono empezó a sonar y dejó la labor a medias. Entonces volvió a sentarse en la cama y tomó la llamada, era de Alicia. Toda ella sonaba muy sorprendida, incluso cuando le había avisado un poco mediante un texto (por cierto, nunca le respondió el mismo). Suspiró. —... Es decir, sabes que podías acudir a nosotros, pero me deja impresionada todo lo que te ha pasado. No entiendo cómo es que de pronto ella sale con eso y que no es tu verdadera madre, te ha mentido todo este tiempo. No puedo concebir siquiera la idea y no imagino cómo debes sentirte en este momento. Así que cuentas con mi apoyo siempre para lo que necesites, allí yo voy a estar. También mi padre. ¿Ya estás en la casa? —Así es, te dejé un mensaje explicando que e
Ambos sabían que debían parar, pero ninguno tomó la iniciativa de frenar la situación. Solo complicaba las cosas al volverse más y más intensa, como la profundidad del mar. Aunque no se podía encontrar ninguna comparación suficiente con lo que estaban haciendo. De repente, ya no podían respirar bien y ella comenzó a estar encima de él, experimentando en exceso la sensación viril debajo de sus pantalones, lo cual enloqueció a él. Pero se contenía, no quería causar un escándalo. No importaba que no hubiera nadie más presente, de todas formas aquel no era el lugar adecuado para expresarse o hacer cosas prohibidas. Fue un milagro que él pudiera detenerlo y finalmente ser lo suficientemente capaz de decirle que no. Aunque después tuviera que tomar una ducha fría y aliviarse por sí mismo. Sin embargo, había sido la decisión acertada, en ese momento no importaba cuántas veces había deseado tenerla de esa manera. Ahora que podía tocarla y sentirla, ahora que estaban a punto de hacerlo en su
Al terminar de cenar, se levantaron de sus sillas y cada uno se dirigió a su habitación. Sin embargo, Alicia invitó a la muchacha a pasar la noche en su habitación, así podrían disfrutar más la una de la otra mientras miraban una película de terror. Era el género favorito de la muchacha y a la otra joven no le agradaba mucho, prefería las comedias románticas o incluso una de ciencia ficción. Desde pequeña solía evitar ese tipo de películas porque le daban mucho miedo y luego no podía dormir. Pero haría una excepción, ya que estaría acompañada por Alicia. De lo contrario, no habría aceptado la invitación. En pocos minutos, luego de ponerse los pijamas y cepillarse los dientes (aunque no debieron hacerlo ya que había una enorme charola de palomitas de maíz y golosinas sobre la cama), se echaron a reír al darse cuenta de su equivocación. Ahora podían ver la película. Finalmente, se acostaron en la cama y reprodujeron la película que ya había empezado con su típica melodía misteriosa de f
—Lo siento, no quiero que esto te haga verme de otra manera. Yo no soy esa persona... ni siquiera sé qué me pasó. Simplemente perdí el control. Pero yo... nunca quise que esto pasara en realidad. Por favor, discúlpame. Esto no está correcto, no está bien. —No te preocupes, sabes que todo es mi culpa. Yo fui quien te besó. La verdad es que tienes razón, ha sido un error y no se volverá a repetir. Pero no te sientas mal, yo soy el único culpable. —No es cierto, yo tengo toda la culpa de esto. Fui yo quien te besó. Ni siquiera intentes hacerme sentir menos culpable, porque no va a funcionar. No puedo creer que haya sido capaz de esto. Usted que me ha dado dónde vivir y un techo sobre mi cabeza, además de comida... esto simplemente es terrible. Alicia es mi amiga y por favor no le vayas a decir nada de esto. —Lo sé, sé cómo te sientes y despreocúpate que no le voy a decir nada a Alicia. Esto es algo que quedará entre nosotros. Además, somos adultos y no tiene por qué comentarse a alguie
La culpa no la abandonó, sin embargo, le alivió tanto así que al terminar la cinta ya sentía sus párpados pesados, cosa que no creyó posible, ya que pensó que tendría que sufrir de ese insomnio fastidioso. No era de esas con ese problema, a menos que algún embrollo le pasara, tal como ese día. En un chasquido de dedos, ya se había quedado dormida. Alicia no, porque estaba acomodando un pendiente de la universidad, del que tarde se acordó, y se sintió una pésima estudiante. No se desveló más que un par de horas, frente a esa pantalla, apoyando la barbilla en su palma abierta que sobre el escritorio le servía de apoyo. Un párrafo y luego dos, ya no daba para más, solo con ver a su amiga tan plácidamente dormida también le daban ganas de acomodarse a un lado y descansar. Bufó, no podía rendirse, tenía que entregar eso temprano sí o sí, no tenía más opciones. Hasta ganas de llorar tenía. ¿Cómo es que lo olvidó? Si ese proyecto era tan importante para ella. No podía creerse así de irrespon