Luz era joven, sí, pero con unas excelentes curvas, parte de la herencia latina de su padre y la piel pálida, herencia de su madre. Su estatura era el reflejo de su abue Melisa, lo que quiere decir, no fue suficiente para pasar el metro sesenta.
Pero si algo tenía Luz es que no le gustaba que la forzaran a nada, eso para ella era totalmente imperdonable y lo que Rafael acababa de hacer lo hacía merecedor, al menos, de una bofetada y de su indiferencia por varios días.
Lo aparta de ella y hace lo que tenía en mente, se lleva el rostro y la dignidad del chico con una bofetada que bien pudo escucharse en Washington. Él la mira con los ojos abiertos, con una de sus manos sobre el golpe, porque es obvio que le ha dolido como los mil demonios.
-¡¿Quién crees que soy?! – le dice poniéndose de pie -. Yo nunca te di la confianza ni el mensaje de que podías besarme contra mi voluntad.
-Luz, por favor… no quise ofenderte, yo en verdad estoy interesado en ti… te quiero.
-Pero yo no estoy interesada en ti de esa forma – le dice en tono que podría ser tan duro como una piedra, pero lo suaviza al ver el rostro del chico -. Rafael, yo soy muy joven. Sé lo que quiero de la vida en cuanto a mis estudios, a mi futuro laboral, pero no en cuanto al amor.
“No tengo planes de tener una relación ahora y en mucho tiempo. Por favor…
-Lo entiendo, perdóname – se acerca a ella con las manos levantadas, en señal de rendición -. Pero quiero que sepas, te quiero, te veo como una chica fuerte, que puede conseguir todo lo que quiera. Déjame estar a tu lado, aunque sea como amigo. Si más adelante cambias de opinión…
-Creo que es mejor que me des mi cheque y salga de aquí, antes de que comiencen a hablar de mí.
Rafael solo sonríe y rodea su escritorio para entregarle el cheque a Luz, ella lo recibe y lo guarda en su bolso.
-Perdóname, por favor, te prometo que nunca más volverá a pasar, no sin antes pedirte permiso para hacerlo.
-Está bien – dice ella relajando su cuerpo -, ahora saldré porque seguro hay varios afuera esperando por su cheque.
Ella sale de la oficina y se va directo al baño, donde se moja la mano con la que le dio la bofetada a Rafael. Porque golpear a alguien en el momento es muy liberador, pero el dolor que deja…
-Rayos, creo que me excedí – abre los ojos, pensando en que no siquiera se fijó en el rostro de su jefe -. ¡¿En qué estaba pensando?! Ahora podría despedirme… tengo que ir a pedirle perdón por mi actitud.
Sale del baño de regreso a la oficina, pero ya todos están reunidos afuera, recibiendo las instrucciones de parte de Rafael.
-Cuando lleguemos allá les indicaré a cada uno dónde debe dirigirse, el espacio es grande y tendremos que cubrirlo con bastante dedicación. Deben cuidar su lenguaje y sus modales, esta gente no son esos jóvenes alocados que estamos acostumbrados a atender. Tendremos personajes públicos, probablemente la prensa estará en el lugar y lo último que querrán es meterse en problemas.
Todos asienten y se dirigen a los vehículos dispuestos para el transporte, pero Luz se acerca a Rafael y lo toma del brazo, él se vuelve hacia ella con su habitual sonrisa… y una marca muy roja en su mejilla izquierda.
-Ay por dios… perdóname, Rafael. Se me fue la mano, yo… - las palabras le salían atropelladas, las lágrimas se estaban acumulando en sus ojos, pero él la detuvo tomando sus manos -.
-Tranquila, está bien. Me lo merezco – le sonríe y la encamina hacia uno de los mini buses -. Y nunca, jamás en tu vida, vuelvas a pedirle perdón a un hombre que te fuerce a hacer algo que no querías, ¿de acuerdo? – ella asiente -. Ahora, vamos, arriba.
Ella se sube algo más tranquila, pero la consciencia no es algo que te deje de buenas a primera. Los dos minibuses parten del lugar con rumbo al centro de eventos, sumergiéndose en el tráfico de la tarde.
Una hora y media después, Luz recibía las instrucciones de parte de Rafael, quien parecía algo gruñón y nervioso, algo que no era usual en él. Se sentía culpable por su humor, probablemente no era de las mejores presentaciones el llevar ese golpe allí, en la mejilla.
Pero se permitió mirar un poco a su alrededor mientras oía las instrucciones para la noche que se acercaba, que prometía ser tan agitada como los eventos de ese tipo.
El lugar era un centro de eventos bastante grande en el centro de la ciudad de Nueva York. Estaba formado por un edificio de tres niveles, donde el último era abierto y dispuesto para bailar casi al aire libre, un amplio jardín y una zona de piscina.
A ella se le pidió hacerse cargo del segundo nivel, junto a cuatro chicos más. Estaba nerviosa, porque está vez Rafael no estaría con ella y eso la asustaba un poco, porque siempre aparecían esos señores demasiado cariñosos que buscaban algo más que un vaso de whisky o un bocadillo.
No pudo evitar tener esa punzada de vergüenza, era probable que él no quisiera estar cerca por el incidente de la tarde, pero contrario a todos sus pensamientos, el chico se acerca a ella algo preocupado y le dice sin ocultar lo que le pasa.
-Luz, si tienes algún problema con alguno de los hombres, pídele ayuda a alguno de los chicos – le toma las manos y sonríe, tratando de darle confianza -, -yo tengo que hacerme cargo del jardín, porque al parecer allí estarán los invitados más importantes. Pero te prometo escaparme de vez en cuando para ver cómo estás.
-Tranquilo, todo irá bien – le dice para tratar de tranquilizarlo, aunque ella misma está hecha un manojo de nervios -.
-Ok, pero si pasa cualquier cosa y los chicos no hacen nada o no están cerca, corres hacia mí, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-Ahora ve con los muchachos, cuídate y nos vemos en un par de horas.
Luz avanza con paso firme al ascensor, junto a sus colegas, en el preciso momento que un Mercedes negro de vidrios tintados se estaciona frente al edificio. De él se bajan dos hombres con máscaras diferentes, uno va con una linda máscara gris plateada, con incrustaciones de diminutos diamantes que delinean el contorno de los ojos.
El otro, va una máscara negra, con hilos de oro formando unas delicadas filigranas, dándole un aspecto sofisticado, misterioso y de poder.
-Bueno, conseguí que, en lugar de estar con los viejos aburridos en el jardín, nos cambiaran al segundo piso… allí para mí será más divertido.
-Y eso porque… - intenta decir Gerard, pero Dan lo interrumpe -.
-Hay privados. Si encuentro una chica linda, que así será, podré irme con ella a buscar algo de intimidad – Dan le guiña un ojo, mientras Gerard rueda los ojos y niega ante el descaro de su amigo -.
Entran al lugar, sonriendo y saludando algunos de los invitados que han llegado hasta el momento, donde predominan los hombres mayores, de esos que se sienten de lo más poderosos.
Dan se lleva a su amigo rápidamente al ascensor, liberándolo de algunas garras que buscaban sumergirlo en trabajo, ese no era el propósito de insistirle que fuera a aquella fiesta. Con las ganas de hacer algo más por su hermano del alma, para darle ese empujón que necesita y así consiga a una nueva mujer.
O que al menos consiga desahogarse, porque aquel hombre llevaba cinco años de celibato y casi podía oler la frustración que eso le estaba provocando.
-Mientras esto se prende un poco, podemos estar en el espacio común, aquí nadie nos molestará, solo tendremos uno que otro viejo verde rondando a las chicas lindas.
-¿Y nosotros no somos esos viejos verdes?
-Vamos, Gerard, estamos en la flor de la juventud, los treinta son los nuevos veinte…
-Eso mismo dicen los cincuentones, que ahora son los nuevos cuarenta y así se van quitando la edad – le dice a su amigo, aceptando la bebida de uno de los camareros que también llevan máscaras -.
-Solo disfruta, si más tarde no quieres seguir, te puedo pedir un taxi.
-Me lo puedo pedir yo solo, pero le daré una oportunidad a esta cosa primero – le da un trago a su vaso, que descubre es whisky -. Maldición, me tomé esto sin siquiera saber qué era o quién me lo dio.
-Solo hay camareros, tranquilo… no es que te vayan a poner algo en la bebida.
Y allí a Dan se le ocurrió una idea para ayudar a su amigo a liberarse, solo tenía que buscar la manera de que se distrajera un poco o tal vez ir él mismo por la bebida.
Sí, esta noche llegarían mujeres hermosas, llenas de deseo y con ganas de pasar un rato agradable, sin compromisos, sin esperar nada a cambio. Su amigo solo necesitaba otro empujoncito para que terminara con aquel celibato y comenzara a vivir otra vez.
La gente comenzó a llegar, algunos eran fácilmente reconocibles, pero otros no tanto. Algunos se acercaron a saludarlos y no tuvieron la mínima idea de quiénes eran.
Dan se encargó de hablar con Gerard de todo lo que no fuera trabajo, juzgados y pleitos legales con carácter de mediáticos.
No, aquella noche era para disfrutar, para un absoluto y total desenfreno. Como en los viejos tiempos, antes de que Gerard se casara con ella…
-Dame un minuto, iré al baño – dice de pronto Gerard -. Pídeme otro Martini, están bastante buenos.
-Cuenta con ello – y susurra cuando su amigo se aleja -. Este va a estar muchísimo mejor.
Arregló que le reservaran un privado, porque su amigo pronto iba a necesitar buscar cualquier mujer para desahogar ese calor que iba a sentir. Aunque si no era posible encontrar alguna damisela, seguramente podían buscar a alguna de las chicas que trabajaban allí de manera permanente para esos fines.
Sí, porque era obvio que estarían disponibles unas chicas buenísimas, de esas que a él le gustaban para olvidar a la bruja de su ex.
Pasa una camarera, le ofrece un Martini y Dan lo acepta de buena gana, pidiendo que además le traiga unas botanas y agua mineral con gas.
Cuando la chica se va, Dan mira a todos lados y agrega esa pastilla milagrosa, una que le dio varias noches de desenfreno. Agita un poco la bebida y cuando Gerard llega, hace de cuenta que nada ha pasado.
La camarera llega con las botanas y el agua mineral, les pregunta si desean algo más, pero los hombres se niegan. Gerard se bebe todo el contenido de la copa, sin titubear, mientras sus manos buscan un par de aceitunas.
El lugar se va llenando, la música cambia de ritmo, la fiesta se va prendiendo y el cuerpo de Gerard con el ambiente. Comienza a sentirse incómodo, con un calor que nada se lo podría quitar, hasta que decide que tiene que hacer algo, aunque no sabe qué.
-Dan, me siento raro… ¿estás seguro que nadie le puso algo a mi bebida? Siento que me estoy quemando y no sé cómo quitarme esa sensación.
-Con sex0, mi amigo. Búscate una chica y…
-Espera, ¿tengo que meterme con una mujer en un privado? ¿Esa es tu solución? – le dice molesto -.
-Es lo único que te ayudará, porque te puse una ayuda para liberar tensiones – el hombre abre los ojos totalmente incrédulo de lo que su amigo le está diciendo -.
-¡¿Me drogaste?!
-Es un estimulante natural, de esos que usaban los abuelitos, tranquilo…
-Maldición, Dan… yo no necesito de eso – le dice poniéndose de pie, incómodo por lo que ocurre en su pantalón -.
-Sí lo necesitas, tu mente y tu corazón quieren decirte que no lo hagas, pero tu cuerpo lo va a agradecer.
-No hay una mujer que me llame la atención – le dice casi resignado, no es que quiera hacer un escándalo en ese lugar precisamente -.
-Solucionado – le entrega unas llaves con un número -. Ese es tu privado, allí te estará esperando una chica que se dejará hacer lo que se te dé la gana.
-Tú y yo vamos a hablar seriamente sobre esto mañana…
-O podrías contarme cómo te sientes luego de semejante noche, anda tigre… sin arrepentimientos.
Entre la frustración de llegar a esos extremos y ese calor inmenso que se lo está devorando, camina a los privados, sin saber que todo cambiará aquella noche, porque más que deshonrar la memoria de su mujer, será otra cosa mucho peor que lo agobiará.
La noche está bastante agitada para Luz y eso le gusta, porque ayuda a que la hora se le pase rápido. Hay mucha gente animada y se ha dado cuenta que algunas chicas de allí van con menos ropa de lo que deberían, algo la hace sentir un poco incómoda, pero trata de no prestar atención, porque está allí para trabajar, no para juzgar cómo se visten las mujeres.Luego de servir unos martinis, se va a la sala en donde están dispuestos los tragos y entremeses que se van a servir en el evento durante la noche. Allí la aborda Rickon, uno de sus colegas.-¿Cansada? – le dice sonriendo, dejando la bandeja vacía sobre la mesa -.-No todavía, aunque sí tengo mucho calor y sed.-Oh, pero eso se soluciona de una vez – el chico va hacia una nevera y saca dos refrescos, mientras Luz toma asiento un momento, para atarse las agujas y quitarse la máscar
Si alguien le hubiese dicho a Rafael lo doloroso que era ver a la mujer se su vida llorar sin consuelo y no poder hacer nada para detener esas lágrimas descontroladas, no se lo hubiese creído.Pero allí está, conduciendo hasta su departamento para dejar a Luz y luego volver al evento, porque si de algo estaba seguro, es que iba a encontrar al maldito y lo haría pagar con creces el daño que le había causado a una chica inocente como Luz.Al llegar al edificio, Rafael la ayuda a bajar y la conduce al interior, afortunadamente a esa hora la cordialidad del conserje se limita solo a una inclinación de cabeza, así que el camino es expedito hasta el elevador.Nada más entrar a la caja metálica, Luz se abraza a sí misma bajo la chaqueta que Rafael le dio en el auto, de alguna manera necesitaba hacerla sentir segura con él en ese momento.Se sentía una basura por hab
Rafael camina de un lado a otro, pensando cómo comenzará la búsqueda de ese criminal, pero primero tiene que asegurarse de que Luz esté bien.No lleva mucho tiempo en su habitación, pero puede ser el suficiente para que atente contra su vida y eso lo tiene angustiado.Lo que él no sabe es que Luz es más fuerte de lo que se ve. Y se lo dejará claro justo ahora.Sale vestida con un suéter de hilo, un pantalón de pijama que le queda grande y el cabello envuelto en la toalla.-¿Cómo te sientes?-Como si la muerte no hubiese hecho bien su trabajo… - él le indica que tome asiento en el sofá y va hasta la cocina por un vaso de agua -.-Quiero que me digas exactamente lo que quieres hacer, si es que lo tienes claro – pero esas últimas palabras eran innecesarias, porque el rostro de Luz mostraba la determinación en ella -.
Dan y Gerard están realmente exhaustos, recorrieron el centro de eventos de arriba abajo, pero no consiguieron dar con la camarera.Para la una de la mañana se había dado por vencido y solo quería ir a su casa, darse un baño y tratar de dormir un poco. Aunque estaba seguro que sería imposible, porque la imagen de la chica sollozando, con los ojos cerrados, indefensa ante su bestial ataque, porque no había otra manera de describirlo.Afortunadamente, el efecto de la famosa píldora se había pasado con todo el susto y Dan las lanzó por el retrete sin dudarlo un segundo, cuidando de dejar solo una, a modo de prueba en caso de que la chica fuera a la policía.Ambos hombres se suben al auto que el equipo de seguridad de Gerard conducirá, su amigo lo ve y siente que por su culpa ese hombre en lugar de rejuvenecer ha envejecido diez años en un par de horas.-Gerard, en verd
Luz deja el cuchillo en su lugar, porque, aunque ese instrumento de cocina le diera la salida fácil, lo cierto es que ella es demasiado valiente para tomar el camino simple y rápido.Se sienta en el sofá, a mirar por la ventana y se seca el cabello en el proceso, pensando menos cosas que hace un rato, pero pensando, porque esa era la única manera de no llegar a ese recuerdo.Enciende la televisión, para buscar en qué entretenerse mientras llega Rafael, lo cierto es que no podrá dormir estando sola, y puede que acompañada tampoco por unos cuantos días, aunque eso ahora mismo es lo de menos.Pasa de un canal a otro, pero nada le resulta atractivo, se pone de pie y camina hasta la cocina, su estómago comienza a pedirle algo de comer, es lógico, desde el almuerzo no ha comido nada. Al abrir el refrigerador encuentra su postre favorito, un mousse de chocolate con crema batida.Saca un
La luz del sol golpean los ojos de Gerard, sonríe al ver que ha despertado con su hija entre sus brazos, cuyos cabellos castaños están repartidos por la cama.Se queda mirando la sonrisa que tiene en el rostro, esa aura angelical y con la luz entrando por la ventana, le da un toque casi celestial que le da un poco de paz, pero no la suficiente para silenciar a su consciencia.La puerta se abre de golpe y el rostro sorprendido de su prima le hace fruncir el ceño. Darcy entra rápidamente y cierra la puerta, da dos pasos para acercarse a la cama de la pequeña y despertarla, pero Gerard le hace un gesto con la mano para que se detenga.Con mucho cuidado de despertar a la pequeña, sale de la cama, toma del brazo a Darcy y la saca de la habitación.-¿Qué haces en la habitación de mi hija?-Es obvio, ¿no? Vengo a despertarla para llevarla al colegio – le dice ella so
Luz corre lo más rápido que puede, pero sus piernas no responden.El rostro de Rickon y el de aquel hombre con máscara negra y dorada la siguen desde cerca. No importa si grita o llora desesperada, nadie la escucha en esa habitación que se ha hecho gigantesca.Hasta que las garras del hombre desconocido la toman firmemente del brazo y la hacen chocar con ese cuerpo duro.Se despierta de aquella pesadilla gritando, en una habitación iluminada que no es suya…Le toma algunos segundos darse cuenta que está en la casa de Rafael, él entra asustado por la puerta, con el cabello revuelto y con ojeras bajo sus bellos ojos verdes.-¿Estás bien? – le dice acercándose para tocar su frente -.-Una pesadilla… pero no es mejor estar despierta.-Lo sé, pero un día pasará, te lo prometo.Luz solo asiente, porque no quiere hablar m&aac
-Madre, no voy a echarme atrás – el corazón de Luz latía con fuerza, porque luego de tantas veces que su madre le pidió que dejara su trabajo, ahora estaba totalmente en contra de que lo hiciera -. Ya tomé la decisión y Rafael lo entiende.-No entiendo, si ayer por la mañana lo defendías… no lo entiendo – para Mace era incomprensible, era frustrante y lo manifestó cerrando los ojos -. ¿Qué harás ahora?-Bueno, tengo suficientes ahorros, así que mi aporte al hogar no se verá mermado, si es lo que te preocupa.-No, Luz, no me refiero a eso… tú tenías un objetivo, ¿es que acaso lo dejaste de lado?-Por supuesto que no – la chica toma asiento en el sofá y se mira las manos, tratando de no caer en la desesperación -. Pero ya no será periodismo – mira a su madre con determinación