Capítulo 1
Cada día el inicio del día era el mismo: la alarma, un bostezo, estirar el cuerpo y salir de la cama con energía…. Porque levantarse con energía no era lo mismo que hacerlo con alegría.
Esos días habían quedado atrás para Luz Méndez, una chica de dieciocho años recién cumplidos, quien había tenido que postergar sus sueños de ser periodista por causa de las decisiones de otras personas, no pudo evitar recordar cuando sus padres hablaron con ella acerca de su situación.
“-Hija – dijo su padre -, sabemos cuánto quieres estudiar, pero debemos hablar sobre eso…
Tomó la mano de su pequeña con una expresión de dolor. Para un padre nunca ha sido fácil negarle algo a sus hijos, en especial si es algo tan vital en este tiempo, como estudiar.
-Mi niña, lo que pasa es que – el semblante de su madre era de absoluta tristeza -, a tu padre lo despidieron.
-¡No, eso no puede ser! – dijo Luz con desesperación, porque sabía lo que eso quería decir -. Papá es uno de los mejores trabajadores de Finnick y Abbot… no puede ser – en ese momento, Luz se abandonó al desaliento, porque el ingreso de su padre era considerable y sin él, ella ya no podría… -.
-Lo siento, mi niña. Por ahora, es necesario que sepas no es posible pagar tus estudios, pero en cuanto consiga un empleo igual o mejor que el anterior, podrás retomar tus estudios, te lo prometo.”
De eso ya casi un año y todo lo que podía hacer era seguir rogando por un milagro, buscando la manera de reunir el dinero, aunque le tomara varios años.
Luego de la habitual visita al baño para asearse, Luz regresa a su habitación para buscar la ropa más cómoda que le permita moverse por la casa.
Al estar lista, la chica de cabello castaño y ojos marrones claros baja las escaleras, encontrándose con sus padres, los que cada día la abrazan y le dan los buenos días, por supuesto que hoy no es la excepción.
-Buenos días, mi pequeña – le dice su padre, dejando un beso en la sien -. ¿Algún plan para hoy?
-Buenos días, papi. Hasta el momento nada – Luz se acerca a su madre para abrazarla y toma las riendas del desayuno -. Pero con la agencia nunca se sabe, a veces llaman un par de horas antes de un evento.
-No me gusta ese trabajo, hija – le dice su madre -. Me da miedo que un hombre se propase contigo.
-Ya hemos hablado de eso, mamá – le dice con algo de cansancio -, nuestro supervisor es muy estricto en eso. Siempre está vigilante, tanto para que las chicas no se involucren con los asistentes de los eventos, como para que estos no nos perturben.
-Eso es lo único que me deja tranquilo, mi pequeña – le dice su padre con seriedad -. De otra manera, te habría mandado a buscar otro trabajo.
-Los entiendo y sé que se preocupan por mí, pero aquí pagan muy bien y salirme no es un lujo que me pueda dar – mira a su madre -. Además, mamá nunca quiso entregar mis papeles en la agencia de empleadas domésticas y limpieza.
-Porque es un trabajo muy duro y me juré que mi hija no entraría en eso – su madre le toma las manos y sonríe, sin que el gesto llegue a los ojos -. Por ahora de camarera está bien.
Luz termina de preparar los alimentos y los tres se sientan a la mesa, hablando de la visita de su hermano mayor, quien ha entrado a la policía hace un par de años, un sueño que tuvo desde niño y que pudo cumplir.
“Al menos alguien puede cumplir sus sueños en esta casa”, piensa Luz, pensando en su progenitor.
Creció viendo a su padre trabajar como mensajero en diferentes oficinas, hasta que llegó a uno de los bufetes más importantes de la ciudad, allí se le dio la oportunidad de ser más que eso, dejándolo como encargado de la logística. Aunque su verdadero talento era la música.
Aun así, nunca lo escuchó quejarse. Siempre su familia fue lo más importante y todo lo que no fuera beneficioso para darles comodidad, era prescindible. Y la música no le daría lo suficiente para mantener a su familia.
Vuelve a la realidad cuando su madre le pide que la llame si debe ir a trabajar esa noche. Luz asiente y termina de comer.
Sus padres, al terminar, se despiden y se van a sus respectivos trabajos, mientras ella se dedica a limpiar la casa, tender las camas y buscar la ropa sucia para ponerla a lavar, escuchando su música favorita.
Todos saben que con música todo queda mejor, incluso la limpieza de la casa.
Cuando finalmente llega a su habitación, el teléfono la saca de sus tareas, al revisar la pantalla ve que es Rafael, su supervisor.
-Hola, buenos días, jefe.
-Hola Luz, ya te he dicho que no me llames jefe, al menos cuando no estemos en el trabajo – dice con su característica voz alegre -.
-Y yo le he dicho que prefiero mantener la formalidad – Luz suspira y se sienta en la cama -. ¿Hay algo para hoy?
-Sí – dice el chico con un suspiro de resignación -, es un evento exclusivo, una mascarada, aquí te proporcionaremos la máscara, que será parte del uniforme habitual. Te necesito aquí a las cinco de la tarde, con la trenza de siempre y zapatos cómodos, hoy será muy agitado. Avisa a tus padres que no hay hora estimada de término, pero nosotros dispondremos de transporte para su regreso.
-Perfecto, allá estaré puntual, muchas gracias por considerarme.
-No tienes nada que agradecer, te espero.
Ve la hora en su teléfono, luego de cortar, le quedan tres horas para arreglarse, más la hora de trayecto… se da cuenta que tiene poco tiempo para terminar con los quehaceres de la casa, hay cosas que deberán esperar para el día siguiente.
Busca su uniforme, lo deja ordenado en la cama y baja a la cocina a preparar la comida para sus padres, así su madre podrá llegar a descansar luego de limpiar casas todo el día.
Se come un sándwich de pollo, mientras cocina y termina de lavar ropa. En cuanto consigue apagar la estufa, corre a su habitación, solo le quedan dos horas y secar su cabello le toma algo de tiempo.
-Pero no es imposible – dice para sí misma con la finalidad de darse ánimo -.
Se baña rápidamente, sin dejar de pensar que todo es para su futuro.
Porque es una fiel creyente que nada en este mundo llega de regalo, te lo debes ganar a punta de esfuerzo y trabajo, así le tocó a ella y ya nada puede hacer para cambiarlo, le tocará esperar.
Hasta el mejor de los vinos debe tener su tiempo de espera para ser único.
Una vez duchada, se coloca una bata de baño y comienza a secar su larga cabellera, al terminar la trenza empezando desde la coronilla de la cabeza y la deja caer a un costado. Se maquilla con sencillez, porque lo suyo no es llamar la atención de esa manera, se viste rápidamente y, al ver la hora, decide pedir un Uber, ya que, si se traslada en autobús, no conseguirá llegar a tiempo.
Se preocupa de dejar todo asegurado y sale de la casa, marcando a su madre para avisarle del trabajo de aquella noche.
Mientras, en la misma ciudad, a varios kilómetros de allí, un hombre discutía con su mejor amigo y socio por la asistencia a una fiesta de máscaras.
Para Gerard Finnick todo eso se había acabado en cuanto la muerte decidió llevarse a su bella esposa Margaret hace cinco años.
-Vamos, Gerard, no es que tengas algo importante que hacer en casa – la insistencia de Dan ya estaba volviendo loco a Gerard -.
-Tengo a mi hija esperando en casa – le dice con sequedad, porque su amigo usualmente olvida ese detalle -.
-Pero si tú mismo le huyes a esa pequeña, evitas estar en casa porque te la recuerda…
-Eso no es de tu incumbencia – la molestia en su voz no es algo que pase desapercibido -.
-Gerard… eres mi amigo, mi socio, mi hermano… no puedo verte así, de esa manera. Aún eres joven, tienes treinta y dos años, estás como quieres, cualquier mujer estaría dispuesta a amarte…
-No quiero a otra mujer. Para mí solo h**o una y será la única que ocupe ese lugar en mi corazón.
-Entonces, al menos hazme caso y busca una niñera que se encargue de la pequeña Charlize, tu madre solo piensa en viajar y tu prima… pues no ayuda en nada. Harán de la pequeña una niña mimada, creída y no querrás lidiar con una adolescente así.
-Ya, me lo dice el padre experto – Dan se ríe y se sienta frente a su amigo -.
-No seré padre, pero sí hermano de cinco mujeres. Vamos… - le dice dándole un puño delicado en el brazo -, acompáñame hoy a la fiesta, la invitación es para los dos y no podemos despreciar a este cliente. Y mañana, yo mismo te ayudo a buscar niñera para mi querida sobrina, esa niña es demasiado dulce y bella para que Darcy la eche a perder.
-Todavía creo que tienes algo en contra de Darcy, pero no me quieres decir qué – le dice Gerard entrecerrando los ojos a su amigo -. Pero te haré caso, con ambas cosas. Iré… - su amigo aplaude feliz -, siempre y cuando tú me busques la famosa máscara, yo no tengo tiempo para esas boberías.
-No te preocupes, tú solo debes encargarte de ir con un lindo traje negro, pajarita y yo llevo las máscaras. Te prometo que te vas a divertir.
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Luz llega a las instalaciones de la agencia con quince minutos de adelanto. Al ingresar, ve a uno de sus colegas, Tony, salir de la oficina de su jefe y el chico le sonríe.
-Hola, Lucecita – la abraza y luego le sonríe -. Rafael está entregando el cheque de la semana pasada, así que entra ahora.
Luz se ríe ante el movimiento eufórico de sus manos, le da las gracias y entra a la oficina de su jefe, cerrando la puerta como siempre. Rafael en cuanto la ve, se pone de pie y se acerca a ella.
-¿Lista para esta noche? – le dice dándole el típico beso en la mejilla -.
-Sí, aunque fue bastante sorpresivo, porque normalmente nos das algo más de tiempo.
-Para ser honesto – le dice con algo de vergüenza -, no iba a llamarte. Este evento es demasiado grande, con gente importante, los invitados son grandes empresarios, políticos, y figuras públicas.
-¿Crees que no estoy lista para trabajar en algo así? – le pregunta Luz, sin dejar de mostrar decepción en sus palabras -.
-¡No, por favor! – la invita a sentarse y se sienta frente a ella, tomando las manos de la chica entre las suyas -. Es que, tú eres más bien tímida, demasiado inocente para lo que esta noche puede ocurrir.
-Ya, no es que vayan a tener sex0 allí mismo – Rafael pone una expresión que le dice que precisamente eso puede suceder -. Ok… trataré de no espantarme.
-Lo siento, pero este evento es muy importante para la agencia, sabes que llevamos poco tiempo y este tipo de fiestas pueden darnos un lugar – le acaricia la mejilla, un gesto que a Luz no le agrada mucho -. Y yo no dejaría que nada malo te pase.
-Rafael…
-Luz, en verdad me gustas. Si me aceptaras, no dejaría que trabajaras más en esto, te daría todo lo que quieras, lo que necesites… haría… - le dice acercándose más a la joven -. Haría tus sueños realidad.
Y sin perder más tiempo, Rafael une sus labios con los de Luz, quien por la sorpresa abre la boca, permitiendo que Rafael invada su boca con la lengua, invitando a la chica a que se una en ese sentimiento que es más que una simple atracción.
Pero lo que Rafael no sabe, es cómo reaccionará Luz ante esa intrusión.
Luz era joven, sí, pero con unas excelentes curvas, parte de la herencia latina de su padre y la piel pálida, herencia de su madre. Su estatura era el reflejo de su abue Melisa, lo que quiere decir, no fue suficiente para pasar el metro sesenta. Pero si algo tenía Luz es que no le gustaba que la forzaran a nada, eso para ella era totalmente imperdonable y lo que Rafael acababa de hacer lo hacía merecedor, al menos, de una bofetada y de su indiferencia por varios días. Lo aparta de ella y hace lo que tenía en mente, se lleva el rostro y la dignidad del chico con una bofetada que bien pudo escucharse en Washington. Él la mira con los ojos abiertos, con una de sus manos sobre el golpe, porque es obvio que le ha dolido como los mil demonios. -¡¿Quién crees que soy?! – le dice poniéndose de pie -. Yo nunca te di la confianza ni el mensaje de que podías besarme contra mi voluntad. -Luz, por favor… no quise ofenderte, yo en verdad estoy interesado en ti… te
La noche está bastante agitada para Luz y eso le gusta, porque ayuda a que la hora se le pase rápido. Hay mucha gente animada y se ha dado cuenta que algunas chicas de allí van con menos ropa de lo que deberían, algo la hace sentir un poco incómoda, pero trata de no prestar atención, porque está allí para trabajar, no para juzgar cómo se visten las mujeres.Luego de servir unos martinis, se va a la sala en donde están dispuestos los tragos y entremeses que se van a servir en el evento durante la noche. Allí la aborda Rickon, uno de sus colegas.-¿Cansada? – le dice sonriendo, dejando la bandeja vacía sobre la mesa -.-No todavía, aunque sí tengo mucho calor y sed.-Oh, pero eso se soluciona de una vez – el chico va hacia una nevera y saca dos refrescos, mientras Luz toma asiento un momento, para atarse las agujas y quitarse la máscar
Si alguien le hubiese dicho a Rafael lo doloroso que era ver a la mujer se su vida llorar sin consuelo y no poder hacer nada para detener esas lágrimas descontroladas, no se lo hubiese creído.Pero allí está, conduciendo hasta su departamento para dejar a Luz y luego volver al evento, porque si de algo estaba seguro, es que iba a encontrar al maldito y lo haría pagar con creces el daño que le había causado a una chica inocente como Luz.Al llegar al edificio, Rafael la ayuda a bajar y la conduce al interior, afortunadamente a esa hora la cordialidad del conserje se limita solo a una inclinación de cabeza, así que el camino es expedito hasta el elevador.Nada más entrar a la caja metálica, Luz se abraza a sí misma bajo la chaqueta que Rafael le dio en el auto, de alguna manera necesitaba hacerla sentir segura con él en ese momento.Se sentía una basura por hab
Rafael camina de un lado a otro, pensando cómo comenzará la búsqueda de ese criminal, pero primero tiene que asegurarse de que Luz esté bien.No lleva mucho tiempo en su habitación, pero puede ser el suficiente para que atente contra su vida y eso lo tiene angustiado.Lo que él no sabe es que Luz es más fuerte de lo que se ve. Y se lo dejará claro justo ahora.Sale vestida con un suéter de hilo, un pantalón de pijama que le queda grande y el cabello envuelto en la toalla.-¿Cómo te sientes?-Como si la muerte no hubiese hecho bien su trabajo… - él le indica que tome asiento en el sofá y va hasta la cocina por un vaso de agua -.-Quiero que me digas exactamente lo que quieres hacer, si es que lo tienes claro – pero esas últimas palabras eran innecesarias, porque el rostro de Luz mostraba la determinación en ella -.
Dan y Gerard están realmente exhaustos, recorrieron el centro de eventos de arriba abajo, pero no consiguieron dar con la camarera.Para la una de la mañana se había dado por vencido y solo quería ir a su casa, darse un baño y tratar de dormir un poco. Aunque estaba seguro que sería imposible, porque la imagen de la chica sollozando, con los ojos cerrados, indefensa ante su bestial ataque, porque no había otra manera de describirlo.Afortunadamente, el efecto de la famosa píldora se había pasado con todo el susto y Dan las lanzó por el retrete sin dudarlo un segundo, cuidando de dejar solo una, a modo de prueba en caso de que la chica fuera a la policía.Ambos hombres se suben al auto que el equipo de seguridad de Gerard conducirá, su amigo lo ve y siente que por su culpa ese hombre en lugar de rejuvenecer ha envejecido diez años en un par de horas.-Gerard, en verd
Luz deja el cuchillo en su lugar, porque, aunque ese instrumento de cocina le diera la salida fácil, lo cierto es que ella es demasiado valiente para tomar el camino simple y rápido.Se sienta en el sofá, a mirar por la ventana y se seca el cabello en el proceso, pensando menos cosas que hace un rato, pero pensando, porque esa era la única manera de no llegar a ese recuerdo.Enciende la televisión, para buscar en qué entretenerse mientras llega Rafael, lo cierto es que no podrá dormir estando sola, y puede que acompañada tampoco por unos cuantos días, aunque eso ahora mismo es lo de menos.Pasa de un canal a otro, pero nada le resulta atractivo, se pone de pie y camina hasta la cocina, su estómago comienza a pedirle algo de comer, es lógico, desde el almuerzo no ha comido nada. Al abrir el refrigerador encuentra su postre favorito, un mousse de chocolate con crema batida.Saca un
La luz del sol golpean los ojos de Gerard, sonríe al ver que ha despertado con su hija entre sus brazos, cuyos cabellos castaños están repartidos por la cama.Se queda mirando la sonrisa que tiene en el rostro, esa aura angelical y con la luz entrando por la ventana, le da un toque casi celestial que le da un poco de paz, pero no la suficiente para silenciar a su consciencia.La puerta se abre de golpe y el rostro sorprendido de su prima le hace fruncir el ceño. Darcy entra rápidamente y cierra la puerta, da dos pasos para acercarse a la cama de la pequeña y despertarla, pero Gerard le hace un gesto con la mano para que se detenga.Con mucho cuidado de despertar a la pequeña, sale de la cama, toma del brazo a Darcy y la saca de la habitación.-¿Qué haces en la habitación de mi hija?-Es obvio, ¿no? Vengo a despertarla para llevarla al colegio – le dice ella so
Luz corre lo más rápido que puede, pero sus piernas no responden.El rostro de Rickon y el de aquel hombre con máscara negra y dorada la siguen desde cerca. No importa si grita o llora desesperada, nadie la escucha en esa habitación que se ha hecho gigantesca.Hasta que las garras del hombre desconocido la toman firmemente del brazo y la hacen chocar con ese cuerpo duro.Se despierta de aquella pesadilla gritando, en una habitación iluminada que no es suya…Le toma algunos segundos darse cuenta que está en la casa de Rafael, él entra asustado por la puerta, con el cabello revuelto y con ojeras bajo sus bellos ojos verdes.-¿Estás bien? – le dice acercándose para tocar su frente -.-Una pesadilla… pero no es mejor estar despierta.-Lo sé, pero un día pasará, te lo prometo.Luz solo asiente, porque no quiere hablar m&aac