Capítulo8
—Yo… yo...

—Lara, esto que estamos haciendo no está bien...

Faustino, tartamudeando un poco y con el rostro enrojecido, había pasado el día pensando que definitivamente quería acostarse con Lara. Pero llegado el justo momento, no se atrevía, su mente era un completo caos. Temía que Larisa se enterara, y también temía que precisamente Rosalba lo reprendiera por no ser una buena persona.

—¿No está bien y aún lo deseas? ¡Hipócrita! —Lara echó un ligero vistazo a la parte inferior de él y con una mirada complacida se lo dijo.

—Lara, de verdad no tengo esa intención… —Faustino miró de reojo a su buen amigo, lamentándose. Desde que comió la serpiente blanca, siempre que se acercaba a una mujer y recibía un poco de estímulo, perdía por completo el control. Pero ¿quién iba a creer eso si lo contaba?

—Deja de fingir, Faustino, de ahora en adelante seré tuya, ¡en realidad, no te sientas avergonzado!

Ella se tapó la boca y se rió a carcajadas mientras se acercaba seductoramente.

—Lara, no, ¡no ha
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