Capítulo12
—Faustino, si estás cansado, mejor déjame bajar.

Rosalba no dijo más, solo expreso su preocupación.

—No te preocupes, señorita Torres. ¡Te llevaré en mi espalda sin cansarme nunca! —sonrió Faustino traviesamente.

La clínica estaba muy cerca; él se apresuró a poner a Rosalba en la cama.

—Espérame aquí, señorita Torres. Iré a buscar en este momento el medicamento.

Faustino se giró hacia el cuarto de medicamentos y entró rápidamente sin darse cuenta de que, al hacerlo, el rostro de Rosalba se volvió extremadamente sonrojado. Se frotó con delicadeza la zona dolorida del trasero, pensando que él no lo había hecho a propósito cuando la había llevado.

Pero, después de todo, hombres y mujeres son diferentes, y Rosalba no pudo evitar preguntarse si Faustino había actuado así porque siempre pensaba en las mujeres. Después de todo, él ya tenía diecinueve años, y era natural que en realidad anhelara ese tipo de cosas.

Faustino ya no es un niño. Es hora de encontrarle una pareja. Rosalba lo pensó p
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