Capítulo15
Pero Faustino, al observar las redondeces tentadoras de las caderas de Larisa, también se sentía tremendamente excitado. Imaginarse haber hecho de verdad que Larisa se orinara en el proceso, seguro que sería en realidad una experiencia muy intensa y tentadora.

Esta muchacha era muy jovencita, pero sus caderas rivalizaban con las de Rosalba, atrayendo al instante las miradas de cualquiera que las viera. Además, ahora solo llevaba puesto un pequeño panti mojado, sus largas piernas expuestas al aire, haciendo que él no pudiera evitar disfrutar con agrado de la vista.

—¡Maldito Faustino, lárgate ya, necesito cambiarme!

Al ver la mirada curiosa del muchacho, Larisa lo fulminó con la mirada y le apuntó a la puerta para que se fuera de inmediato a la planta baja.

—Larisa, ponte ahora mismo el pantalón, ya te he visto todo, no hay necesidad de ocultármelo —se rió Faustino burlonamente.

—¡Maldito, eres un verdadero sinvergüenza! ¡Cómo te atreves a aprovecharte de mí!

Larisa estaba muy furi
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