Capítulo22
A la dos de la tarde, era el momento más caluroso del día. A pesar del sol abrasador, Faustino salió muy despreocupado de casa y apenas sintió el calor. Cerca de la tienda de vivieres había un viejo árbol de sauce y un campo de maíz. Fue precisamente allí donde él se escondió la vez anterior.

Cuando llegó allí, Faustino no pudo evitar recordar cómo Larisa se inclinaba con las caderas, revelando una escena de un total paraíso ante sus ojos.

—Esta muchacha en realidad es bastante buena. Si pudiera casarme con ella y abrazarla todas las noches, seguro que sería realmente muy feliz.

Después de reflexionar por un momento, Faustino en ese momento vio a Larisa acercándose. Sin embargo, a su lado había un joven alto y delgado, de piel muy clara y con gafas. Estaba bien vestido y tenía un aire de excelente refinamiento.

Larisa hablaba con él de manera muy casual, de vez en cuando soltaba risas cristalinas. Y la mirada de ese joven estaba todo el rato fijada en ella.

— Larisa, ¿Y este quién es?

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