Capítulo14
—¡Mamá! Espera un momento, yo... yo acabo de despertar y ¡todavía aún no me he vestido!

Larisa, presa por completo del pánico, sintió su corazón latir desbocado como un cervatillo asustado. Si Iliana la veía en ese estado tan lamentable, moriría de vergüenza. Sin preocuparse por cambiarse la ropa interior, rápidamente se puso un pantalón.

Después de hacer esto, ella respiró muy hondo y, aclarando la garganta, abrió de inmediato la puerta.

—Está bien, mamá, puedes entrar.

Con un chirrido, Iliana empujó la puerta y entró con cautela. Al ver la cara de Larisa roja como un tomate y parada rígida en la puerta, frunció muy seria el ceño y le preguntó:

—¿Qué te pasa, niña? ¿Por qué tienes la cara tan roja? ¿Y por qué gritabas de esa manera?

—Mamá, es que tuve una pesadilla y me asusté muchísimo.

Larisa, con la cabeza agachada, improvisó una excusa muy torpe.

—¿Una pesadilla? ¿Qué clase de pesadilla te hizo gritar así?

Iliana seguía con una expresión de extrañeza total, pero no siguió interrog
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