Sin embargo, mientras hablaba, no notó la evidente inquietud en el rostro de Conrad.—Mocoso, no quiero rebajarme a tu nivel. Discúlpate con mi novia y lárgate de aquí —amenazó Conrad, alarmado porque Faustino había detectado la falsedad de la esmeralda—. ¡O atente a las consecuencias!Quería echarlo antes de que notara otras irregularidades.—¿Oíste? Hiciste enojar a mi novio. Las consecuencias serán graves. ¡Discúlpate y lárgate! —Valeria, sintiéndose poderosa con el respaldo, se volvió arrogante.—¿Por qué debería disculparme si no dije nada incorrecto? —respondió Faustino tranquilamente.—¿Calumnias a mi novio, insinúas que no tengo cerebro, y dices que no dijiste nada malo?—Solo dije la verdad. No tienes cerebro, y lo peor es que ni siquiera tienes buen pecho —respondió Faustino con indiferencia.—¿Tú... te atreves a insultarme? —chilló Valeria, sacudiendo el brazo de Conrad—. ¡Conrad, dijiste que eras cinturón negro en taekwondo! ¡Dale una lección a este mocoso insolente!—Valer
—¿¡Cómo te atreves a levantarme la mano!? —exclamó Valeria.La cachetada que recibió le había dejado una mezcla de humillación y rabia en el rostro. Sin embargo, al notar la ropa de marca que llevaba Larisa, que fácilmente costaba miles de dólares, intuyó que debía ser alguien de peso y prefirió morderse la lengua.—¡Bah! ¿Y qué si te pegué? —le espetó Larisa—. ¡Eso te pasa por andar de resbalosa con mi novio!Aunque Larisa se dio cuenta de que había actuado sin pensar, recordó lo horrible que Valeria había sido con Faustino y pensó que, si pudiera regresar el tiempo, ¡le daría otra cachetada sin dudarlo! Victoria, por su parte, no dijo palabra, pero su cara lo decía todo: aprobaba completamente lo que Larisa había hecho.—¡Miren nada más, la princesita se cree mucho! —soltó Valeria con desdén.A Faustino le dio tanta gracia ver a Larisa defendiéndolo como una fiera que no pudo contener la risa.—¡Conrad, mira! ¡Se está riendo de mí en mi cara! —chilló Valeria.La risa de Faustino solo
— No es nada importante, con que el dinero se haya devuelto está bien. Vuelva a su trabajo.Faustino, al ver el mensaje de confirmación de que los 910.000 dólares ya estaban en su cuenta, hizo un gesto con la mano desinteresado a la empleada.— De acuerdo, señor. Si tiene algún problema, puede contactarme en cualquier momento, será un placer atenderle.La empleada hizo una reverencia de noventa grados, dejó una tarjeta y regresó a la tienda.— Faustino, ¿cómo puedes ser tan descuidado? ¡Gastaste cien mil dólares como si fueran diez mil!Larisa no pudo evitar reprenderlo.— Faustino, la próxima vez ten más cuidado al comprar.Victoria le hizo una advertencia.— Je, je, lo sé, la próxima vez prestaré más atención.Faustino se rascó la cabeza y rió.— Este chico… ¿cómo puede tener tanto dinero…?¡Valeria se quedó completamente atónita! Al principio pensó que Faustino era mantenido por Larisa, ¡pero ahora se dio cuenta de que estaba equivocada! ¡El que realmente tenía dinero era Faustino!
Larisa pensó que Faustino solo la tenía a ella, así que, naturalmente, las prendas íntimas serían para ella. Pero más de cien conjuntos... ¡la idea le parecía aterradora! ¿Se volvería Faustino incontrolable, como un potro desbocado?Faustino se dio cuenta de la confusión de Larisa, pero no supo cómo explicárselo, así que siguió la corriente, con una sonrisa pícara.— ¡Ay, Faustino, qué pesado eres!Larisa estaba avergonzada y molesta.— ...Faustino parece tan sencillo, ¿cómo...? ¿cómo es posible...?Victoria, al ver la sonrisa y la exagerada actuación de Faustino, se rio entre dientes. Además, al ver la lencería, se sonrojó un poco, como Valeria. Era muy conservadora. ¡Si tuviera que usar ese tipo de ropa, jamás lo aceptaría! Lo que Victoria no sabía es que, poco después, ella misma usaría esa ropa en la cocina, haciendo el amor con Faustino y llegando al clímax...Mientras Victoria pensaba en lo sensual de la ropa, Larisa le dijo a Faustino:— Faustino, ¡es demasiada ropa! ¿No podrías
—¿No es obvio? —dijo con sarcasmo.—Victoria acaba de llegar y por supuesto que tengo que ayudarla a familiarizarse con todo.—Esta noche me quedaré con Victoria, así que ni creas que iré contigo.Larisa miró de reojo a Faustino, sabiendo perfectamente las intenciones que escondía. Además, después de lo de anoche, donde Faustino casi la deja sin poder caminar, todavía le dolía la entrepierna. No había manera de que esta noche compartiera la cama con él.—Larisa, Faustino, de verdad les agradezco tanto —dijo Victoria con cierta pena—. Cuando terminen de construir su casa, prometo hacer una huerta enorme y llenarla de vegetales frescos. También podríamos criar pollos, patos y peces, ¡así podré cocinarles deliciosos platillos todos los días!Victoria se dirigió a ambos con un tono de disculpa. Se sentía apenada por recibir tantas atenciones sin haber hecho nada a cambio, y pensaba que la mejor manera de retribuirles sería cocinando para ellos.—Claro que sí, Victoria. Ya verás cuánto trab
Lo que pasa es que Olya no tenía ni la menor idea de que Lisy era familia de Faustino. Si lo hubiera sabido, ¿cómo iba a dejar que sus parientes armaran semejante escándalo?—¡No me vengas con eso de "señor"! —rugió Lisy, echando chispas mientras apuntaba a Olya con el dedo—. ¡Es apenas un mocoso malcriado!—¿Me están diciendo que yo, ¡su propia tía!, tengo que esperar como cualquier extraño? —continuó, hirviendo de rabia—. ¿¡Dónde se ha visto semejante cosa!?Lisy estaba que echaba humo, soltando improperios contra Olya como si fuera una víbora escupiendo veneno.— Lisy, hace siglos que no vienes al pueblo, y siempre te has mantenido alejada de Faustino — intervino Federico desde la multitud. Faustino era su futuro yerno, así que tenía que defenderlo. — ¡Ahora que está construyendo su casa vienes a armar lío! ¡¿Qué intenciones tienes?!— ¡A ti qué te importa! — le respondió Lisy, sin pelos en la lengua. — ¡Aunque seas el alcalde, qué más tienes que los demás? ¡Los asuntos de los Lóp
—¡Pues claro que no les tengo miedo! ¡A ver qué se creen capaces de hacer! — respondió con valentía.— ¡Con Faustino, Rosalba y yo aquí, no permitiremos que se salgan con la suya! ¡Quítense de en medio y dejen trabajar a los albañiles! — exclamó Lara, igual de desafiante. La furia de Lisy y sus ataques hacia ella y Rosalba la habían enfurecido aún más.— ¡Zorra, qué te importa lo de los López! ¡Lárgate de aquí, que me estás estorbando! — Lisy seguía con sus insultos.Pero antes de que la discusión escalara más, Adrián se acercó y le propinó una bofetada a Lara, tan rápida y fuerte que la dejó con una marca roja e inflamada en la mejilla.— ¡¿Te atreves a pegarme?! ¡Te voy a matar! — Lara, lejos de quedarse callada, se preparó para defenderse.Pero antes de que pudiera reaccionar, Alberto, el padre de Adrián, un hombre corpulento y fornido, se interpuso. Con una mirada amenazante, le dijo:— Si no te importa quedar hecha un guiñapo, adelante.Alberto era profesor de taekwondo, y era
Rosalba, aunque ciega, escuchó los golpes a Lara y, desesperada, trató de llegar hasta ella a tientas.—¡Quítate, ciega de mierda! — Lisy la empujó sin contemplaciones, haciendo que Rosalba cayera al suelo, lastimando sus manos con las piedras afiladas.—¡Esto es una locura! ¡Todos juntos, echémoslos de Rosal! — Algunos aldeanos querían intervenir, pero Nacho y Yolanda los detuvieron.—Déjenlos, son asuntos de los López. —dijo Nacho—. ¡Cuidado, Lisy tiene un ladrillo en la mano! ¡No se metan, que pueden salir heridos! ¡Además, esto es un estado de derecho, pelear es ilegal! ¡Tendrían que pagar una fortuna en compensaciones!Los aldeanos, tras escucharlos, dudaron.—Estos parientes del señor López son unos salvajes — murmuró uno. —Debería preguntarle al señor López si quiere que detengamos a estos tres.Olya, que había estado observando todo, decidió llamar a Faustino. Pero antes de que pudiera marcar, escuchó un rugido a lo lejos:—¡Malditos hijos de perra! ¡Si tienen huevos, vengan