Capítulo 306
Faustino soltó a Mariana y, maldiciendo, alzó a Alice.

—¡Maldito niño de porquería, no te atrevas a tocarme o te morderé hasta hacerte sangrar!—Alice, temblando de rabia incontrolable y con los ojos inyectados en furia, le clavó los dientes en el hombro a Faustino con todas sus fuerzas.

Sin embargo, para su sorpresa y frustración, el hombro de Faustino era duro como el acero mismo. Sintió como si estuviera intentando morder una placa de metal blindado, y el dolor en sus dientes le hizo soltar un gemido ahogado. Solo entonces recordó, con una mezcla de rabia e impotencia, que el cuerpo sobrenatural de Faustino era tan duro que ni siquiera las balas podían atravesarlo, ¿cómo iban sus débiles dientes humanos a causarle algún daño? No tuvo más remedio que dejarse cargar, maldiciendo internamente su situación.

—¡Olvídala ya, tenemos que correr!—Mariana tiró del brazo musculoso de Faustino con urgencia, y ambos comenzaron a correr por el oscuro y húmedo pasadizo, sus pasos resonando contra l
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