Capítulo 2

Tras muchos meses cesante, Raúl por fin encontró un trabajo fijo. Aquello aumentó su aversión a las drogas recreativas, muy lejos de disminuír su consumo.

Creo que ahí se fue definitivamente a la m****a su arte, pues sus compañeros de laburo eran bastante buenos para la fiesta y casi ya ni pasaba en casa. Conoció un montón de gente nueva y ya no estaba tan disponible como siempre. Era el alma de los asuntos extra laborales dentro de la empresa en la cual trabajaba y eso al parecer lo hizo olvidarse por un rato de sus antiguos camaradas.

Además de todo aquello su madre estaba contenta con su nuevo género de vida que además de un hijo bien vestido le proporcionaba un fuerte aporte económico a las cuentas del hogar, cosa que hizo disminuír más aún el hecho de que su familia lo viese en su propia casa bebiendo y drogándose, ya que Raúl, aplicando su estrambótica teoría del chapismo, hacía esas cosas por fuera. Estoy seguro de que tenía un vacío asqueroso en el alma y que no fue una persona feliz durante esa temporada de funcionario asalariado.

Estaba trabajando en una pega de m****a como reacción al mero hecho de sentirse perdedor, de la misma forma en que había votado a favor del TTP 11. No es que ganará mucho dinero tampoco, pero al menos sus ingresos eran seguros y no dependía de vender un cuadro tapado en polvo como para sufragar sus gastos de treinton soltero que aún vivía en casa de su madre. Desde ese entonces ya no era muy divertido conversar con el, puesto que solo daba la lata con lo del trabajo y sus aventuras con sus nuevas juntas. Por otra parte estaba rematando a muy bajo precio sus pinturas y aquello le hizo generar un poco más de dinero y de ahí en adelanté se podía decir que estaba más que conforme con la platita que le estaba llegando a fin de mes.

Por otra parte me había dicho que quería adoptar la lectura como pasatiempo por primera vez en su vida y me pidió que le prestara un libro. De puro pesado le pasé Rayuela de Cortázar y la leyó un fin de semana en el cual se quedó por obligación en la casa por culpa de una cagadita que se había mandado con una compañera de laburo estando borracho durante la noche del viernes, puesto que la había acosado o algo así. Esa misma madrugada se zampó una buena dosis de hongos alucinógenos y como no pudo dormir durante varias horas se dedicó a la novela, experiencia que lo enriqueció enormemente durante ese sábado y ese domingo y creyó que no iba a ser muy díficil escribir la suya propia una vez que la terminó. No me di cuenta hasta qué punto le había influenciado esa mezcla de drogas y literatura hasta un día lunes que me llamó para invitarme a unas cervezas en el bar de René con el fin de hablar de Rayuela. Nos sentamos en la terraza para contemplar el gentío vespertino que buscaba no sé qué vaina en ese barrio llamado Barrio Italia. Era una tibia tarde de invierno.

— Buena borrachín —Le dije apenas servimos los primeros vasos. —Puta que estás ganando plata huevón.

Andaba serio. Realmente serio.

—Tengo lista mi teoría del chapismo, hermano —Dijo—. Unas cervecitas piola y me voy a la casa para comenzar a escribir.

—Todavía no se en que m****a consiste ese chapismo —Dije.

— Chapismo, hermano mío. Comunismo, animalismo, veganismo, feminismo. Todo es chapismo, hermano.

— Chucha. No está muy claro. Deberías definirlo primero. Deberías buscar una especie de imperativo categórico.

— Ya lo encontré, hermano Lucho Pipe.

— ¿Y cual vendría a ser ese?

— Una revolución no nace desde el corazón para morir por ella. Nace desde el mensaje para vivir de el.

— ¿Me estás hueveando? —Pregunté riéndome.

— No, hermano mío. De hecho no sé si te fijaste, pero con esto estoy mandando a la m****a el idealismo romántico.

Encendí un cigarro para fumarlo apreciativamente. Intuía que aquella burrada estaba a punto de tranformarse en algo interesante desde una perspectiva de 180 grados si es que efectivamente uno lograba voltear la cabeza para mirar aquella escena.

— ¿Y que tiene que ver eso con Rayuela huevón? ¿En que te influenció?

— Todo es un absurdo, hermano mío. Cortázar la tenía clarísima.

— Explicate.

El primer litro de cerveza no nos duró ni diez minutos y pidió otros dos en el acto. Yo puse mis cigarros baratos sobre la mesa y por primera vez desde que fumaba esas porquerías no me daba vergüenza hacer eso.

— Guarda esas huevadas —Me dijo, refiriéndose a mis Carnival—. Se ven feas acá. Prefiero que fumes de los míos.

De veinte cigarros me quedaban unos dieciocho. Intuí que más tarde los íbamos a necesitar.

— Puta que estás cagado, hermano Luis Felipe —Me dijo—. Pensar que cuando te conocí fumabas Luky

Strike. ¿No te da vergüenza haber caído tan bajo?

— Cuando veo esos Carnival lo único que pienso es que pasé de gastar cuatro lucas diarias a una sola. No vale la pena echarse más plata en un vicio de m****a que no te aporta ningún beneficio. Recuerda que ahora tengo un hijo.

— Pero ahora estamos en un bar pues, Lucho Pipe. ¿Que onda? ¿Que pasa si enganchamos unas minitas y te ven fumando esa m****a? Van a creer que eres pastero.

— Si tus intenciones son esas, deberías saber que yo no debería estar aquí y no me preguntes por que. Estás claro que no estoy ni ahí con hablar del tema.

Raúl me miró como con una especie de lástima. Sabía a lo que me refería y al parecer aquello lo afectó realmente. Hice como que no me importaba.

—En fin —Dije— ¿A que iba Rayuela con tu super teoría del chapismo? 

— Ah, hermano. Eso. Todo es un puto absurdo y Cortázar la tenía clarísima. De aquí en adelante me tienes que llamar Raúl Olivera.

— ¿A que vas con que todo es un puto absurdo, Raúl Olivera?

— Nada va a cambiar, hermano mío. Estamos destinados a ser infelices. Toda la challa que existe es una construcción social y a nadie le importa nadie porque es imposible comunicarse bien. Da lo mismo lo que yo haga. Solo debo preocuparme de mi. Creo que a fin de mes voy a renunciar a la pega.

— ¿Por qué?— Pregunté, intuyendo en el acto que aquella decisión no tenía nada que ver con problemas existenciales.

— Me tiene aburrido la huevada, la gente, todo, hermano mío. Con la teoría del chapismo estoy a un solo paso de manipular toda la realidad a mí favor, querido Lucho Pipe.

— Sigo sin entender una m****a.

— Chapismo, un mercado gratis de todas las chapas que quieras. Tomas solo las que necesites y las usas, te las pones, te comprometes con las chapas. Luego se alinean las chapas que son iguales y logras conseguir todo lo que quieres. ¿Entiendes ahora hermano Luis Felipe?

— La verdad es que no —Mentí.

— Rayuela es la cuna del chapismo, hermano. ¿Como se llamaba ese personaje que era músico?

— Ronald.

— Ronald, el pelirrojo de la camisa a cuadros. El loquito sale a pegar afiches en favor de la Argelia libre. Le encuentro toda la razón a Horacio cuando le alega.

— ¿Le alega qué?

— Que es absurdo lo que hace, hermano mío. El colorín de la camisa a cuadros está puro tirando la challa. No es una causa que lo comprometa. Ni siquiera es francés.

— Ni siquiera es argelino, pensé que ibas a decir.

— Peor todavía, hermano —Dijo, sin saber si lo que yo dije no lo entendió o si efectivamente me expresé como las pelotas—. Peor todavía, hermano. Ni siquiera es argelino. Por eso Horacio se burla de él.

— Da igual —Dije— ¿O sea que tú asumes que solo por eso Horacio tiene la razón?

— Más que la razón, hermano. El socio colorín cree que se está comprometiendo con una realidad, pero realmente no lo está haciendo. Es sólo una maldita ilusión. Y el chapismo es eso, solo una ilusión. Las personas que encarnen la teoría del chapismo tienen el poder de manipular eso sí lo hacen de manera consciente. 

— ¿Y tú crees que esa es la solución? ¿Pasar a llevar a un montón de gente solo por tu afán de manipular realidades?

— Exacto, hermano mío. Es matemáticamente imposible que yo pueda calcular el sufrimiento del resto y eso me da la garantía de no saber si la persona que está fuera de mi realidad está sufriendo o no, de hecho hay altas probabilidades de que esté mintiendo.

Tras tragar un buen sorbo de cerveza Raúl continuó:

— Encontré el camino de la abundancia, hermano. Nunca más me irá mal en la vida.

Al principio creí que Raúl estaba hablando puras huevadas, pero su tono de voz no mentía. Simplemente estaba llegando demasiado lejos en su afán de sentirse tan minimizado y me dio rabia estar consciente en ese momento que el único amigo de confianza que me iba quedando se estaba transformando en una especie de sicópata de manera muy voluntaria y consciente. Lo peor de todo es que aquello no le iba a solucionar la vida puesto que indirectamente había sido una huevada que siempre había hecho. Al parecer notó mi molestia.

— ¿Te pasa algo Lucho Pipe?

— Escuchate, huevón. ¿Por qué crees que me salí de la carrera más allá de estudiar en un instituto barato? Tu mismo decías, que para ti también era un motivo: manipular la realidad, tener ese poder hijo de puta de la comunicación, ser aspirantes a obligar a personas a consumir productos que la gente no necesita. ¿Qué chucha hermano? Ahora piensas peor que antes. Ahora quieres obligar a la gente a hacer cosas que no necesitan, como aprobar y contribuir a tu estúpida sed de victoria, por ejemplo.

Tomé mi mochila y mi guitarra. Quería irme a la m****a. Me estaba poniendo de pie cuando Raúl me puso la mano encima del hombro.

—Calma, hermano— Me Dijo— Tienes razón. Me estoy transformando en un conchesumadre.

—O quizá no. Eres huevón no más. Pasaste de idealizar tu depresión por ser artista a idealizar tu locura en tu condición de drogadicto.

— No seas cruel, hermano Luis Felipe.

— ¿La verdad duele no?

Se nos habían acabado las dos cervezas que pidió Raúl. Me estaban invitando y me puse a sacar cálculos; No podía gastar porque no tenía contemplada una tarde de bar un día lunes y me estaba entrando sed. Cuando estaba a punto de corromper mi afán de responsabilidad financiera González pidió dos más y me sentí mágicamente salvado.

—Yo solo quiero dejar de ser un perdedor, hermano —Dijo—. Estás equivocado cuando hablas eso de que quiero pisotear a la gente.  

— Tu teoría del chapismo es peor que el fascismo.

— ¿Lo dices por los símbolos?

— Puede ser. Estas dos y me voy.

— ¿Tan temprano hermano? No son ni las ocho.

— No es por eso. Ando sin plata y…

— Tranquilo, Lucho Pipe. ¿Cuantas veces me invitaste antes, cuando eras un winner? A todo esto. ¿Que será de ese zapallo de Javier?

— Ni idea. Nunca más lo volví a ver.

Raúl hizo un gesto que uno podía interpretar como cualquier huevada, la que sea. No alcancé a preguntarle a qué santo venía eso antes de que el mismo confesara:

— Estoy harto de ser un perdedor, hermano. Trabajar en esa empresa de m****a no me ayuda mucho.

— Dedícate a lo tuyo y hazlo bien. Se constante y vencerás. Eres el típico huevón que invierte más tiempo en hablar y pensar en los problemas que en otra cosa, como solucionarlos, por ejemplo.

— La teoría del chapismo es la solución a los problemas. Ahora solo me queda escoger mis chapas.

— La pintura es tu solución, huevón.

— Olvídalo, Lucho Pipe. ¿Y si vendo droga?

Decidí rendirme. Raúl no iba a cambiar y yo tampoco. Comenzó hasta a darme un poco de lástima. Y pese a mi hostigamiento, el huevón seguía hablando y en parte me daba cada vez lo mismo, puesto que la borrachera iba avanzando cada vez más.

— ¿Y tú?

— ¿Yo qué?

— ¿Que vas a hacer para dejar de ser un perdedor?

— Nada

— ¿Como nada?

— ¿Que quieres que haga? Mi abue se murió hace muy poco tiempo. Ramona me aguantó seis meses de duelo y me mandó a la m****a y hasta está saliendo con un huevón parece. Estoy pasando por una mala racha y esas huevadas se van. Ya va a pasar. Ya volveré a ser el mismo hijo de puta de antes, ese huevón que tenía la autoestima en la estratosfera. Vos tampoco deberías sentirte tan perdedor.

— ¿Por qué lo dices, hermano mío?

— Te está llendo como la m****a, aceptemoslo, aunque ni tanto, no tanto como a mi. ¿Pero tú crees que eso es una forma de ser o simplemente una puta circunstancia? Resolver el enigma es fácil. Solo basta con saber distinguir un verbo de un adjetivo.

— Nunca me fue bien en lenguaje y comunicación. Habla más simple, hermano mío.

— Es una mala racha. Una puta mala racha. Las malas rachas son circunstancias, no formas de ser. Son acciones, no cualidades. A mí me está llendo como la m****a, incluso peor que a ti. Aún así estoy tranquilo.

Raúl se puso de pie y me dió un abrazo de esos de cumpleaños o de año nuevo, de esos que ningún ser humano derrocha excepto él.

— Por eso te quiero, hermano Luis Felipe. Contigo encuentro claridad.

— No exageres, huevón —Dije, bastante incómodo—. Esfuérzate un poco y conseguirás lo que quieras, pero no días ni semanas ni meses. La huevada tiene que ser constante.

— En fin. ¿Vamos por la última Lucho Pipe?

— ¿Y no te ibas a ir a escribir?

— Después de la última.

— O sea que dos más.

— La última jamás es la última, hermano.

— Me parece bien.

— ¿Te quedan de tus cigarros?

Volvíamos al tema, una y otra vez. Después de esas dos vinieron dos más y perdí el puto último bus que salía hacia el periférico pueblo donde estaba viviendo. Una vez más me terminé quedando en su casa y terminé, una vez más, durmiendome borracho.

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