Por la mañana desperté con más pena que resaca en una pieza que me habilitó la mamá de Raúl.
Era una mañana de m****a. El cielo nublado de la calle Madrid proporcionaba una fúnebre impresión hacia la vista por culpa de haberse levantado demasiado temprano en una jornada donde se supone que no se iba a trabajar, pero que sin embargo se tenían cosas que hacer; Estar con mi hijo.
Volví a la cama porque la puerta de salida estaba cerrada con llave y recién ahí recordé que tenía teléfono nuevo. Vi la hora y era más temprano de lo que creí. Me metí a play store y descargué F******k, W******p, i*******m y Messenger. Di de alta mis cuentas, cerradas desde hace casi 8 meses. Como aún no quería adaptar el vicio de pasarmela en comunidades virtuales me puse a wikipediar nombres de futbolistas ya retirados y caí en Harry Kewel. Desde ahí pasé a Mark Viduka y posteriormente a un artículo que hacía un recuento de la participación Australiana en el campeonato mundial de fútbol de Alemania 2006 donde Italia la eliminó con un penal bastante dudoso, para luego dirigirme a la participación de otros seleccionados en aquella cita mundialista. Italia le ganó la final a Francia y un ministro italiano dijo que aquello era un castigo a los franceses, quienes siempre ocupaban jugadores que no nacían en su suelo, sino que en partes de África y el Caribe principalmente. De ahí me fuí a un artículo de Raymond Domenech, famoso director técnico que armaba las nóminas de futbolistas basándose en cuotas de signos del zodiaco y ya cagado de la risa, llegué a un enlace externo en el cual el señalaba que jamás pondría a un jugador nativo de Leo en la defensa porque su ego lo podía hacer mandarse una cagada en la salida todo con tal de querer lucirse a través de una jugada elegante a balón parado.
Tras tomar la decisión de hacerlo tras salir al patio a fumarme un cigarro, revisé F******k y me puse al día en cuanto a lo que la plataforma me entregaba de información en cuanto a lo que eran mis contactos, o sea, en su mayoría pura gente conocida. Casi todos mis ex compañeros de publicidad estaban solteros, excepto Marlon y María José que se habían casado y Cristian, a quien tuve que agregar porque hacía hartos años me fuí eliminado de sus contactos tras burlarme de el porque un trabajo le salió mal y me aceptó al instante y ahí me fijé que andaba en un romance con una compañera de trabajo que se notaba que era bastante mayor. Por su parte Karla había recorrido gran parte de Chile y tras vacilar un instante también le envié una solicitud de amistad que quedó pendiente. El resto estaba ahí y no fue necesario hacer búsquedas, puesto que comenzaron a aparecer publicaciónes de ellos en inicio y a todos por lo general se les daban las cosas bastante bien; Juan Ignacio tenía un negocio y vivía en un barrio bonito, Franchesca daba a entender que tenía el privilegio de disfrutar de un montón de tiempo libre junto a su carita y a su buen cuidado cuerpo lleno de ejercicios y Miriam, al parecer, tenía una muy buena calidad de vida e incluso superior a la de todos nosotros juntos. Me alegré bastante por ello y me di cuenta de que tenía una conversación con Karla.
— ¿Cómo llegaron anoche? ¿Tuviste muchos problemas?
—Tuve la suerte de que en su casa estuviesen carreteando y cuando fuí a acostar a Raúl me ofrecieron un trago y cuando se fueron todos a dormir la mamá de Raúl me dijo que durmiera aquí.
— ¿Aún estás allá?
— Si. ¿Y tu? ¿Cómo estás?
— Los chiquillos se fueron al toque después de que te fuiste. Con Andrea quedamos solas y nos fuimos con unos tipos que me querían sacar a bailar cuando estaba bailando contigo. Nos fue bien.
— Bacán.
— Ahora estoy en la casa de Andrea.
Salí nuevamente a fumar al patio y encendí un cigarro. Había un montón de latas de cerveza por todas partes y colillas de cigarro en el suelo de tierra. Me fijé que el parrón tenía algo de verdes y relucientes tallitos. Volví a revisar el teléfono.
— Lo pasé bien anoche contigo —Escribió— No me acordaba lo mucho que me divertía contigo.
— Igual fue bacán volver a verte. Fue rico no sentirse incómodo.
— Además de que bailaste conmigo. Eso me dio mucha risa. Ya no te encontré tan latero como antes.
Aquello me dio mucha risa.
— ¿Así que me encontrabas latero?
— Ja, ja, ja. Si. Pero eras mi latero favorito en todo caso. Tal vez aún lo seas, no se.
— En cambio yo a ti te encontré latera. Bailamos demasiado poco.
— Ja, ja, ja. Yo no quería bailar más. Quería que hiciéramos otras cosas.
Recordé que Karla era bastante fogosa y de hecho, eso fue lo que me hizo caer a sus pies. Muy en un principio lo disimulaba, pero luego no. La relación terminó como terminan la mayoría cuando no hay una madurez suficiente, pensé después de mucho tiempo partiéndome el cerebro y buscando causas como consecuencias de pasadas acciones. Todo aquello ya lo había aceptado y cualquier insinuación de ella debía tratar de tomarmela lo menos en serio posible. En el momento justo en el que estaba intentando buscar una buena respuesta para ese mensaje sonó el golpeteo de la puerta. Abrí y era Raúl.
— Lucho Pipe, huevón. ¿Como estás hermano mío?
— Bien, loco, bien. ¿Que onda?
— ¿Di mucho caldo ayer hermano?
— Da lo mismo.
— ¿Vamos por unas Pilsen? Me dijiste que hoy no trabajabas.
En la botillería compramos cervezas y cigarros. Estaban bastante frías y abrimos un par de latas al instante. Era un tibio mediodía en Avenida Matta e ingresamos por Cuevas y nos echamos al pasto.
Por suerte había salido el sol.
— Sorry, hermano —Dijo Raúl—. Andaba de malas ayer. Cachai que reboté en la cita y me fui a la m****a.
— Tranquilo, huevón. No pasa nada. ¿Pero estás bien de eso?
— Es que hermano. Cachai que el miércoles me quedé sin pega y le pedí por favor que me apañara un rato a la loquita. Pensé que era más apañadora.
— ¿Y la mina por que no fue?
— Onda me dijo que tenía que acompañar a la mamá o algo así. Puras excusas, hermano.
— ¿Y por qué te quedaste sin pega?
— Mi supervisor me quería cambiar a Puente Alto. Lo mandé a la m****a porque yo vivo acá en Santiago Centro. ¿Por que me tengo que zampar ese pique todos los días? Que se vaya a lavar la corneta.
— ¿Y por eso te echaron?
— No es que me hayan echado. No me renovaron el contrato los jiles. El primero era por tres meses.
— ¿Y qué vas a hacer ahora?
— Estaba pensando en invertir mi sueldo en hierbita. Podrías vender conmigo, Lucho Pipe.
— Olvídalo.
— Pero si vos andas todo el día en la calle, hermano. Te los doy a cinco mil y puedes sacarle hasta siete.
— No, huevón. No voy a hacer eso. Soy una m****a para los negocios.
— Se viene la primavera, Lucho Pipe. Después de las fiestas patrias se va a abrir un mercado bastante interesante, hermano mío.
Nos estábamos acercando a septiembre y pensando en eso abrí otra cerveza. Quedaban una más para cada uno. En cuanto se acabarán estaba decidido a ponerme en marcha.
— ¿Que onda ayer hermano? ¿De cuando tan amarillo?
— ¿Por qué?
— Se supone que eran nuestros rivales, hermano. Nosotros no nos mezclabamos con ellos. Yo bacilé piola. La idea después era irse a otro lado, nosotros con Fabi.
— Pero si Fabián me dijo que lo pasaste súper bien la primera vez. No entiendo cuál es el rollo.
— Ni tan bien. No sé que m****a te contó mí hermano Fabi.
— No seas infantil. Esas huevadas ya pasaron.
— Se creen superiores a nosotros, Lucho Pipe. ¿No te diste cuenta que se reían de ti a cada rato? Esas comadres no nos tienen buena.
— ¿Onda crees que quieren vengarse de nosotros?
— Puede ser, hermano mío. Cuando en las competencias los paseabamos esas minas se picaban más que la cresta.
Hacía rato me vibraba el teléfono y aproveché que Raúl fue a mear a un arbol. Era un grupo de W******p y me habían agregado. Una vez que saludé y avisé que había llegado bien Franchesca envío una foto; Juan Ignacio y Fabián en su casa encendiendo una parrilla.
— Me quedé acá —Escribió Juan Ignacio
— ¿Que onda? —Escribió Karla— ¿Por que no se quedaron?
— No quería dejar a mi amiga sola mucho rato —Escribió Franchesca—. Los chiquillos entendieron y nos vinimos acá. Míriam se acaba de ir.
— ¿No fuiste a trabajar Fabi? —Escribió Karla.
— Llamó mi tío —Escribió Fabián— Si o si tengo que irme hoy en la noche o mañana en la mañana.
— Podrías venir, Luis Felipe —Escribió Fabián.
Era obvio que no iba a poder ir. Más aún cuando leí lo que Fabián me escribió por privado:
— No vengas con Raúl.
— Por eso no iré —Escribí— Aún estoy con él.
— ¿Que onda hermano? —Preguntó Raúl— ¿Desde cuándo tienes celu?
— Fabián me regaló uno ayer.
— Vas a volver a ser el chat Man. ¿Que pasa chat Man? ¿Te agregaron al grupo de W******p? Hablan puras huevadas todo el día. No son aptas para tu intelecto.
— A la m****a mi intelecto.
Me daba pena Raúl. Necesitaba por todos los medios que mucha gente le prestara mucha atención en ese minuto. Fabián me seguía escribiendo por interno. Me concentré en el chat del grupo y me fijé que era uno creado recientemente, sin Raúl, a quien había agregado a mis contactos porque me sabía su número de memoria.
— Bienvenido Luis Felipe —Decía Franchesca en el primer mensaje que me llegó y que no había leido— El grupo oficial de ex compañeros está muerto.
— Por ese decidimos hacer este anoche —Dijo Andrea—. Acá estamos los precisos.
Acto seguido Juan Ignacio subía unas fotos sacándole grasa a una pieza de costillar de cerdo.
— Vengan a darse una vuelta —Decía Juan Ignacio—. Los de este grupo están todos invitados.
— Igual me motivo—.Escribió Andrea.
— ¿Se puede ir con pareja?— Preguntó Cristián.
— Dale no más—. Escribió Juan Ignacio.
— ¿Vienes Luis Felipe?
Apresuré lo que quedaba de cerveza.
— Raúl. Me tengo que ir.
— Quédate a almorzar pues, maricón. Después me rajó con otras Pilsen. Tengo que mostrarte lo que llevo de la teoría del Chapismo.
— De verdad no puedo. Tengo que ir a ver a mi hijo.
— Juega la U también. Ya pues, Lucho Pipe huevón, no seas amarillo.
— Tengo que ir a ver a mí hijo.
— Llama a Ramona, hermano. Dile que estás trabajando. Que llegas a la noche.
Me estaban llamando por teléfono. Era Fabián. No contesté. A cambio le escribí.
— Estoy viendo cómo lo hago para ir. Te contesto apenas pueda.
Habían noventa mensajes en el grupo de W******p. Leí los más relevantes. Karla decía que ella iba si yo iba pero primero tenía que ir a su casa a cambiarse. Y el resto, en vez de reprocharle a ella su condición, me insistía a mí para que fuera. Llamé a Ramona tres veces y una voz me decía que el teléfono estaba fuera de servicio.
— ¿Y?— Me preguntó Raúl.
— Por el momento vamos por otras cervezas —Dije—. Ramona no me contesta.
Otra vez nos fuimos calle arriba en dirección hacia la botillería.
Ramona no respondío el teléfono y la hora se iba pasando. Como no obtuve respuesta seguí bebiendo con Raúl. No me sentía como otras veces, pero al menos estaba dándome un rato de relajo. Como Ramona seguía sin contestar fuimos por otro pack de cervezas y opté por dejar el teléfono de lado definitivamente. Mis ex compañeros de publicidad no me habían escrito más y me alegraba en parte porque podía tomar la decisión tranquilo, sin presiones.Estábamos caminando y bebiendo por Avenida Matta desde el Parque O'Higgins en dirección hacia la cordillera. Las micros iban con bastante gente y por un momento pensé que había sido mala idea no trabajar. Se notaba que habían muchedumbres contentas por el mero hecho de que fuese fin de semana, al igual que en las micros que iban desde el centro hacia Gran Avenida o a Santa Rosa. Supongo que me fijaba o creía en eso porque me encontraba en un rato de ocio. Demás que habían otras calles llenas de gen
Cuando llegué a casa no había nadie.Ramona vivía en la casa del frente con su amiga, la hija de la señora que me arrendaba y con la cual compartíamos patio y tampoco había nadie ahí. Le di agua y comida a los perros y me acosté. Debo haber estado muy cansado puesto que me costó mucho despabilar cuando Ramona me fue a golpear la puerta.— Luis Felipe —Dijo—. Necesito hablar súper en serio contigo ¿Podemos salir al patio?— ¿Donde andabas?— Pregunté.— Ahora te voy a explicar. Necesito que hablemos.— ¿Y Santi?— Estaba cansado. Se durmió súper rápido.— ¿Está al lado?— Si.Fuimos al
Exceptuando la constante comunicación telefónica que conservé con Fabián tras esa primera junta, poco volví a saber del resto del curso durante las semanas posteriores, pese a que todo el día se comunicaban por el grupo de WhatsApp. La última persona con la cuál tuve contacto virtual fue Karla, quien me envió un mensaje por Facebook. Estaba a punto de subirme a tocar a una micro cuando lo leí: "Fue bacán haberte visto de nuevo. Espero que te vaya bien en lo que hagas. Un abrazo".A Raúl tampoco lo volví a ver. No contestaba el teléfono y lo fui a buscar a su casa. Su madre me dijo que se había ido al sur a pasar fiestas patrias y que no tenía idea cuando volvía. Esa misma tarde de la visita frustrada recibí un mensaje de él y decía que estaba bien, descansando y preparándose para lo que se le venía; Retomar la pintura y escribir su libro sobre la famosa teoría del chapismo. Podía escribirle y él me respondería apenas pudiera porque h
CAPITULO 10La banda tributo a Red Hoy Chili Peppers anduvo bastante bien. Fue una buena dinámica para mentalizarse en el trabajo en equipo que dio bastante buenos resultados inmediatamente; Laburamos con bastante éxito con Leonardo inmediatamente al día siguiente tras haber ido a comprar el cajón peruano al Crown Plaza y por lo general todo funcionó mejor de lo esperado. Hubo manifestaciones estudiantiles durante toda la semana y por las noches llegábamos a mi casa a comentar aquello que observábamos con nuestros propios ojos o a seguir practicando repertorios nuevos, con Santi gateando alrededor de la casa intentando cantar y profundamente impresionado por lo que significaba el sonido de un cajón peruano manipulado por Leonardo. A mí hijo le gustó Leonardo, quien no lo ignoraba para nada y agarró la manía de ser el mismo quien le daba la comida tras jugar largo rato con él mientras yo cocinaba algo más condimentado para los dos. Fu
Decidí que responderle a Karla iba a ser un horrible paso en falso y preferí cambiar así como automáticamente de frecuencia antes de que a Leonardo se le ocurriese hacer sus típicas preguntas incómodas:— Me parece que hay que comprar algo —Dije— ¿Que se te ocurre?— Llegó tu momento, Luis Felipe. Compra algo que realmente sea abundante.— Tienes razón— Dije.Trás despedirnos del resto que aún seguía caminando en dirección hacia sus destinos, acudimos a una botilleria que había al frontis de una plazoleta. Las becker estaban en promoción: Tres por mil pesos.— &
CAPITULO 12Después de comer quedamos todos satisfechos; Demasiado lomo vetado y pollo asado, más unas papas cocidas que estaban gigantes junto a un pebre que entraba en la categoría de irrechazable.Nos pusimos a fumar marihuana y a beber más vino, del cual había un montón. La casa de Juan Ignacio era muy confortable y la música estaba a muy buen volumen. A pesar de andar todos con el cuerpo pesado hicimos un esfuerzo y sacamos los instrumentos con el fin de hacer un poco de música. Fabián se integró con su guitarra y los demás también con sus voces a acompañar como sea, a cantar las canciones que se sabían, de la manera que sea y como saliera.De vez en cuando, Leonardo hacía brind
Una vez que regresaron Leonardo con Fabián logré emborracharme definitivamente. Las fotos que mostraron de los paraderos y la locomoción colectiva invitaban a convencerse que la mejor opción era no hacerse dramas por las consecuencias que aquello iba a proporcionar para el laburo y eso a su vez entregaba la romántica resignación de que todo aquello había que aguantarlo como sea; todo era parte de un sacrificio colectivo para hacer cambios estructurales de una puta y buena vez. Al parecer Juan Ignacio también lo había tomado así, puesto que había andado de un excelente humor durante el transcurso de la tarde tras tomar la decisión de no abrir sus foodtracks, pensando que el toque de queda no iba a durar muchos días. CAPITULO 13Por la mañana, cuando me desperté, fui a la puerta de entrada de la casa y estaba abierta. Me había quedado dormido en la cama de Raúl, quien no estaba en su pieza. Tampoco estaban las latas de cerveza ni los cigarros. El reloj del celular indicaba que eran las ocho de la mañana y me puse las zapatillas. Me había despertado por el sonido que emitió un mensaje por Messenger de Juan Ignacio, quien me preguntaba que podíamos hacer nosotros como publicistas por la causa social y adjuntaba una publicación que aparecía en un grupo de facebook relacionada con lo mismo. Sin siquiera mojarme la cara tomé mis cosas y salí a la calle. Pese a emplear muy poco tiempo en hacerlo considerando que con la locomoción tuve bastante buena suerte, el viaje a casa se me hizo eterno.Cómo aún era demasiado temprano para ser un Capítulo 14