CAPITULO 13
Por la mañana, cuando me desperté, fui a la puerta de entrada de la casa y estaba abierta. Me había quedado dormido en la cama de Raúl, quien no estaba en su pieza. Tampoco estaban las latas de cerveza ni los cigarros. El reloj del celular indicaba que eran las ocho de la mañana y me puse las zapatillas. Me había despertado por el sonido que emitió un mensaje por Messenger de Juan Ignacio, quien me preguntaba que podíamos hacer nosotros como publicistas por la causa social y adjuntaba una publicación que aparecía en un grupo de facebook relacionada con lo mismo. Sin siquiera mojarme la cara tomé mis cosas y salí a la calle. Pese a emplear muy poco tiempo en hacerlo considerando que con la locomoción tuve bastante buena suerte, el viaje a casa se me hizo eterno.
Cómo aún era demasiado temprano para ser un
CAPÍTULO 14Estuve casi una semana sin ir a Santiago y me dediqué a recopilar y a cuestionar información como loco, ya que Ramona me dejó su tele para cuando tuviese que estar con Santi, a quien lo iba a buscar en la mañana y lo iba a dejar en la tarde. Prefería instruirme a través de videos grabados por los mismos manifestantes, puesto que ante la escandalosa cantidad de Fake news que empezó a circular por las redes era mucho mejor entender las cosas mediante la evidencia antes que a través de las explicaciones, ya sea orales o escritas. Por las tardes me dedicaba a mis cosas, que eran leer, escribir y comer. Últimamente el cocinar iba recuperando valor en la escalala de actividades y eso hacia que me sintiera mucho mejor.Cuando llegué a Las Rejas con Alameda lo primero que hice fue ir al carro manicero de la
CAPITULO 15No sé a qué hora llegué a la casa y me fuí directo a la cama, trás darle agua y comida a los perros. Ramona me avisó que se iba con Santi al campo después de la marcha y no volvían hasta el domingo. No podía dormir y me fui de pie hasta la cocina a buscar el celular que había dejado cargando al lado del horno eléctrico.Descubrí que todo el mundo había ido a la marcha y habían llegado cerca de dos millones de personas, desde un tramo que comprendía la Plaza Dignidad hasta República, nada menos que la extensión de cinco estaciones de metro. Yo me había ido por Estación Central y no había visto nada, sin embargo el revisar la sección de noticias en Fa
Capítulo 16Eran más o menos las tres y tantos de la tarde. Dia lunes y según la basura de presidente que teníamos era la jornada en que se volvía a la normalidad, puesto que la marcha del día viernes era supuestamente el final de un buen ciclo de manifestaciones que tenía a más de media máquina a la mitad del país.Y se suponía que iba a ser así hasta que comenzaron a provenir desde Maipú las primeras personas que querían darle una bienvenida decente a la Organizacion de las Naciones Unidas, puesto que la represión de la policía nacional había dado la vuelta al mundo a través de videos o testimonios de gente importante, considerando que el mensaje de los medios de comunicación daba la impresión que estaban diseñados más para ocultar que para mostrar. Los semáforos estaban funcionando y de la nada se echaron a perder y mientras avenida Las Rejas con la Alameda se iban pareciendo lentamente
CAPITULO 17Una vez que descansamos de aquello que fueron las consecuencias de la represión policial, volvimos a caminar hacia el metro Baquedano. Daba la impresión que cada vez llegaba más y más gente, dando por hecho de que aquel objetivo de haber dispersado a los manifestantes no había funcionado. No éramos los únicos que se estaban devolviendo. Eran muchedumbres tranquilas, que bebian cerveza y caminaban y escuchaban música en parlantes recargables.— ¿Donde hay botilleria acá?— Preguntó Franchesca.— Compremosle a los ambulantes— Dije.— Pero si valen luca cada una. El pack sale más barato.— Si, amiga —Dijo
Todos los viernes habían marchas masivas. Daba la impresión de que el estallido social no iba a terminar nunca. En realidad había manifestaciones todos los días, pero el último día hábil de la semana era el que la llevaba en términos de alta convocatoria. Lo que más llamaba la atención de aquello era que las cifras oficiales estaban bastante lejos respecto a la verdadera cantidad de gente que asistía. Lo mismo ocurría en el conteo de civiles heridos. Adulterar los números en favor del concepto normalidad era la norma.Ramona sabía que yo iba a la marcha todos los viernes. A excepción de que fuese a visitar a su amiga era el único día en la semana en el cual yo no iba a ver a mí hijo. No le mol
CAPITULO 19Después de haber estado sentados en el pasto un buen rato bebiendo, decidí acompañar a Velásquez a sacar unas fotos y nos siguieron Constanza, Karla y Leonardo. — Te ves lindo con el pelo tomado —Me dijo Karla. — ¿Cierto que se ve distinto? —Preguntó Constanza.Leonardo andaba bastante eufórico. Lucía digno su torso desnudo, puesto que había ocupado su polera para hacerse una capucha. — ¿Fotos a la primera línea perro?- Preguntó. — Sería lo ideal —Dijo Fabián— Pensé que Raúl
No supe cuanto rato me quedé sentado en el mismo lugar en la sala de espera, sin siquiera intentar moverme. El teléfono no volvió a prender nunca más. Recordé que ni siquiera me quedaban cigarros. Como consecuencia del estallido social había un montón de negocios cerrados en los alrededores y por primera vez en mi vida no estaba tan preocupado por contar con aquel vicio.Llegaban a cada rato manifestantes, algunos con heridas leves y un par con los ojos ensangrentados, lo cual me impactó bastante, puesto que nadie se esforzaba en intentar desnormalizar aquello.Demasiados extranjeros también, venezolanos, haitianos y colombianos principalmente. Hacía frío y y andaba solo de polera. Me dolía bastante la garganta y la jornada laboral del día siguiente peligraba bastante. A ratos salía a la calle con el
Tras volver a la posta central quisimos dormir un poco. Nos echamos en el suelo y nos tapamos con la parka amarilla. Karla se arrimó a mí y entró en un sueño profundo casi de inmediato. Yo me quedé despierto con los ojos cerrados durante un prolongado e indefinido tiempo. A cada rato llamaban a nuevos pacientes por el altoparlante para que fuesen a tomarse los signos vitales. Mi pecho era utilizado como almohada por Karla.Intenté recordar cuando había sido la última vez que había dormido con ella y lo logré sin mucho esfuerzo. Ya habíamos terminado nuestro romance hace una buena cantidad de meses pero aún nos veíamos de vez en cuando. Eran como las tres de la madrugada esa vez y Karla me llamó por teléfono para decirme que estaba afuera, en la puerta. Estaba borracha y no quería pasar la noche en su casa porque había peleado con su madre. No se quedó tampoco con Ignacio, su novio de ese entonces. Llovió más que nunca aquel lunes en