Dominic asintió, conociendo la gravedad del asunto, aunque confiaba él en sus habilidades como hombre lobo, sobre todo, siendo el alfa de la manada, él sabía que esta vez debería de ser mucho más cauteloso si no quería terminar muerto porque, aquella mujer, Sara, estaba comenzando a representarse como un problema tan grave y particular que uno no podía subestimar. — De acuerdo, Miguel, entiendo tu punto. Haré lo que me pides, permaneceré aquí dentro, estaré callado, no daré señales de que estoy aquí refugiándome. Ustedes encárguense de hacer hasta lo que sea necesario para quitarnos este problema de encima. Pero por favor, asegúrate de tomar todas las precauciones. Pues, Sara no es alguien que se pueda subestimar, porque cuando menos lo esperas, ella te atacará y te apuñalará por la espalda de la forma más sigilosa y rápida que pueda hacer. Ella es sumamente peligrosa, por favor, cuídense lo que más puedan — respondió Dominic, tratando de mantener la calma y la serenidad para no quer
Anastasia respondió el mensaje de Dominic con un simple emoji de corazón rojo y un “Te estaré esperando con ansias, cariño”. Dominic guardó el celular en su bolsillo otra vez, sintiendo una sensación de alivio recorrer las venas de su cuerpo porque estaba feliz de que Anastasia y su hijo estuvieran bien. Él se sentía muy tranquilo en darse cuenta de que, al menos, la decisión de Anastasia de haberse marchado de la mansión no había sido en vano. Mientras tanto, afuera de la biblioteca, Luis y los guardias seguían enfrentándose a la problemática Sara, aunque estos lo hacían con mucha cautela porque no querían terminar siendo heridos por una criatura de tan enigmático poder por el que ellos no habían sido entrenados para defenderse a la perfección así como lo harían en el caso de los civiles para cuando la situación lo demandara. Sara no estaba convertida en mujer lobo, y ella estaba demasiado diferente a comparación de la última vez en que le habían visto. Ella lucía demacrada, com
El rostro de Dominic reflejaba preocupación, mientras que su mente trabajaba a toda velocidad en busca de una solución. Miguel comprendió la gravedad de la situación; ellos estaban atrapados en una salida clara. Miguel frunció el ceño, sintiéndose preocupado por la falta de opciones de escape para con Dominic. La situación cada vez se volvía mucho más tensa con cada minuto que corría, con cada manecilla del reloj que se movía con rapidez para cambiar de hora. — Tenemos que pensar en algo, Dominic. No podemos quedarnos aquí, no puedes quedarte aquí, puesto que en verdad, no sabemos por cuánto tiempo podremos confrontar esta situación. De verdad, ¿No hay algún lugar seguro al que podamos llegar sin que nos vean? ¿Algún lugar que Sara no conozca y no te quiera ir a buscar allá? Entonces, en ese momento de tensión, Dominic reflexionó rápidamente, mirando a cada rincón de la biblioteca en busca de alguna posible solución. Fue ahí cuando, sus ojos se posaron en una gran repisa de libros
Dominic y Miguel continuaron caminando silenciosamente por los pasillos de la mansión, manteniéndose ambos alertas a todo aquello que pudiera suceder, manteniéndose también discretos por no ser escuchados por nadie, puesto que ya luego Miguel se encargaría de informarle a sus hombres acerca de lo que tuvo que hacer él para defender a Dominic del mal que le estaba persiguiendo. Escapar se había convertido ahora en una urgencia. El corazón de Dominic latía con fuerza, y, por un momento, el tiempo parece haberse quedado congelado en el reloj. La incertidumbre dominaba cada pequeña parte de su piel. Dominic estaba asustado, y él percibió que Miguel también lo estaba, aunque pareciera que lo quería ocultar. — Muy bien, hemos conseguido salir de la casa, pero ahora, tendremos que seguir avanzando camino por la oscuridad, puesto que como tú bien lo sabes, la oscuridad nos ayudará a camuflarnos, y hay que tratar de hacer el menor ruido posible para que nadie pueda descubrir hasta que
Miguel observó a Dominic con una mezcla de curiosidad y sintiéndose preocupado por la situación. Había tensión en el aire que era demasiado palpable de percibir a simple vista, y el susurro del viento entre los árboles parecía estar escuchando con atención todo aquello que sucedía en la conversación. Finalmente, Miguel decidió romper el silencio. — De acuerdo, así será, pero antes de hacer promesas, dime qué es lo que necesitas. Por qué no podemos darnos el lujo de tener más contratiempos, el reloj corre, y aún debemos buscarte un lugar que te sirva de refugio. Dominic asintió al escuchar lo que quería decirle Miguel, y miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie por allí acechándolos. — Miguel, por favor, en estos momentos que han sido difíciles para mí, quisiera pedirte que encuentres a alguien de confianza que pueda proteger a Anastasia. No quiero que le llegue a suceder algo a mi bebé y a ella. No quiero que queden desprotegidos y que les pase algo por mi culpa.
La casa de Miguel estaba rodeada también por un pequeño y precioso jardín que se veía que estaba sumamente cuidado por él mismo. Dominic se sintió a gusto al haber entrado allí, y pronto, Miguel cerró la puerta del sitio para no dejar a la vista tanto tiempo de que ellos estaban allí. A medida que iban avanzando, Dominic se daba cuenta de que, en el fondo de su ser, a él le gustaría tener una casita como la de Miguel para vivir allí, con tranquilidad y en familia, junto con Ana y con su hijo. Miguel se apresuró en buscar las llaves de su auto mientras que este le explicaba a Dominic cómo llegarían a la cabaña. — Será un viaje muy rápido. Lo prometo, pero necesitaremos ser también muy discretos. ¿Podremos con ello? — mencionó Miguel en tono serio, mientras que sus dedos jugaban con las llaves de su auto. Dominic no dijo nada, simplemente, se ha puesto de pie, y entonces, se apresuraron a subirse al auto y se han dirigido hacia las afueras de la ciudad. Se subieron al vehículo, mient
Entonces, Anastasia sostuvo su celular en la mano, contemplando por un par de minutos la pantalla del móvil que se ha encendido frente a sus ojos. Ella se siente indecisa sobre marcar el número de Dominic. Ella sentía un gran deseo por querer escuchar su voz, para ella era un momento muy abrumador en la vida de ambos, pero la incertidumbre sobreexponerlo ante el peligro que le acechaba frenaba también. Pero entonces, por medio del impulso, ella se dio cuenta de que su dedo se dedicó a marcar el número de Dominic, y justo cuando ella quiso detener la llamada, él ha contestado. — ¿Ana? ¿Cómo estás? ¡No sabes la alegría que me da que me has llamado! ¡No sabes como los extraño a ambos! A ti, y a mi bebé — dijo Dominic con alegría en cuanto contestó la llamada. Anastasia sonrió inmediatamente al escuchar la voz de Dominic. Para ella fue como sentir un gran alivio el saber que él estaba bien, donde quiera que esté. — Estoy bien, estamos bien. No te preocupes, perdona que te haya ll
Anastasia ha llegado a casa, y una vez estuvo dentro de su apartamento, mientras que ella se acercaba hasta la cocina para organizar todo lo que había ido a comprar y poder así calmar aquel antojo que no la dejaría descansar hasta no hacerlo, en ese momento, una llamada a su celular la interrumpió. — ¿Bueno? ¿Quién habla? — contestó Katerina al momento de haberse puesto su celular al oído. — ¡Anastasia! ¡Soy yo, Miguel, el jefe de seguridad de Dominic! — contestó Miguel a través del celular. — ¿Miguel? Vaya sorpresa, no esperaba tu llamada — confesó Ana. — Sí, lo siento por interrumpir lo que sea que estés haciendo, pero quiero pedirte que empaques un par de cosas a una maleta, le he conseguido a Dominic un lugar seguro en el que él podrá estar a salvo mientras nos encargamos del gran problema y allí, estoy seguro de que ambos podrán verse y estar juntos sin que el peligro quiera atacarlos. ¿Aceptarías que te lleve al lugar en este momento? — ofreció Miguel, esperanzado de que A