Dominic y Miguel continuaron caminando silenciosamente por los pasillos de la mansión, manteniéndose ambos alertas a todo aquello que pudiera suceder, manteniéndose también discretos por no ser escuchados por nadie, puesto que ya luego Miguel se encargaría de informarle a sus hombres acerca de lo que tuvo que hacer él para defender a Dominic del mal que le estaba persiguiendo. Escapar se había convertido ahora en una urgencia. El corazón de Dominic latía con fuerza, y, por un momento, el tiempo parece haberse quedado congelado en el reloj. La incertidumbre dominaba cada pequeña parte de su piel. Dominic estaba asustado, y él percibió que Miguel también lo estaba, aunque pareciera que lo quería ocultar. — Muy bien, hemos conseguido salir de la casa, pero ahora, tendremos que seguir avanzando camino por la oscuridad, puesto que como tú bien lo sabes, la oscuridad nos ayudará a camuflarnos, y hay que tratar de hacer el menor ruido posible para que nadie pueda descubrir hasta que
Miguel observó a Dominic con una mezcla de curiosidad y sintiéndose preocupado por la situación. Había tensión en el aire que era demasiado palpable de percibir a simple vista, y el susurro del viento entre los árboles parecía estar escuchando con atención todo aquello que sucedía en la conversación. Finalmente, Miguel decidió romper el silencio. — De acuerdo, así será, pero antes de hacer promesas, dime qué es lo que necesitas. Por qué no podemos darnos el lujo de tener más contratiempos, el reloj corre, y aún debemos buscarte un lugar que te sirva de refugio. Dominic asintió al escuchar lo que quería decirle Miguel, y miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie por allí acechándolos. — Miguel, por favor, en estos momentos que han sido difíciles para mí, quisiera pedirte que encuentres a alguien de confianza que pueda proteger a Anastasia. No quiero que le llegue a suceder algo a mi bebé y a ella. No quiero que queden desprotegidos y que les pase algo por mi culpa.
La casa de Miguel estaba rodeada también por un pequeño y precioso jardín que se veía que estaba sumamente cuidado por él mismo. Dominic se sintió a gusto al haber entrado allí, y pronto, Miguel cerró la puerta del sitio para no dejar a la vista tanto tiempo de que ellos estaban allí. A medida que iban avanzando, Dominic se daba cuenta de que, en el fondo de su ser, a él le gustaría tener una casita como la de Miguel para vivir allí, con tranquilidad y en familia, junto con Ana y con su hijo. Miguel se apresuró en buscar las llaves de su auto mientras que este le explicaba a Dominic cómo llegarían a la cabaña. — Será un viaje muy rápido. Lo prometo, pero necesitaremos ser también muy discretos. ¿Podremos con ello? — mencionó Miguel en tono serio, mientras que sus dedos jugaban con las llaves de su auto. Dominic no dijo nada, simplemente, se ha puesto de pie, y entonces, se apresuraron a subirse al auto y se han dirigido hacia las afueras de la ciudad. Se subieron al vehículo, mient
Entonces, Anastasia sostuvo su celular en la mano, contemplando por un par de minutos la pantalla del móvil que se ha encendido frente a sus ojos. Ella se siente indecisa sobre marcar el número de Dominic. Ella sentía un gran deseo por querer escuchar su voz, para ella era un momento muy abrumador en la vida de ambos, pero la incertidumbre sobreexponerlo ante el peligro que le acechaba frenaba también. Pero entonces, por medio del impulso, ella se dio cuenta de que su dedo se dedicó a marcar el número de Dominic, y justo cuando ella quiso detener la llamada, él ha contestado. — ¿Ana? ¿Cómo estás? ¡No sabes la alegría que me da que me has llamado! ¡No sabes como los extraño a ambos! A ti, y a mi bebé — dijo Dominic con alegría en cuanto contestó la llamada. Anastasia sonrió inmediatamente al escuchar la voz de Dominic. Para ella fue como sentir un gran alivio el saber que él estaba bien, donde quiera que esté. — Estoy bien, estamos bien. No te preocupes, perdona que te haya ll
Anastasia ha llegado a casa, y una vez estuvo dentro de su apartamento, mientras que ella se acercaba hasta la cocina para organizar todo lo que había ido a comprar y poder así calmar aquel antojo que no la dejaría descansar hasta no hacerlo, en ese momento, una llamada a su celular la interrumpió. — ¿Bueno? ¿Quién habla? — contestó Katerina al momento de haberse puesto su celular al oído. — ¡Anastasia! ¡Soy yo, Miguel, el jefe de seguridad de Dominic! — contestó Miguel a través del celular. — ¿Miguel? Vaya sorpresa, no esperaba tu llamada — confesó Ana. — Sí, lo siento por interrumpir lo que sea que estés haciendo, pero quiero pedirte que empaques un par de cosas a una maleta, le he conseguido a Dominic un lugar seguro en el que él podrá estar a salvo mientras nos encargamos del gran problema y allí, estoy seguro de que ambos podrán verse y estar juntos sin que el peligro quiera atacarlos. ¿Aceptarías que te lleve al lugar en este momento? — ofreció Miguel, esperanzado de que A
Anastasia se ha sentido agradecida por lo que Miguel ha hecho por ella y Dominic en ese momento, pues a pesar de que Migue nada más hubiera estado en la casa por un par de horas, él ha demostrado ser un buen hombre y ser muy bueno en su trabajo. Dominic y Anastasia le han agradecido a Miguel por haber sido tan bueno con ellos, él se despidió y luego se marchó para subirse al auto y conducir de nuevo hasta la casa de Dominic para seguir cumpliendo con sus labores. Una vez Miguel se desapareció del terreno, Dominic y Ana se han encontrado solos en la acogedora cabaña donde disfrutarían de un par de días de luna de miel en pareja sin haberse casado aún. — ¿Cómo te sientes, Ana? ¿Crees que puedes estar segura al venir y quedarte conmigo aquí? — ha preguntado Dominic a Ana, mirándola con cierta preocupación en sus ojos, y dudando de si, en verdad, aquella decisión tomada por Miguel haya sido una buena idea. Ana sonrió y miró a Dominic, pues en ese momento en el que Miguel se perdió de
Entonces, Dominic colgó la llamada rápidamente, dejando el celular a un lado de la cama, y miró a Ana con preocupación en sus ojos. — Ana. Tengo que decirte algo, parece que ha ocurrido algo terrible en la mansión. Miguel está muy mal y necesita de mi ayuda.— ¿Qué? Pero ¿Qué fue lo que sucedió? — preguntó ella con intriga. — Han asesinado a los hombres de Miguel, Miguel está muy alterado, parece que todo ha sido muy feo y devastador para él. Iré para la casa ya mismo, Miguel me necesita, no lo puedo dejar solo. ¿Comprendes, verdad? — respondió él con incertidumbre.— Sí, lo comprendo, está bien, si necesitas ir, adelante. Pero ten muchísimo cuidado, por favor, ¿Quieres? — respondió ella. — Sí, así lo haré. Te avisaré cuando todo esté bajo control, por favor, no vayas a abrirle la puerta a nadie sin que yo te haya avisado antes que puedes hacerlo. ¿De acuerdo? — respondió él.Anastasia asintió con una sonrisa de media luna dibujada en su rostro. Entonces, Dominic se acercó a ella,
Las sombras misteriosas abrazaban el interior del bosque y los susurros del viento de la noche acompañaban a Dominic con cada paso que daba en el interior del lugar. Los árboles parecían cerrarse a su paso, así como el bosque mismo en este momento de la vida se ha convertido en el escondite perfecto para que cualquier rastro de Sara no fuera visible ante los ojos de Dominic. A medida que se adentraba más él en el bosque, el silencio se iba haciendo muchísimo más profundo, siendo únicamente interrumpido por culpa del sonido de las hojas moverse de un lado para el otro gracias al viento incontrolable de esa noche.Dominic luchaba con la intranquilidad e inquietud que le cargaba un gran peso encima. Él no dejaba de preguntarse a sí mismo sin atreverse a pronunciar una palabra al respecto para no ser escuchado por su mayor enemiga: ¿Dónde mierda podría estar Sara? ¿Cómo era que ella había conseguido desaparecer todo su rastro si el olor de un hombre lobo, fuera hombre o fuera mujer, siem