El amanecer apenas despuntaba cuando los gritos de guerra rompieron la quietud del Paso de los Cuervos. La emboscada fue rápida, precisa y letal. Los rebeldes de Hassan descendieron desde las alturas con la ferocidad de un vendaval, lanzándose sobre la caravana real antes de que los guardias pudieran organizarse.El polvo y la sangre se mezclaron en el aire. Los caballos relinchaban enloquecidos, las ruedas de los carros quedaron atascadas en la arena, y las armas chocaban en una sinfonía de muerte. Los soldados del rey cayeron uno tras otro, superados en número y estrategia.Cuando todo terminó, Hassan se alzó entre los cadáveres, cubierto de sangre enemiga pero sin una sola herida en su cuerpo.Sus ojos oscuros se posaron en el único guardia que aún respiraba.—De rodillas —ordenó con voz fría.El hombre, temblando, obedeció de inmediato. Su armadura estaba abollada, su rostro cubierto de sudor y miedo.Hassan sacó una daga curva y la deslizó por la garganta del soldado, sin llegar
—No permitiré que las asesinen como si fueran criminales comunes —su tono estaba cargado de veneno, pero contenido por el peso de la diplomacia —Si Celeste es la heredera de la rebelión, entonces ella es la clave para negociar con Hassan y evitar más derramamiento de sangre.Amir sonrió con burla.—¿Negociar? —soltó con desprecio —¿Desde cuándo te preocupan los destinos de las mujeres, Kael?Kael apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos le dolieron. Amir sabía perfectamente lo que Sonya significaba para él y lo usaba como una burla.Antes de que pudiera replicar, Alexander se adelantó, con su mirada desafiante fija en Amir.—Y si la ejecutamos, lo único que lograremos será una guerra de la que el reino no podrá salir ileso —sentenció con firmeza —Si Celeste Arden muere, Hassan no tendrá razones para negociar, y atacará con todo su ejército.Los ojos de Amir se entrecerraron con furia contenida, evaluando las palabras de su hermano. Alexander nunca se oponía a él tan abiertam
Está a salvo —respondió al fin, con el peso del secreto aún oprimiéndole el alma —Pero no puedo decirte dónde. No ahora.Celeste cerró los ojos, y una lágrima solitaria resbaló por su mejilla. Sintió un nudo en la garganta al ver la expresión de Sonya. Algo en su mirada la preparó para lo peor, pero aun así, cuando habló, su mundo se sacudió.—Tu hija… —Celeste tomó aire, como si cada palabra le costara más de lo que podía soportar —No solo es tuya, Sonya. También es hija de Kael.El silencio se extendió entre ambas, helado, opresivo. Sonya sintió que el aire abandonaba sus pulmones.—¿Qué… qué estás diciendo? ¿Cómo lo supiste? Solo Ibrahim lo sabía… ¿Acaso él te ha dicho esto? —indagó Sonya, con el rostro palideciendo de preocupación. El sudor frío empezó a recorrer su espalda al pensar que su secreto más oculto había salido a la luz.Celeste la miró fijamente, una calma tensa en sus ojos. No había rabia ni juicio en su voz, solo una profunda comprensión.—No, no me ha dicho nada… —r
Sabía que el rey Salim y sus allegados se verían obligados a centrarse en otros asuntos, desviando su atención, al menos por un tiempo. Ese tiempo era crucial.Mientras los movimientos del reino se alzaban con la noticia, Hassan se preparaba para dar el siguiente paso. Su mente estaba en constante cálculo, con cada minuto que pasaba acercándose al momento decisivo. Sabía que debía ser rápido, pero también inteligente. El rey Salim no era fácil de engañar, y sus hombres, leales hasta la muerte, serían un obstáculo formidable. Sin embargo, Hassan había apostado todo a este movimiento. Si el rey y sus seguidores se mantenían ocupados, él podría llevar a cabo su plan sin ser detectado.En su corazón, la misión era clara: rescatar a la hija de los Arden, despojar al rey Salim de su juguete, y devolver la esperanza al pueblo. Hassan no dejaría que la oscuridad se apoderara de la joven, no bajo su vigilancia. El futuro de muchos dependía de lo que sucediera en los próximos días. Y Hassan est
Cada paso que daba lo acercaba más al objetivo, pero también a un peligro mortal si algo salía mal. Su estrategia era simple, entrar, liberar a Celeste y salir sin dejar rastro. Los guardias serían ocupados con la falsa rebelión, por lo que Tabat tenía una ventana de tiempo limitada. La velocidad sería esencial.Con la información que había reunido, Tabat sabía exactamente cómo entrar al área de las celdas sin ser detectado. A través de un pasadizo oculto que él mismo había descubierto años atrás, podía acceder al nivel más bajo del palacio, donde las celdas de los prisioneros se encontraban. Allí, entre las sombras, se movería con la agilidad de una sombra, liberando a Celeste y asegurándose de que ningún guardia la viera salir.Celeste y Sonya permanecían en la penumbra de la habitación, ajenas al caos que se desataba más allá de los muros de piedra del palacio. El aire estaba cargado de un tenso silencio, solo roto por el crujido ocasional de la madera en la chimenea y el eco de lo
Recuperar a Celeste de un calabozo era una tarea difícil, pero infiltrarse en las habitaciones del príncipe era un desafío mayor. ¿Por qué Alexander la tenía? ¿Qué pretendía?El primer guardia dejó escapar una risa burlona antes de añadir.—Al parecer, nuestro querido príncipe Kael decidió quedarse con Sonya. Es curioso, ¿no? Hace semanas parecía un simple peón en este juego de poder, pero ahora parece que quiere jugar su propia partida.Tabat apretó los dientes. La información que acababa de obtener era demasiado importante para ignorarla. Celeste estaba con Alexander, lo que significaba que su misión de rescate sería aún más arriesgada. Y Sonya… si Kael había decidido quedarse con ella, entonces algo más estaba en juego. Nada era lo que parecía.Con un leve asentimiento, Tabat fingió no darle importancia a la conversación y salió de la sala con la misma discreción con la que había entrado. Ahora tenía un nuevo objetivo: infiltrarse en los aposentos de Alexander y descubrir qué desti
—Podría hacer que Hassan envíe a sus hombres a crear un alboroto cerca de los establos —murmuró —Si los caballos entran en pánico y los soldados creen que alguien intenta escapar a caballo, enviarán refuerzos allí.—Eso nos dará tiempo suficiente para llegar hasta Celeste —asintió Nayla.Tabat exhaló lentamente. No le gustaba depender de otras personas, pero esta vez no tenía opción. Nayla le ofrecía una oportunidad única, y si quería salvar a Celeste, tendría que confiar en ella.Finalmente, apartó la daga de su cuello y la deslizó de nuevo en su cinturón.—Muy bien —dijo con voz firme —Vamos a sacar a Celeste de ahí… pero si me estás mintiendo, Nayla, juro que seré yo quien te entierre.Ella le dedicó una leve sonrisa, oscura y cargada de determinación.—Entonces asegúrate de que sobrevivamos esta noche, Tabat. Porque si fallamos, ambos estaremos muertos antes del amanecer.Sin más, ambos se perdieron entre las sombras, listos para jugar su última apuesta en aquel peligroso tablero
—¿Un espejo? —Salim frunció el ceño.—Un espejo que muestra la verdad que preferirías no ver —replicó Hassan —Tus enemigos no están en los desiertos ni en las montañas. No somos nosotros los que te traicionamos, sino los que beben de tu copa y susurran en tus oídos.Las palabras de Hassan encendieron algo en los ojos del rey. Por un instante, su semblante se endureció. Faris y Amir permanecieron en silencio, expectantes.—¿Insinúas que hay traidores entre los míos? —preguntó el rey con voz gélida.—No lo insinúo —respondió Hassan con calma —Lo afirmo.Hubo un tenso silencio. La mano de Amir descendió lentamente hacia la empuñadura de su espada, listo para cualquier movimiento en falso. Pero Hassan se mantuvo imperturbable.—Dices muchas cosas, rebelde, pero no veo pruebas. Solo palabras.Hassan sonrió de lado.—Las pruebas, mi rey, llegarán a ti cuando menos lo esperes. Cuando el filo que te hiera no provenga de un enemigo en la sombra, sino de una mano en la que confiabas.El rey apr