1) Iglesia San Rafael: Llamada también, "Hogar Clínica San Rafael", es un recinto religioso ubicado en la Avenida Bella Vista de Maracaibo, el cual tiene la particularidad de lanzar fuegos artificiales al final de cada boda.
2) Hotel del Lago: Actualmente llamado "Hotel Venetur". Es un hotel cinco estrellas, ubicado a orillas del Lago de Maracaibo, colindando con la Avenida el Milagro de la ciudad. Es un hotel que en el año 1998, era un recinto de lujo.
3) Sifrino: O sifrina. Significa "Refinado". En España le dicen "Pijo".
4) Carolina Herrera: Es una marca de ropa y cosméticos que lleva el nombre de su misma diseñadora, quien es Venezolana y catalogada como una de las mejores diseñadoras del mundo.
5) La Retreta: Una canción compu
Josué estaba cansado y tenía la espalda adolorida. Agradeció al mundo por haberle tocado el asiento de la ventanilla en el avión. Necesitaba confort tras los terribles días que había pasado en Caracas.Viajó en carretera hasta Mérida para tratar asuntos de trabajo, los cuales lo llevaron a realizar un viaje urgente a la capital del país e intentar canalizar un préstamo bancario.Las noticias no eran alentadoras. Las deudas aumentaban y se había quedado sin administrador. No sabía muy bien qué hacer. Pagar sueldos, mantener los galpones en buenas condiciones… Las ventas habían bajado sin mesura y necesitaba generar capital lo más pronto posible. De pronto, alguien se sentó a su lado.–Ah, disculpe, pensé que estaba durmiendo.–No, tranquila. No suelo quedarme dormido en vuelos cortos. –Miró el rostro de aquella mujer dándose cuenta que se trataba de una hermosa joven.La chica se acomodó en el asiento.–¿Cansado?–Bastante –respondió J
Carlos intentó sonreír. Observó a su hermana con un poco de alivi, cuando se mezcló con la masa de invitados. Supo que ella se percató de lo obvio: su tío Josué, el papá de Canela y el anfitrión de la ceremonia, estaba ya pasado de tragos, cantando La Retreta, del famoso grupo Gran Coquivacoa.Había encontrado lo que buscaba. Quería dar con Canela y mantenerla apartada de uma realidad que acababa de enterarse hace minutos, allí, justo en la boda. Él conocía muchos secretos de su familia, pero participaba en el más relevante y lo que había descubierto, lo cambiaba todo. Pensaba que las aguas estaban tranquilas. Sin embargo, su cerebro captó lo contrario tan solo unos minutos antes de encontrar a Faustina, de volverse loco buscando a su prima... Y antes de notar los pies descalzos de su hermana, las vio a ambas esconderse detrás de las paredes que iniciaban los pasillos de conferencias. Nervioso era la palabra correcta de su estado de ánimo.A punto
A las 9:00 AM de un día de viaje y trabajo, Romer se acercaba al estacionamiento del galpón donde la empresa guardaba los camiones que distribuían lo rubros ya procesados, y en el cual, también se ubicaba el complejo administrativo principal de Maracaibo. Una mezcla entre lo industrial y opulento. El elegante centro de operaciones de Lácteos del Lago.Romer esa mañana iba vestido de camisa, chaqueta, jean y botas de seguridad. Sin abandonar jamás su característica de Empresario, pero tampoco siendo demasiado ostentoso. Aragón usaba trajes de etiqueta cuando la ocasión lo ameritaba, pero la mayor parte del tiempo, se cubría con prendas cómodas que lo hacían ver joven y responsable. El calor marabino también era un motivo de comodidad.El vigilante vio llegar la Silveradoy se apresuró a mover el cono anaranjado.–¡Buenos días, jefe! –saludó con un gesto de cabeza, el encargado de la garita principal.–Cuidando el patrimonio, ¿eh? –Romer
–¡Dios mío, qué bueno está esto! –Batuqueó las caderas al ritmo de Corona y su Rhythm of the night–. No conocía esta canción.–¡¿No conocías esa canción?! –Quien había dicho eso, miró hacia abajo y vio que la mujer no estaba haciendo su trabajo–. ¡Vamos pues! Dale rápido.–Es que no puedo hacerlo rápido, Carlos, te calmas.–¿Qué me calme? ¡¿Qué me calme?! Mira la hora que es, Dina.Ella soltó una risa.–Culpa total de Romer, que no te llamó temprano.–Cada vez que viaja... Hace que los demás parezcamos impuntuales, siempre llega a tiempo.–Es que… , eres un impuntual, Carlos.–Cállate. Dame un poco.Dina esnifó algo sobre la encimera del baño. Luego acercó su boca a la de Carlos para darle, con su lengua, un poco de lo que había pedido.–¿Te gusta? –preguntó la fémina.–Sí. ¿Dónde la compraste?–Del mismo lugar de siempre –informó Dina, encogiéndose de hombros.–Sí, claro. ¡Hey! ¿Vas a terminar de hacerme
Dina quería responder, Carlos lo sabía. Él quería moverla de allí para que nadie la viera, pero decidió no hacerlo. Quizás ya era hora de que no fuese su problema.–Dina, deberías irte a ver esas heridas. ¿Cómo te las hiciste? ¿Te caíste?La mujer comenzó a emitir unos sonidos extraños. Carlos ladeó y arrugó la cara como para intentar oírla mejor, hasta que se dio cuenta de que eran risas. Se echó para atrás.–Dina.–Inhaló y exhaló. El susto inicial no se había ido del todo. Más bien, seguía tan asustado como cuando creyó que Dina era la famosa Llorona de los cuentos, o la Sayona de las leyendas–. Deberías irte. A tu casa o a un hospital. Estás temblando.–Sí, estoy temblando –pudo decir la mujer, entre el carraspeo de su garganta.El hombre abrió más los ojos. La voz estaba demasiado transformada y nunca la había escuchado hablar en ese tono tan… destrozado.–Mira… –dijo Carlos–, si quieres te ayudo a ubicar un taxi
Canela se detuvo un instante mientras miraba a su primo con una sonrisa burlona. Él sin darse cuenta movía un pie con nerviosismo y de pronto sintió un golpe ligero en su nuca. Una cinta le cubría la oreja izquierda y otro pedazo de tela, el hombro del mismo lado.–Pero… ¿qué…?–Mejor no me pongo brasier, hace calor –explicó ella, riéndose un poco.Carlos resopló con molestia, apartando la prenda íntima de su cara y lanzándola en la cama.–¡No me fastidies!La chica se terminó de poner una camiseta manga sisa, se puso un jean ajustado, unas bailarinas y una cola alta.–¡Lista! –Se acercó a la espalda de su primo y le dejó un beso en el hombro.–¿Para dónde vas? –El joven atrapó el brazo de Canela con intención de que le explicara lo del viaje, pero no midió bien su agarre y terminó empujándola hacia sí con poca sutileza.Canela miró sorprendida a su primo pero luego suavizó la expresión. Carlos la observó a los ojos, luego a sus labios
–¡Ya vuelvo! –exclamó Carlos a la familia–. ¡Voy con Romer!–No, dile que no se vaya, que tengo que hablar con él –demandó Josué.Carlos se quedó quieto mirando a su tío.–Aquí están los quesitos –anunció Canela.–Cani, ¿vienes conmigo? –El joven intentaba que no se notara su creciente desesperación.Ella lo miró con las cejas arrugadas.–¿Pero no te ibas con…?–Canelita –interrumpió su madre–, sube un momentico y me buscas en el closet las cortinas Verde Agua, por favor,–Carlucho, no puedo ir contigo, disculpa.El joven salió entonces al garaje con paso lento y algo de tensión en su espalda.–¿Listo? –preguntó Romer al verlo llegar hasta él.–Tío te está llamando –informó Carlos, apretando la mandíbula.–Ah... Ok.–Romer –llamó su amigo ya con la puerta abierta del carro.Carlos se quedó un instante de pie casi dentro del carro sin decir nada, por unos largos segundos. Negó con la cabeza.–Na
Envuelto hasta la cintura con sus sábanas azul celeste, desnudo por completo y quizás, aguantando un poco el frío de su apartamento, Romer se encontraba en total tensión. Era en esos momentos de desvelo que recordaba que aún no era un hombre completo. Podía tener una vida llena de responsabilidades y todo lo contrario en los momentos de ocio. Pero sabía exactamente el peso de la que no tenía.¿Qué lo tenía en vela esa madrugada? Generalmente, asistía al rescate de la "loca de Dina", como él la llamaba. Se desfogaba en cosas que sin querer admitirlo, le gustaban y después terminaba por conciliar el sueño de una vez; como un bebé.Al salir del apartamento la había escuchado gritar. Estaba cansado, no podía dormir, pensar en Dina le daba tiempo para que amaneciera y lograra encontrar en algún momento ese sueño tan anhelado.Volvió a negar con la cabeza. Recordó cómo Dina llegó a la hacienda donde trabaja su madre. Eran los dos tan solo unos niños... La pequeña estaba