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Capítulo 4: Apartamento

Evelyn conoció a Liana en su primera clase de universidad.

La facultad de artes a la que Evelyn logró inscribirse, con muy poco tiempo de antelación, tiene el primer semestre como un conducto introductorio hacia las diferentes ramificaciones del arte. Conocer a Liana justo antes de entrar al aula fue una especie de milagro para Evelyn, porque con ella no solo vino una compañera de habitación que le ayudaba a completar el pago de la renta, sino una amiga que no parpadeó cuando escuchó su apellido y la reconoció.

Desde el día en que se encontraron, ambas con expresiones nerviosas e inseguras de no pertenecer al mundo artístico, se convirtieron en mejores amigas. Para el segundo semestre, sus caminos se separaron en la universidad, una hacia las clases de pintura y otra hacia los cursos avanzados de música. Sin embargo, viven en el mismo cuarto y no se separan mucho estos días. Se cuentan todo, pero Evelyn no puede siquiera pensar en cómo explicarle que sus padres la quieren vender al mejor postor.

Bueno, quizá no con esas palabras.

—¿Qué tal los jefes, chica? —pregunta Liana mientras pone el auto en movimiento.

Evelyn siente que los nervios vuelven con la palabra “jefe”.

—No era lo que esperaba —le confiesa.

—Si te están dando m****a de nuevo sobre tu carrera, no les hagas caso. Ya verán ellos que hacer cuando tus pinturas sean expuestas en los museos esos a los que tanto te gusta ir —le tranquiliza con una palmadita amistosa y volteándola a ver el tiempo suficiente para que Evelyn se preocupe por ser atropellada. Liana no era una fuente confiable dentro de un auto en movimiento, pero sus manos pronto están de vuelta en el volante.

—Y tú cantaras en mis exposiciones, por supuesto —se alegra Evelyn.

—Los anuncios dirán en letra grande “Evelyn Taylor, arte por el arte” o algún otro título de esos tan profundos tuyos, pero abajo, en letras un poco más pequeñas, pero no tanto porque necesito algo de protagonismo “Liana Chalow, la desconocida cantante”.

—No seas tan pesimista.

Liana solía tener tan pocas expectativas sobre su carrera artística que siempre parecía más interesada en la industria coctelera. Había trabajado como mesera a lo largo de su vida para pagarse los estudios y no era algo que se le complicara. Evelyn sabía que, sobre su carrera musical, era la opción más viable para ella. Una lástima, porque la voz de Liana era asombrosa.

—E, tú tienes talento que incluso puede comprarse por eBay. Lo cual es increíble. Serás rica de un modo u otro— se encoge de hombros —. El talento vocal por otro lado… si puedo cantar de vez en cuando en los bares que me contratan soy feliz, pero necesito el dinero.

Ahí está de nuevo el problema que siempre parece perseguir a Evelyn: el dinero. El crecer con dinero parece haber hecho que lo odie por necesitarlo tanto. Personas como Liana, que nunca habían sido parte de la alta sociedad o habían nacido en cuna de oro, parecían resignarse a ello, pero Evelyn y su familia vivirían perseguido por el recuerdo de haber sido ricos y felices… si Evelyn no aceptaba el trato.

—Ojalá pudiera hacer algo para ayudarte, Li.

Liana se ríe y niega con la cabeza. No sabía nada de que la familia de Evelyn estaba escasa de dinero, solo sabía que Evelyn no tenía porque sus padres no la apoyaban en su carrera, pero aunque no fuera el caso, nunca aceptaría dinero por lástima.

—Te voy a decir algo —dice Liana mientras baja la vista a su teléfono y lo conecta a la bocina del carro.

El carro se desvía hacia la izquierda y Evelyn coloca su mano sobre el timón para evitar salirse del camino mientras un auto pasa a gran velocidad a su lado. Liana parece encontrar lo que busca porque aparta la mano de Evelyn y una música que ambas conocen bien empieza a sonar.

Evelyn no pudo evitar sonreír y compartir una mirada con su amiga.

I work all night, I work all day to pay the bills I have to pay —comienza a cantar con su voz grave y melodiosa.

Ain't it sad? —Evelyn le hace el coro.

Pronto ambas se encontraron cantando la canción de ABBA sin tapujos, con los vidrios bajados y la ciudad a la vista.

In my dreams I have a plan, If I got me a wealthy man…

*************************

El departamento que Evelyn y Liana compartían no era un departamento como tal. Estaba a unas pocas calles de la universidad y en realidad eran un conjunto de unos cuatro edificios pegados el uno con el otro que tenían siete niveles y en cada nivel había tres pequeños cuartos que combinaban una cocina con una, dos camas y un baño privado. Era un lugar decente, solo que con poco espacio. La encargada de los edificios, una mujer anciana y algo demente, solía hacer ruidos de madrugada persiguiendo a su gato imaginario por las escaleras. Los vecinos de Liana y Evelyn eran una pareja de chicos que también estudiaban con ellos, pero eran bailarines y casi nunca los veían.

No era la mansión de sus padres, incluso en sus condiciones actuales era mucho mejor, pero era el hogar actual de Evelyn. Vivir ahí no era tan malo una vez que te acostumbrabas a ello. Además, estaba limpio y las expectativas de ambas eran así de bajas para el buen precio de alquiler mensual que se compartían.

Evelyn ayuda a Liana a sacar las bolsas plásticas del maletero y se adentran en el edificio. La señora White, la encargada, está en la recepción y les lanza una mira molesta, pero no les dice nada. Ambas se ríen mientras avanzan, no saben que tan mal estaba la cabeza de la mujer, pero generalmente las deja en paz o les brinda comentarios despectivos que les dan gracia. Ellas nunca le causan problemas si poden evitarlo.

Las escaleras eran un martirio, pero solo están en el tercer piso, por lo que pronto se encuentran frente a su puerta.

—Olvide mi llave —dice Liana.

—Que sorpresa —responde Evelyn con sarcasmo, pero ya está sacando su copia. Liana nunca salía sin olvidar algo.

Bajo la puerta hay publicidad de la universidad sobre cursos extra para ganar créditos, pero siempre son de pago, así que ninguna les presta atención.

Las paredes de su habitación son blancas y existe una clara diferencia en el espacio. Hacia la derecha hay una estufa, un microondas, una alacena, un refrigerador y una mesa con dos sillas. Junto a eso, una puerta que cierra el baño. Sin embargo, la parte izquierda tiene dos camas bajo sus respectivas ventanas. El lado de Liana está revuelto, la cama a medio hacer y un montón de posters de sus cantes favoritos colgados por todos lados. Además, bajo la cama asoma una caja grande que estaba repleta de discos. Evelyn, por su parte, tiene la pared cubierta de dibujos que ella ha hecho. Son una mezcla de flores, rostros de pintores y pequeños garabatos que nunca llegaron a nada. En medio, entre las dos camas, está el ropero que comparten.

Liana se tira a la cama sin precedentes y comienza a roncar en diez segundos. Evelyn rueda los ojos y lleva las bolsas a la mesa. Son sobras del restaurante lujoso en el que Liana trabaja los fines de semana y les ahorra la comida de dos o tres días, así que se dispone a calentarla cuando su celular suena en su bolsillo trasero.

Evelyn sacaba el dinero para la renta vendiendo arte por encargo a través de eBay, como bien había dicho Liana. Eran, generalmente, retratos de familiares o pinturas realistas de mascotas muertas. Algunas veces, los días más extraños, le llegaban solicitud de dibujos… cuestionables. Era porno la mayoría de las veces, pero la necesidad de dinero hacia que Evelyn aceptara todo. Además, en el fondo, no le molestaba dibujar ese tipo de escenas.

Así, su primer pensamiento alegre del día es la idea de ponerse a trabajar en otro encargo.

Sin embargo Evelyn se sorprende al ver que no es eso.

Es un mensaje por W******p.

Evelyn suele hablar con poca gente por teléfono, de hecho, la mayoría de sus contactos eran compañeros de la universidad con los que solo se comunicaba por trabajos en grupo. Sus mensajes estaban vacíos a excepción de los chats con su madre y Liana.

El mensaje nuevo proviene de un número que no tiene foto y que no está guardado en su celular.

Número desconocido:

Buenas noches, prometida.

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