La última clase del día toma desprevenida a Evelyn y los nervios comienzan a trepar por su estómago hasta instalarse en su garganta seca. No confía en su voz para hablar y hacer las dudas que le han quedado sobre su trabajo de escultura semanal. Piensa en el señor Evans y piensa que tendrá que trabajar el doble y desvelarse para hacer encargos de dibujos si quiere conseguir el material necesario para su tarea… también piensa que no tendrá que hacerlo si negocia bien los términos con el señor Evans.
Sale de su facultada con su bolso colgado del hombro. Liana suele quedarse para practicar con los músicos hasta tarde, así que va sola. Siente el peso de sus cuadernos de arte y el rebote de los lápices de color. Ha roto dos de ellos hasta ahora y tendrá que jugar bien con la teoría del color si quiere sobrevivir al semestre con la misma caja. No puede permitirse otros si quiere pasar el curso de cerámica.
Sus compañeros de clase la despiden con la mano y ella les devuelve el saludo antes de siguir de largo. Mientras camina, saca su celular y revisa los mensajes.
Papá:
Me gustaría hablar contigo, Evy. Lo más pronto posible.
Evelyn:
No te preocupes, papá. Tengo esto. Te daré la respuesta hoy.
También hay un mensaje de su madre que la hace trastabillar.
Mamá:
Confío en que tomarás la dedición correcta, nena. No dejes que tu padre o yo interfiramos con tus sentimientos. Si tienes a alguien más en tu vida… olvida nuestra charla. Saldremos delante de cualquier manera. Solo queremos que seas feliz.
El corazón de Evelyn da un salto. No encuentra palabras para su madre.
Ella sabe que sus padres la aman, lo sabe de corazón, pero hasta ahora no pensó que realmente ellos entendieran razones por las que podría negarse.
Evelyn conoce parte de la historia de sus padres, de cómo se conocieron y se casaron prontamente, todos dijeron que no duraría o que era un matrimonio arreglado por las familias, según las revistas de noticias rosas. Ahora, llevaban juntos tantos años, que Evelyn apenas puede dudar del cariño que se profesan entre ellos. Incluso en los tiempos difíciles parecen unidos.
Sus padres quieren que sea feliz, que encuentre tanto amor como ellos, pero Evelyn no sabe si eso es para ella, porque nunca lo ha experimentado realmente.
El mensaje de su madre hace que el corazón le lata más rápido, pero ella entiende también que, como única heredera, tiene un deber, por más que quiera alejarse de este.
No detiene su paso hasta que tiene la mano en la puerta de la cafetería. Algo le llama la atención, es un auto lujoso estacionado junto a la vereda. No es la única que lo mira fijamente, varios chicos y chicas le están tomando fotos o posando para sus amigos. Reluce con el sol de la tarde y es de un color oscuro con los vidrios opacos. Exhala riqueza y dinero, Evelyn recuerda que su padre tenía muchos autos, no sabe que ha sido de ellos.
Y, de pronto, le llega el conocimiento: es el auto del señor Evans. Por supuesto, ya la está esperando.
Evelyn observa su reflejo en la puerta. Tarde, se le ocurre que podría haber prestado atención a su aspecto y arreglarse en los baños de la facultad, pero ya no es una opción. Tiene algo de polvo en el pelo luego de haber trabajo con piedra y algo de acuarela en la barbilla, pero no se atreve a pasarse la mano por la cara y limpiarse, porque las manos las tiene sucias con carboncillo.
Suspira y se dice que su actitud tiene que ser suficiente.
Abre la puerta y los primero que nota es que el suelo es blanco y reluciente. El calor del lugar la envuelve suavemente y la relaja al instante. Los estantes son de un color caoba que presenta todo una variedad de pasteles y galletas que hacen que a Evelyn se la haga agua la boca. Tienen formas y colores que no había visto desde que era niña en las lujosas fiestas de sus padres. Todo parece fresco y recién hecho. Las paredes, blancas, están decoradas con imágenes de personas que Evelyn asume son los dueños y colaboradores. Junto al mostrador hay una caja y un muchacho le sonríe suavemente desde el otro lado.
—Buenas tardes, ¿para llevar o para comer aquí?
—Hola. De hecho, estoy buscando…
—Por aquí, Evelyn —dice una voz que le envía escalofríos a través de la espalda, es gruesa y profunda—. Gracias, Roger, ella viene conmigo.
—Claro, señor Evans —contesta el muchacho con una pequeña inclinación. Se apresura a perderse en la cocina.
Evelyn se percata entonces que ahí, en la parte de atrás, hay unas cuantas mesas. Se voltea lentamente y comienza a caminar hacia el señor Evans, rogando que sus piernas no tiemblen y demuestren los nervios que siente en ese momento.
Wilhelm Evans está sentado junto a la venta, parece que estaba observando su auto a través del cristal, pero ahora solo tiene ojos para ella. El par de pasos que tiene que dar hacia él parecen eternos, pero Evelyn aprovecha para observar su rostro. Tiene puesto uno de sus elegantes trajes con chaleco, igual de negro que el que tiene en su foto de perfil. Está recostado en la silla como si el lugar fuera suyo y la confianza emana de él en oleadas. Tiene el cabello castaño algo crecido, pero su barba parece recién retocada, con los bordes un poco más afilados y eso le da un toque más brusco a su rostro. Los ojos verde oscuro parecen más claros por la luz que entra desde afuera, pero la mirada sigue siendo dura y a Evelyn, sin embargo, la penetra con fervor.
La mira todo el tiempo, como si su presencia fuera una visita agradable. No lo conoce bien, pero distingue algo de complacencia en él. Eso hace que su fuerza regrese, no va a darle el placer de caer ante él.
Se sienta cara a cara y acomoda su bolsa a su lado, él no dice nada, pero ella recuerda sus modales y le extiende la mano para estrechársela. El señor Evans la observa por un momento, pero luego, en lugar de solo tomarla, la alza con delicadeza y deja un beso suave en su dorso antes de dejarla caer suavemente.
La respiración de Evelyn se pierde por un momento, pero utiliza su experiencia en el ámbito de sus padres para recomponerse rápidamente. Se recuerda que no es la primera vez que conoce a un socio de su padre, especialmente no a este jefe.
—Un gusto verte en persona, Evelyn —dice y la comisura de la boca levemente levantada —. Ciertamente tenía… ganas de que nos encontráramos. Ahora, parece que tenemos cosas que discutir, querida. ¿Por dónde empezamos?
Aparte de ellos dos, la cafetería está vacía.Evelyn comienza a jugar con sus dedos debajo de la mesa, su tic nervioso. Siente su garganta seca y la presencia de Wilhelm Evans es realmente intimidante, por más que su sonrisa petulante parezca más suave de lo normal. De hecho, Evelyn se pregunta si lo ha visto sonreír en todas esas revistas en las que es fotografiado y se da cuenta de que no. Esa simple realización le da un poco de confianza y está a punto de hablar cuando el mesero se acerca.—Buenas tardes, ¿desean ordenar?Es un muchacho bajo y de aspecto trillado, por no decir más, pero el señor Evans pierde la sonrisa en cuanto lo ve. Su rostro se vuelve serio y de repente Evelyn puede sentir la tensión emanando de él. El mesero parece sentir lo mismo, Evelyn lo ve tragar nervioso.—No te he llamado —dice el señor Evans—, pero ya que has decidido interrumpir, ordenaremos— ni siquiera se molesta en tomar la cartilla que el muchacho le tiende cuando vuelve a hablar—. Quiero un café
—No voy a tener sexo contigo.Wilhelm parece sorprendido por el pánico en las palabras de Evelyn, pero no se asusta ante la declaración.—Puedo entender que pienses eso en este momento. Pero, no, no te voy a obligar si es lo que te preocupa. El trato con tu padre solo involucra tu mano en matrimonio, el resto… vendrá con consentimiento.Evelyn se relaja visiblemente.—¿Qué es lo que pensabas? ¿Qué te tomaría sólo así? —Wilhelm habla de manera brusca, pero no hay esa molestia dirigida a ella como con el camarero, parece estarse controlando —. No soy… ¿qué rumores circulan por ahí sobre mí?Evelyn no sabe que decir y da otro trago a su té.Sí, hay muchos rumores sobre Wilhelm Evans en el mundo empresarial en el que los padres de Evelyn se han mantenido. Se dice que es un hombre temido y ella puede ver ahora que es verdad, pero hasta este momento su ira no ha ido en contra de ella, así que lo toma más como un carácter fuerte que pocos tiene la capacidad de soportar. El padre de Evelyn so
Cuando llega a su puerta, Evelyn se siente sin aliento, pero sabe que no es por las escaleras.Poco a poco, comienza a salir del shock en el que se encuentra. Nunca había hablado tanto con Wilhelm Evans en su vida y darse cuenta de que posiblemente le agrade es una cuestión que la incómoda. Había llegada a su reunión con la intención de aceptar el trato, con o sin negociaciones, pero siente que Wilhelm, en parte, la dejó ganar.No puede ni siquiera pensar en el hecho de que él dijo que le gustaba. Evelyn es linda, lo sabe, tiene una belleza que ha heredado de buenas líneas de sangre. Además, sus familias son conocidas, su apellido tiene poder incluso estando en la quiebra silenciosa. Sin embargo, Wilhelm es aún más que ella, en todo. Es un hombre guapo que también lo sabe y ni hablar de la gran influencia empresarial que es. Evelyn entiende el hecho de que se sienta atraído físicamente por ella, igual que ella de él, pero no es capaz de procesar la idea de que Wilhelm quiera más que u
Liana se queda practicando algunas de sus canciones y Evelyn sale de la habitación tratando de hacer el menor de los ruidos para no interrumpir su concentración. Se dirige a las escaleras con nada más que su celular en la mano y un abrigo grueso. Sube las escaleras hasta el último piso y ahí, a diferencia de los otros pisos, hay una tercera puerta en el centro. No tiene candado, Evelyn no está segura de sí la señora que alquila los cuartos ha pensado en cerrarla con llave alguna vez, pero agradece que no lo haga. Detrás de la puerta hay una pequeña rampa que Evelyn escala sin problemas. Cuando llega a la cima, el viento fresco le pega en la cara y hace que el frío se cuele en sus huesos, pero también se siente a libertad. La terraza tiene una buena vista. Se puede ignorar los apartamentos cercanos y luego llegan las luces de la universidad: pequeños puntos que hacen de farolas y luego espacios grandes, edificios completos que refugian a los estudiantes de la jornada nocturna. Y si Ev
A la mañana siguiente, camino a la universidad, con los bolsos haciendo peso y en medio de una conversación relajada, Evelyn y Liana son abordadas por un auto negro. Se para en la acera junto a ellas y ambas dan un paso atrás.La ventanilla de la parte trasera se abre y Evelyn se queda pasmada al ver a su madre sonriéndole desde dentro. Hay un brillo en sus ojos que a Evelyn le da algo de miedo, está tramando algo.—Hola, cariño. Que gusto verte levantada temprano.—¿Mamá? ¿Qué haces aquí?—Bueno, te dije que teníamos que conseguirte un vestido— su mamá habla como si fuera lo más obvio del mundo. Tiene puesto uno de sus abrigos grandes, de piel de oso si Evelyn no recuerda mal. Se ha maquillado suavemente y unos pendientes rojos cuelgan de sus orejas. Irradia belleza y emoción.Evelyn levanta la mirada, la mayoría de estudiantes las están viendo con curiosidad. Se retuerce los dedos, no había llamado nunca la atención de esa manera, pocos realmente saben su apellido y su madre no hace
El chofer se estaciona en el John Lewis Car Park, así que las tres mujeres caminan el resto del camino hacia el Victoria Quarter.Evelyn lleva casi tres años sin pisar ese centro comercial, pero recuerda que era un lugar que solía visitar con su madre. Está casi segura de que Liana nunca ha entrado y no le sorprende verla deslumbrada.El Victoria Quarter es un distrito comercial histórico ubicado en el corazón de Leeds. Suele impresionar mucho por su arquitectura, ya que los edificios están diseñados con detalles más victorianos, como fachadas de terracota, vidrieras ornamentadas y techos abovedados. Los locales se regocijan en el lujo y la elegancia. Tiene un cierto encanto único.Las mujeres caminan por entre la poca gente que hay a esa hora de la mañana. El centro comercial tiene una amplia selección de tiendas de alta gama y boutiques exclusivas que hacen ropa a la medida. Evelyn observa los escaparates con marcas de renombre internacional y también de diseñadores locales y especi
Al, final, la madre de Evelyn se sale con la suya: la boda no es tan privada.Justo una semana después de que Wilhelm y ella negociaran, Evelyn se encuentra en la mansión de sus padres, en su antigua habitación, mirándose al espejo, sabiendo que Wilhelm Evans, su futuro marido, está haciendo exactamente lo mismo en una de las habitaciones de invitados.El vestido que ha elegido es sencillo, puede decirse minimalista, pero elegante y sofisticado. Está confeccionado de un tejido ligero y suave, Evelyn no distingue si es seda o satén, pero fluye suavemente sobre su cuerpo, dándole comodidad y un movimiento fluido al caminar. Tiene líneas limpias y resalta la silueta esbelta de Evelyn. La parte superior del vestido tiene un escote clásico en forma de corazón que realza los atributos de Evelyn. Las mangas son cortos y la cintura del vestido está definida con pliegues delicados. La falda larga cae en recta, acoplándose a las piernas de Evelyn.No parece un vestido de bodas en sí, pero a Eve
Evelyn baja la escalera principal de su casa con el brazo entrelazado con el de su padre. Henry Taylor tiene una sonrisa en la cara, pero Evelyn sabe la verdad y se siente incómoda a su lado.La mansión ha sido devuelta a su esplendor en poco tiempo. El piso está reluciente y el polvo ha desaparecido de todos lados. Las puertas están abiertas y todas las estancias vuelven a estar en funcionamiento Evelyn ha estado viviendo en su casa la última semana, a petición de sus padres, para ayudar a supervisar toda la organización de la boda en tan poco tiempo.El camino de entrada y el jardín fueron cortados y limpiados en extremo, la fuente principal tuvo una nueva capa de pintura y los cristales de las ventadas fueron mandados a reconstrucción. Evelyn incluso vio a hombres retocando las esculturas de la fachada exterior.En menos de una semana, la mansión ha vuelto a ser la maravilla victoriana en la que Evelyn había crecido. Su madre y su padre insistieron en que la boda se realizara ahí