Mientras Evelyn sube por el ascensor en el impersonal edificio de oficinas, siente cómo sus manos se aferran al pasamanos con una tensión casi dolorosa. El zumbido mecánico que acompaña su ascenso parece amplificar sus nervios, y su mente da vueltas a todas las posibles situaciones que la esperan en cuanto tenga a Wilhelm frente a ella. Su corazón late con una mezcla de anticipación y ansiedad, y sus ojos, fijos en las cifras que indican los pisos, parecen no querer moverse. Su respiración se hace más superficial, y solo puede esperar que la incómoda travesía vertical llegue a su fin pronto.De hecho, le toma un momento darse cuenta que Liam le está hablando.—Enserio necesito que veas todo con la cabeza fría, Evelyn.—Ni siquiera sé de qué me estás hablando.—Lo sé. Le dije a Evans que esto tenía que estar solucionado d
—Lukas—Evelyn es capaz de escuchar el rechinar de dientes de Wilhelm, hay advertencia en su voz. A su lado, Liam extiende su mano y la posa sobre su muñeca, como si quisiera contener a Evelyn—. Habíamos acordado otra fecha para tratar este tema, ahora no es el momento ni el lugar para hablar de esto.—Eso habías dicho, pero yo tengo mi propio horario. Pensé que te gustaría una visita de manera presencial, especialmente cuando tenemos un tema pendiente e importante para discutir.A su alrededor, los abogados permanecen callados, pero se mueven de un lugar a otro, pasando hojas de papel y sellos de mano en mano. Evelyn sabe que no son completamente ajenos a la conversación, pero se quedan en silencio, solo esperando a que el señor Corallo les dirija la palabra.—Lo sé, Lukas. Aun así, siempre es bueno una pequeña advertencia en lugar de una aparición inesperada.—Mis visitas inesperadas te molestan, pero cuando mi hija solía hacerlas te parecían fascinantes, ¿no es cierto?Wilhelm se pa
Liam suelta completamente a Evelyn y se deja caer sobre la mesa de reuniones con un suspiro cansado en el momento en que los pasos del señor Corallo se dejan de oír por el pasillo y el timbre del ascensor llena el silencio. Evelyn siente su corazón calmarse de manera ligera, pero no puede apartar la vista de la puerta, como si todavía tuviera al señor Corallo viéndola de esa manera tan desagradable. Frente a ella, Lorenzo y O’Neil la observan con cautela antes de Liam llame su atención.—Mierda —susurra con la cara contra la madera fina—. Me duele la cabeza, ¿dónde se supone que esta ese café que pedí hace tanto?—Calmate, biondo.—¿Por qué tardaron tanto?—No estaba en mis planes aparecerme por aquí. O’Neil me arrastró por mi edificio sin decirme mucho y el estúpido de su chofer casi hace que choquemos dos veces antes de llegar.—No puedo creerlo —O’Neil niega con la cabeza mientras pasa los papeles que los abogados le han dejado en la mano—. Ni siquiera se han leído la primera págin
—Evans tiene negocios por todo el mundo, los sabes— dice Liam por sobre el humo—. Ha llegado a muchos continentes y no hay sistema de entrega que le haga competencia, tiene un gran sitio web, mucha publicidad y un gran servicio. ¿Quieres transportar algo? Evans es la solución. Hay de todo: pedidos por paquetería, pedidos por aplicaciones, transportes de toda clase. Es normal que necesite ayuda para llevar a todo a todos lados.—Por eso están ustedes —completa Evelyn. Su padre tuvo socios a lo largo de los años, nunca fueron lo suficientemente importantes para ponerlos junto a su nombre en la empresa y confiar demasiado en uno fue lo que le llevó a la quiebra, pero Evelyn sabe la función de los socios en una empresa que comparte título.—Para eso estamos nosotros— Liam asiente—. Yo le proporciono los comercios en América, desde el norte hasta el sur, Lorenzo lo tiene en el continente europeo con sus contactos desde Italia y O’Neil ayudó a cerrar el último trato para expandirse por Asia
Por supuesto, el nombre de Rebecca Gollbing cala en la mente de Evelyn de inmediato. Liam le mencionó el nombre en la noche de cena elegante, le dijo que era muestra de su confianza y Evelyn, en algún punto, lo olvidó por completo. Días al lado de Wilhelm, con eso creciendo entre ellos y la lucha por comenzar a realizar su cuadro para la universidad hicieron que Evelyn perdiera la noción del tiempo. Ahora, la sola imagen de Rebecca Gollbing que se le presenta en mente hace que el estómago se le revuelva. —Rebecca Gollbing —asiente Lorenzo y Evelyn quiere que deje de decir su nombre—. Es la hija menor de Lukas Corallo. —No tiene su apellido. —No— se encoge de hombros—. A Lukas se le conoce en el alto y en el bajo mundo de Europa. Todos los famosos de América están en medio y no quería investigaciones innecesarias. Le dio el apellido de su madre, creo que se llamaba Ava, Ava Gollbing. Era una estrella famosa aquí o algo así— mueve la mano con desgana. —Era una actriz —interviene Lia
Conforme el taxi avanza por el camino de piedra, la casa se acerca poco a poco, apareciendo entre los árboles frondosos como una mansión salida de cuentos de hadas. Es grande y el estilo victoriano se impregna en cada ventanal y escultura decorativa. Es el tipo de mansiones clásicas que pueden encontrarse en Inglaterra, alejadas de la civilización y ocultas entre bosques primitivos. Evelyn contempla su antigua casa por un momento, pero luego baja los ojos para recoger el desastre que ha dejado en el asiento. De manera apresurada, guarda sus cuadernos de dibujo y sus lápices de colores. En el movimiento, escucha el crac de uno de sus colores favoritos y gime de disgusto. No puede permitirse una caja nueva como para andarlos rompiendo. El taxista le dirige una mirada por sobre su hombro, pero ella lo ignora. Por fin, el auto se detiene junto a la fuente decorativa del patio exterior. Evelyn se apresura a bajar, pero el taxista está tan maravillado con la mansión que no se fija en lo ma
Evelyn observa a su padre con atención.Ella y él comparten rasgos físicos: ambos tiene una cara con forma de corazón, la nariz pequeña y algo respingada e incluso comparten el color de ojos azul marino. De su madre heredó la estatura baja y la forma del cuerpo, que era igual de pequeño. El color de pelo de Evelyn, rojo, proviene de su lado materno, de los abuelos que no conoce. Sin embargo, ella también se parece más a su padre en los gestos y las actitudes. Por eso nota como su padre restriega los dedos unos contra otros y sabe que está nervioso.—¿Qué es? —pregunta.—¿Recuerdas a Wilhelm Evans?Evelyn desvía la mirada por un momento y siente como el latido de su corazón se acelera. Se sonroja, pero sus padres parecen no notarlo.—¿Tu nuevo jefe? —duda, pero en el fondo ya conoce la respuesta.—Sí —dice su padre —. Su empresa se ha unido a la nuestra y nos facilita la integración extranjera. Él ha sido uno de los pilares más grandes durante nuestras… circunstancias.Evelyn sabe que
Evelyn sale de la mansión sin hacer un escándalo.Esa mañana, cuando su madre le llamó para pedirle que se reunieran, avisó a Liana para que la recogiera de regreso de su trabajo. No tiene dinero para pagar más taxis y, de cualquier manera, su mejor amiga nunca se niega a darle un aventón. Viven juntas, así que tampoco es mucho problema.Dirige sus pasos hacia la fuente de su antiguo hogar y la mira con nostalgia. Cuando era pequeña, Silvia solía salir para platicar con el hombre que la limpiaba (Evelyn entiende ahora que se gustaban y la primera hija de Silvia es de ese hombre, aunque nunca se hizo responsable, como ninguna de las parejas de la ama de llaves) y ella solía sentarse a jugar con el agua. Pensaba, en su fantasía infantil, que era una fuente mágica, como la que salían en los cuentos que su madre le contaba antes de dormir. No tiraba monedas, porque sus padres preferían su dinero en billetes, pero solía arrancar flores pequeñas y lanzarlas al agua a cambio de deseos.Desea