¡Al filo! 20

Alejandro apenas se había cabeceado durante la noche, mientras sentía el mismo peso en el pecho que lo había acompañado la noche anterior. Miró hacia la habitación y vio a Vanesa todavía dormida, envuelta en la manta. El ligero movimiento de su pecho al respirar era una señal de calma, pero Alejandro sabía que la calma no era real, solo un momento suspendido antes de la tormenta.

Quería quedarse, hablar con ella cuando despertara, pero los compromisos en la empresa eran ineludibles. Siendo el jefe, tenía que liderar una reunión con los socios clave para resolver un tema urgente relacionado con la inversión en el nuevo proyecto. Retrasarlo no era una opción, y enviar a alguien en su lugar no sería suficiente para calmar las tensiones internas.

Antes de irse, tomó una hoja de papel y se sentó en la mesa del comedor, pensando en qué escribir. Finalmente, se decidió:

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Vanesa,

Sé que te he fallado demasiadas veces y que las palabras ya no bastan. Hoy tengo unas reuniones
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