Capítulo 32

Dalia Davis

Estaba segura de dos malditas cosas.

La primera: No estaba en mi habitación. Y la segunda: Alguien estaba detrás de mi aferrándose a mi cintura como si la vida se le fuera en ello.

Lo peor es que yo estaba tan cómodamente entrelazada que sabía que solo podía ser una persona; Khail.

Traté de zafarme de su agarre, pero su brazo me sostuvo en mi lugar y un gruñido suave y ronco me erizó la piel por completo.

—Quédate donde estas, fierecilla, la alarma ni siquiera ha sonado.

Dios mío, su voz ronca de recién levantado era el maldito infierno.

Todo mi cuerpo se tensó y sentí mi coño apretarse contra la tela pegajosa de mis bragas recordándome que no me había limpiado anoche.

Jesús, había quedado casi desmayada. Ese orgasmo parecía haber drenado toda mi energía y ahora que ya aparentemente la había desbloqueado, se excitaba de nada.

Aunque ciertamente la voz de este hombre no era exactamente de nada y menos cuando tenía ese tono ronco que me hizo delirar.

Era demasiado t
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