El gran y poderoso Logan Walker continuaba mirándonos fijamente a ambos, seguramente pensando en un sinfín de cosas que podríamos estar haciendo Alex y yo a solas en medio de la noche antes de que él llegara, cosas que estaban muy alejadas de la realidad. Desafortunadamente. Ahora estábamos sentados en la diminuta sala de la casa de mi guardaespaldas. Alex y yo compartíamos el mueble más grande, mientras que papá estaba en el sillón frente a nosotros, mirándonos sin ninguna expresión en el rostro. Vagamente, me llevaba a aquella misma escena donde Victoria nos observaba utilizando los mismos gestos que papá. Claro que ella jamás odió nuestra relación a muerte, pero al principio su reacción fue un poco parecida. —Papá, si viniste a... —No voy a preguntar la razón por la que estás aquí, ya que no me respondiste la primera vez y, francamente, no quiero seguir preguntando. —Me interrumpe y yo suspiro, intentando guardar silencio porque, después de una larga semana, esta era la primer
[3 días después]—Papá, por favor... —Junto ambas manos en un gesto de súplica, intentando convencer al gran Logan Walker de ayudarme— Sé que tú puedes. Por favor, por favor...—¿Y qué quieres que haga, Olivia? —Me pregunta, recogiendo todos los documentos de su escritorio. Estábamos en la empresa, a punto de ir a almorzar con mamá y Lucian— Ya intenté todo. No puedo obligar a Alex a que regrese.Refunfuño molesta. No podía creer que, sin importar cuántas veces papá y yo se lo hubiéramos pedido, Alex había rechazado nuestras ofertas de volver a convertirse en mi guardaespaldas.¡Tonto!Según el castaño, él estaba bastante cómodo con el trabajo que tenía como repartidor y la pequeña sucursal de comida estaba corta de personal, razón por la cual no quería renunciar. Alex no quería poner presión extra sobre sus otros compañeros repartidores.Me gustaba que fuera generoso, pero esto era ridículo. ¡Ya ni siquiera lo veía!Alex trabajaba desde muy temprano y a veces doblaba turnos, por lo q
—Espera... —Estaba sentada encima de Alex, mis labios besando y acariciando su pecho y cuello a mi antojo. Hoy era su día libre y nos habíamos dedicado a recuperar todo el tiempo perdido entre los dos— Tiranosaurio, ya tienes que volver a casa.Aún no... Tengo tanto qué decirte.Tanto qué sentir a tu lado.Simplemente no funciono bien si no estás a mi lado.¿Acaso estoy mal de la cabeza?Probablemente sí.—Quince minutos más. —Intentaba convencerlo, subiendo a sus labios, tratando de seducirlo— Solo un poco más, amor.Por tercera vez.—Tienes a Roger afuera esperándote desde la mañana y estoy seguro como el infierno que el señor Walker sabe que estás aquí. —Niega con la cabeza y, de un solo movimiento, me coloca debajo de su cuerpo. La vieja cama hace un sonido molesto— Mira la hora, ya es tarde y hemos pasado todo el día encerrados en esta habitación. No quiero que tu papá venga a buscarme con un arma dispuesto a acabar conmigo... Oye, Liv. Pareces preocupada, solo estaba bromeando.
—¿Aún no se lo has dicho? —Preguntaba Amara con voz preocupada mientras pasábamos un poco de tiempo juntas en una de nuestras cafeterías favoritas.Desafortunadamente, Mónica no había podido acompañarnos, ya que Fausto la había llamado diciéndole que tenía algo sumamente importante que decirle. Obviamente, ella lo dejó todo para ir a verlo.Aún no comprendía la razón por la cual ella estaba tan aferrada a ese hombre, pero tampoco la juzgaba. Yo también estaba obsesionada con un hombre mayor que yo.—No. —Respondo con los ánimos por los suelos, dejando a un lado mi batido de fresas— Cada vez que lo veo, solo puedo pensar en pegarme a él. Me cuesta mucho dejarlo cuando tengo que volver a casa. ¿Quién lo diría? Después de odiarlo, ahora no puedo estar sin él... En fin, no sé cómo decirle que no estaré aquí durante el verano.Habían pasado cuatro días más desde que supe que Lucian había sido aceptado en la academia que tanto había soñado y, con solo ver la emoción y la felicidad que tenía
[Alex]—Hermano, la pulsera no va a desaparecer de tu muñeca si dejas de mirarla por un momento. —Ruedo los ojos al ver cómo Leo se reía divertido por mi actitud— Debo admitir que está genial y me da envidia que tengas una y yo no, pero si sigues viendo tu muñeca así, la gente pensará que estás loco.Sabía que cada palabra de Leo estaba llena de su incomprendido humor; él nunca se había burlado de mí con mala intención. Al contrario, ahora se le veía más relajado al verme sonriendo.Realmente se había preocupado cuando lo mío con Liv se había terminado y como incluso tuvo que llevarme a su departamento para que no me matara de hambre gracias a mi tristeza profunda. No me imaginaba una semana más lejos de aquella pelinegra que tanto amaba. Estaba loco por ella.—Liv me la regaló por mi cumpleaños. —Le recuerdo y él asiente— Luego tuvimos una pelea y nunca más la usé. Pensé que jamás la volvería a usar hasta que en nuestra última cita me di cuenta de que traía puesta una igual, así que
[Alex]—Por nada. —Sonríe por última vez y levanta la mano despidiéndose de mí— Ah, Alex... Una última cosa.—¿Qué quieres, imbécil?—Me alegra mucho verte así de feliz. —Aquellas palabras me toman por sorpresa. Definitivamente Leo y yo no éramos de los amigos que se decían palabras bonitas o alentadoras, así que esto no me lo esperaba en absoluto— Pensé que no volverías a sonreír después de la muerte de Teresa, pero afortunadamente Liv llegó a tu vida... Realmente espero que finalmente logres ser feliz a su lado... Bueno, nos vemos más tarde, idiota. Lleva pollo frito y cerveza.Después de eso, comienza a alejarse de mí a toda velocidad, rumbo a su propio trabajo, dejándome con la cabeza llena de pensamientos inconclusos.Puede que sea un idiota, pero Leo siempre me daba buenos consejos. Si él no me hubiera arrastrado al club de Fausto, no habría sido capaz de conocer a Liv de esa forma.Quizás ni siquiera nos habríamos liado incluso trabajando para ella, así que le debía mucho a mi
—¡Espera, Liv! —Sin prestarle atención a los llamados de mis padres, abro la puerta y salgo a toda velocidad de la casa. El corazón se me salía del pecho y estaba sudando a mares; apenas había logrado cambiarme de ropa.Necesitaba llegar al hospital cuanto antes.¡Esto tiene que ser un maldito error!Iba corriendo hacia el enorme portón de la casa, cuando una de las camionetas de papá se detiene detrás de mí, prendiendo y apagando las luces, llamando mi atención. Me detengo y giro a tiempo para ver a Frank bajarse rápidamente, acercándose a mí.—Señorita Walker. Suba, yo la llevaré. —Él también parecía preocupado; podía verlo en sus ojos, pero aún así estaba haciendo un enorme esfuerzo para no perder el control. Sabía lo importante que era Alex para él. Con la respiración acelerada, logro volver a la realidad y camino en dirección a la camioneta, sentándome en la parte trasera. Frank hace lo mismo y en pocos segundos estamos de camino al hospital.Suponía que papá ya le había avisado,
—¿Cómo está Alex? —Minutos después de que saliera de la habitación del castaño, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, me encontré con Leo, quien se veía extremadamente preocupado por la condición de su mejor amigo.Tanto mamá como papá se ponen en alerta ante la presencia del desconocido, pero unas leves palabras de Frank hacen que se tranquilicen y solo visualicen aquella escena.—Tiene muchos golpes... —Intentaba explicarle, pero cada vez que abría la boca, mi voz se quebraba con demasiada facilidad. Maldita sea— Yo... Yo...—A Alex le dieron un fuerte golpe en la cabeza y en otras partes del cuerpo, pero el primero es el que nos preocupa... Lo mantendrán sedado hasta que baje la inflamación... Podría ser peor, pero solo nos queda esperar. —Frank había decidido intervenir en aquella conversación y Leo simplemente suspira, pasándose ambas manos por el rostro, seguramente pensando que todo esto se trataba de una pesadilla— ¿Estás bien?—Maldición, ¿cómo voy a estar bien, Fra