01. La Traición Descubierta

🦋✨|.Allison Collins.|🦋✨

Noah Taylor, el hombre que creí conocer mejor que a nadie, la persona con quien había imaginado compartir mi vida, me estaba engañando. Y no solo con cualquiera, sino con Kylie, una de las mejores amigas de mi hermana Brittany. Mi novio, mi compañero de tantos años, aquel a quien le confié mi corazón, me traicionaba con alguien que había estado siempre a nuestro lado.

El dolor fue tan intenso que apenas podía respirar. Sentía como si me hubieran arrancado el aire de los pulmones. Kylie, la chica de sonrisa fácil y promesas de lealtad fue quien me apuñaló por la espalda. No le importó que yo fuera la hermana de su mejor amiga ni el daño que estaba causando. Entre los dos destrozaron mi confianza de la manera más vil, dejando una herida tan profunda que dudaba si algún día sanaría.

Esa noche estábamos en la discoteca. Noah, su mejor amigo Oliver —quien también era el novio de Kylie— y yo compartíamos risas mientras la música nos envolvía mientras Connor y yo bailábamos, sentí una inquietud repentina. Busqué a Noah con la mirada. Su presencia que siempre me daba seguridad, había desaparecido.

—¿A dónde fueron Noah y Kylie? —le pregunté a Oliver intentando que mi voz sonara despreocupada.

——Quizá buscaron un lugar más tranquilo para hablar de trabajo—respondió con una sonrisa, sin imaginar el torbellino que se gestaba dentro de mí.

Las palabras resonaron como un eco hueco. El "trabajo" de Noah siempre había sido una excusa. Lo sabía, aunque no quería admitirlo. Mi intuición, esa fuerza silenciosa que nunca me abandonaba, empezó a guiarme. Sin pensarlo, me excusé con Oliver diciéndole que iba al baño, pero mis pasos siguieron el instinto que me guiaba a una verdad que temía enfrentar.

La música parecía amortiguada mientras mis pasos resonaban en el pasillo que conducía a las habitaciones privadas con cada latido de mi corazón, la angustia crecía una puerta estaba entreabierta. Me acerqué despacio, casi temiendo lo que encontraría al otro lado.

Lo vi. Vi a Noah y a Kylie envueltos en la sombra del deseo prohibido. No estaban hablando de trabajo; estaban haciendo el amor. Kylie le susurraba que él era suyo, como si yo no existiera, como si los años que habíamos compartido no valieran nada.

El shock fue tan grande que apenas podía procesarlo Saqué el teléfono con manos temblorosas. Grabé en silencio la escena que me rompería para siempre. Luego me alejé, invisible, vacía y con la certeza de que esa prueba sería crucial para cuando llegara el momento de la verdad. De regreso al salón, me esforcé por mantener la compostura. Me senté junto a Oliver y forcé una sonrisa que sabía a veneno.

—¿Seguimos bailando? —le propuse, fingiendo normalidad mientras la verdad ardía como un incendio dentro de mí.

Él accedió, pero notó la sombra de tristeza que se reflejaba en mis ojos

—¿Dónde están Noah y Kylie? —preguntó Oliver sin malicia ajeno a la tormenta que rugía en mi interior

—No lo sé —mentí, con una sonrisa que apenas sostenía mientras la verdad ardía en cada fibra de mi ser

Minutos después, Noah y Kylie volvieron al salón sus risas llenaron el espacio como dagas suspendidas en el aire, afiladas y listas para clavarse en la herida que ya sangraba dentro de mí. Cada risa, cada mirada compartida entre ellos era una burla descarada a la verdad que yo cargaba como un peso insoportable. Un recordatorio de las mentiras que se escondían bajo la superficie de su perfecta fachada era un insulto a los años que había desperdiciado creyendo en él, en nosotros en un futuro que ahora crujía como un cristal a punto de estallar bajo el peso de mi ingenuidad.

La rabia me quemaba las venas, como un río desbordado que amenazaba con arrasar todo a su paso. Una furia implacable, ardiente y oscura, como el fuego de mil promesas rotas. Pero me negué a ceder. No les daría el placer de ver cuánto dolía, cuánto me desgarraba el alma su traición descarada. Ni él ni ella merecían esa satisfacción.

Caminé lentamente, cada paso era un acto de resistencia, la cabeza en alto y mi dignidad sirviendo de escudo frente a la tormenta que rugía en mi interior.

—¿Dónde estabas? —pregunté y mi voz salió tranquila y controlada, fue un arma cargada de todo lo que aún no podía decir.

Su respuesta fue tan descarada que casi me hizo perder el control:

—Allison, ya sabes cómo es mi trabajo. Kylie solo me estaba ayudando con unos asuntos de la clínica. Es mi asistente. Solo estábamos resolviendo temas pendientes.

Sentí una risa amarga en la garganta, pero la retuve.

—¿Solo temas pendientes? —repetí, lenta, mordiendo cada palabra.

—Soy el director de una clínica. Tengo responsabilidades. —me dijo

Hizo una pausa. Por un segundo, sentí que el tiempo mismo contenía el aliento. Luego, su siguiente frase se clavó en mi pecho como una daga que no vi venir.

—Además, en diez días nos casamos. Tengo que dejar todo en orden.

La frialdad de sus palabras me hizo dudar de todo lo que alguna vez creí saber sobre él. Tratando de mantener la calma, le pregunté: —¿En una discoteca, Noah?

Con frialdad, él contraatacó: —El dueño es mi amigo, ¿se te olvidó?

Antes de que pudiera hablar, Kylie soltó su veneno con una sonrisa que me sacó de quicio.

—¿Allison, no estarás celosa?

Connor, que hasta ese momento había estado ajeno a lo que ocurría, se unió a la burla:

—¡Oh, no

Allison! ¿Estás celosa de Kylie?

Sentí como si el suelo se abría bajo mis pies, pero me mantuve firme.

—No estoy celosa — contesté —. Solo quiero que mi novio me dedique tiempo. Pero claro, su trabajo es más importante que yo. Un minuto contigo es un lujo, ¿no es así?

Noah suspiró, utilizando ese tono tranquilo que tantas veces había usado para calmarme, para desarmar mis argumentos con una tranquilidad que ahora sentía como una bofetada.

—Allison, ya te lo expliqué. Todo esto es por nosotros, para que tengamos una luna de miel tranquila. No te preocupes.

Las palabras, pronunciadas con la seguridad del que cree tener siempre la razón, resonaron huecas, como un eco de mentiras repetidas tantas veces que habían perdido su peso. Pero esta vez, algo dentro de mí se rompió definitivamente.

. — Solo llévame a casa, me quiero ir —le pedí, sin dejar lugar a discusiones

Él intentó insistir, sugiriendo que esperáramos a Charlotte, pero yo ya había decidido. No había marcha atrás.

Finalmente, Noah accedió, aunque no sin antes tratar de convencerme de quedarme.

—Definitivamente, no te entiendo, pero no te preocupes yo te llevo.

El trayecto a casa fue un silencio incómodo, lleno de palabras no dichas y sentimientos ocultos. Cuando llegamos, Noah intentó retomar su papel de novio cariñoso, sugiriendo que pasáramos la noche en su casa viendo una película. Pero yo ya había tomado una decisión. 

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