David suspiró al ver a Samantha alejarse del salón sin mirar atrás. Ya no podía huir de los chicos que le habían comprometido a salir y sería muy raro que, en vez de acompañarlos, el saliera corriendo a hablar con su profesora. No entendía muy bien el por qué tenía la necesidad de ir tras ella y evitar que se fuera a cenar con el decano.Pero cada vez que recordaba la forma en que ese hombre veía a Samantha como si quisiera devorarla, la rabia bullía en su interior. Tal vez era que cada vez que veía esos ojos asustados le daban ganas de abrazarla y protegerla de todo lo malo que pudiera acecharla. Pero era extraño, ni siquiera la conocía bien como para sentirse así y todo lo que decían sus compañeros de ella le daba a entender que mucho menos necesitaba de alguien que la protegiera.Hundido en sus pensamientos que le iban confundiendo cada vez más, sintió como el ajuste de su brazo se aferraba poco a poco. Notó la mirada inquisidora de Natalia, que había adivinando que su mente había
Por su parte, Samantha aún no decidía si salir o no con Octavio. Su mente racional le decía que saliera y se distrajera y su corazón la instaba a irse a casa, con un pequeño desvío por el camino para comprar un par de cosas y al llegar, solo hacerse bolita en su sofá, mientras comía helado y gomitas y veía alguna serie documental, evitando pensar en todo lo que había pasado.Pero, aunque quería seguir a su corazón, Octavio ya estaba de pie frente al salón de profesores, esperándola. Y se veía que no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta.Sam ralentizó sus pasos y luego se dio ánimos. Lo mejor era salir de esto ya, aceptar la cita. Tal vez Octavio era más de lo que ella había visto en el año que lleva de conocerlo, al menos podía darle el beneficio de la duda.Se acercó con una sonrisa un poco tímida, Octavio le abrió la puerta del salón de profesores y ella entró agradeciéndole. El la siguió y se sentó en el sofá.—Dame un momento, y ya nos vamos —dijo Sam mientras guardaba
Sam sintió que una mano le zarandeaba el hombro de forma poco delicada. Miró hacia el lado y se dio cuenta que Octavio le movía preguntándole si estaba dormida.Pero en realidad no era eso, estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Se giró sobándose los ojos, simulando que en realidad acababa de despertar.—Samantha, ¿estás bien? —dijo Octavio mientras la miraba con aprensión—. parecías dormida, pero por el retrovisor veía tus ojos abiertos.—¿De verdad? Lo siento, sí me dormí, venía muy cansada —contestó, tratando de evadir la mirada de Octavio, pero él con delicadeza tomó a Sam del mentón y le hizo verle a los ojos.—Bueno, ya estás en casa. —dijo Octavio tratando de sonar comprensivo —. ¿Quieres que te haga compañía?Sam notó que Octavio iba acercando su rostro al suyo. Sam solo veía en su mente a David, sonriente después de besar a Natalia. Por un pequeño instante quiso cerrar los ojos, imaginar que era otro hombre el que estaba a
Norma y Sam se reunieron con el resto de la familia de Ramiro, quien iba apenas llegando porque lo habían enviado a comprar algunas cosas que faltaban.Sam saludó a Ramiro y de inmediato la llevaron a un comedor grande que habían acomodado en el patio que tenían en la parte posterior de la casa.Allí se fueron sentando todos los miembros de la familia que ya eran adultos. A los jóvenes y los niños los dejaron en la mesa del comedor dentro de la casa.Todos fueron charlando y la comida se iba pasando a los comensales. Sam no tenía mucho apetito, pero entre doña Carmen y Norma la hicieron comer y la distrajeron contándole un montón de anécdotas sobre Ramiro, sobre Mateo y de otros miembros de la familia cuando eran niños.La tarde fue muy divertida y poco a poco Sam empezó a sentirse mejor. Luego le llevaron un pastel enorme a doña Carmen y todos le cantaron el feliz cumpleaños. Norma ya había recogido a Mateo que se había vuelto a despertar, pero estaba de buen humor. Así que el pequeñ
La mañana del miércoles llegaba veloz, pero para David era un martirio. Había pasado todo el fin de semana obsesionado recordando esa mirada decepcionada que parecía reclamarle el haberse dejado llevar por los encantos de Natalia. El inicio de semana fue un poco más llevadero por que las clases le mantenían distraído. Ahora no tenía idea como iba a enfrentar lo que le esperaría en el salón de taller de diseño. ¿Samantha lo evitaría? ¿Continuaría como en la última clase? ¿O ahora lo atormentaría por ser un maldito infiel? David se recriminaba a sí mismo, por meter el asunto de la fidelidad, como si tuviera algo que ver con Samantha, ¿era eso? ¿quería algo con ella y por eso veía cosas donde no las había? Si esa mujer le temía desde el principio, no había posibilidad de que le reclamara por estar con alguien más. A lo mejor hasta lo prefería. ¿Entonces por qué se veía tan decepcionada? Esa mirada triste lo había marcado tan profundamente que no le había dejado en paz. Llegó al salón
La clase continuó su curso, Sam terminó de revisar las ideas de los distintos grupos de alumnos. Al iniciar la clase tenía pensado salir del grupo de David después del de Natalia, pero luego le entro el miedo y lo dejó para después y luego pasó otro y cuando acordó, terminó dejándolo para el final.En el fondo sabía que era un error, pero quería atrasar el momento lo más que pudiera. Aunque no sirviera de nada, porque igual estaba obligada a hacer la revisión.Todos los alumnos fueron saliendo, hasta que solo quedaron Álvaro y David en el salón. Revisó a Álvaro primero pero su idea aún no estaba muy clara. Pretendía hacer un juego para ayudar con las terapias físicas a los niños, pero todavía le faltaba mucho por definir. Le dio un par de consejos ya que veía que la idea tenía potencial y lo dejó ir. Al fin había llegado el momento, ya no podía aplazarlo más.Sin llamarlo, en cuanto Álvaro se despidió, David se levantó de su silla. Tomando todas sus cosas se acercó al escritorio y s
El corazón de Sam parecía galopar mientras ella casi corría al salón de profesores. Su cabeza era un caos, no podía creer lo que acababa de pasar.Se imaginaba que Natalia le saldría con algo para provocarla, pero no esperó nunca que David la fuera a acusar de algo tan poco profesional como abusar de su posición solo por haberlo visto con alguien más. Todo lo que implicaba esa acusación la hacía sentir tan mal.Pero ahora la tristeza que hubiera podido llegar a sentir se había esfumado de un plumazo y solo quedaba la rabia.Mientras pensaba en que hacer, y como calmarse para ir a su próxima clase que sería en una hora, escuchó una notificación en su teléfono. Norma le había enviado un mensaje.«¿Cómo estás cariño? ¿Qué tal tu mañana?»Sam no supo que escribir y terminó llamando a Norma.—¿Hola cariño? ¿Qué tal va todo? —preguntó Norma, bastante animada—Horrible, extraño, malo, terrible, no sé cómo explicarlo. Paso algo que nunca esperé que pasara. —Sam se mesaba los cabellos mientras
David tomó el autobús después de despedirse de Álvaro y con ánimos renovados se fue rumbo a su casa.Al llegar vio la fachada de la casa de su padre, no sobresalía en la calle, de hecho, era una casa de clase media bastante regular. Tal vez debería entrar y saludarlo, pero de solo pensar que se encontraría con Astrid, decidió posponerlo.Se dirigió a la entrada junto a la casa, allí había un lote que había comprado David con dinero que había ahorrado mientras trabajaba en su adolescencia y que había adaptado como bodega, allí con sus manos y las de su tío Francisco habían arreglado el lugar y habían puesto una oficina. En ese lugar se estaba gestando el sueño de David: su empresa.La empresa de David era pequeña pero ya le daba suficiente para mantener la casa y pagar la universidad y eso era bastante. La fundó a los dieciocho con la idea de importar mercancía y vender localmente, pero a los diecinueve se dio cuenta de que tenía muchas ideas de productos que no se conseguían en el me