Sam sintió que una mano le zarandeaba el hombro de forma poco delicada. Miró hacia el lado y se dio cuenta que Octavio le movía preguntándole si estaba dormida.Pero en realidad no era eso, estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Se giró sobándose los ojos, simulando que en realidad acababa de despertar.—Samantha, ¿estás bien? —dijo Octavio mientras la miraba con aprensión—. parecías dormida, pero por el retrovisor veía tus ojos abiertos.—¿De verdad? Lo siento, sí me dormí, venía muy cansada —contestó, tratando de evadir la mirada de Octavio, pero él con delicadeza tomó a Sam del mentón y le hizo verle a los ojos.—Bueno, ya estás en casa. —dijo Octavio tratando de sonar comprensivo —. ¿Quieres que te haga compañía?Sam notó que Octavio iba acercando su rostro al suyo. Sam solo veía en su mente a David, sonriente después de besar a Natalia. Por un pequeño instante quiso cerrar los ojos, imaginar que era otro hombre el que estaba a
Norma y Sam se reunieron con el resto de la familia de Ramiro, quien iba apenas llegando porque lo habían enviado a comprar algunas cosas que faltaban.Sam saludó a Ramiro y de inmediato la llevaron a un comedor grande que habían acomodado en el patio que tenían en la parte posterior de la casa.Allí se fueron sentando todos los miembros de la familia que ya eran adultos. A los jóvenes y los niños los dejaron en la mesa del comedor dentro de la casa.Todos fueron charlando y la comida se iba pasando a los comensales. Sam no tenía mucho apetito, pero entre doña Carmen y Norma la hicieron comer y la distrajeron contándole un montón de anécdotas sobre Ramiro, sobre Mateo y de otros miembros de la familia cuando eran niños.La tarde fue muy divertida y poco a poco Sam empezó a sentirse mejor. Luego le llevaron un pastel enorme a doña Carmen y todos le cantaron el feliz cumpleaños. Norma ya había recogido a Mateo que se había vuelto a despertar, pero estaba de buen humor. Así que el pequeñ
La mañana del miércoles llegaba veloz, pero para David era un martirio. Había pasado todo el fin de semana obsesionado recordando esa mirada decepcionada que parecía reclamarle el haberse dejado llevar por los encantos de Natalia. El inicio de semana fue un poco más llevadero por que las clases le mantenían distraído. Ahora no tenía idea como iba a enfrentar lo que le esperaría en el salón de taller de diseño. ¿Samantha lo evitaría? ¿Continuaría como en la última clase? ¿O ahora lo atormentaría por ser un maldito infiel? David se recriminaba a sí mismo, por meter el asunto de la fidelidad, como si tuviera algo que ver con Samantha, ¿era eso? ¿quería algo con ella y por eso veía cosas donde no las había? Si esa mujer le temía desde el principio, no había posibilidad de que le reclamara por estar con alguien más. A lo mejor hasta lo prefería. ¿Entonces por qué se veía tan decepcionada? Esa mirada triste lo había marcado tan profundamente que no le había dejado en paz. Llegó al salón
La clase continuó su curso, Sam terminó de revisar las ideas de los distintos grupos de alumnos. Al iniciar la clase tenía pensado salir del grupo de David después del de Natalia, pero luego le entro el miedo y lo dejó para después y luego pasó otro y cuando acordó, terminó dejándolo para el final.En el fondo sabía que era un error, pero quería atrasar el momento lo más que pudiera. Aunque no sirviera de nada, porque igual estaba obligada a hacer la revisión.Todos los alumnos fueron saliendo, hasta que solo quedaron Álvaro y David en el salón. Revisó a Álvaro primero pero su idea aún no estaba muy clara. Pretendía hacer un juego para ayudar con las terapias físicas a los niños, pero todavía le faltaba mucho por definir. Le dio un par de consejos ya que veía que la idea tenía potencial y lo dejó ir. Al fin había llegado el momento, ya no podía aplazarlo más.Sin llamarlo, en cuanto Álvaro se despidió, David se levantó de su silla. Tomando todas sus cosas se acercó al escritorio y s
El corazón de Sam parecía galopar mientras ella casi corría al salón de profesores. Su cabeza era un caos, no podía creer lo que acababa de pasar.Se imaginaba que Natalia le saldría con algo para provocarla, pero no esperó nunca que David la fuera a acusar de algo tan poco profesional como abusar de su posición solo por haberlo visto con alguien más. Todo lo que implicaba esa acusación la hacía sentir tan mal.Pero ahora la tristeza que hubiera podido llegar a sentir se había esfumado de un plumazo y solo quedaba la rabia.Mientras pensaba en que hacer, y como calmarse para ir a su próxima clase que sería en una hora, escuchó una notificación en su teléfono. Norma le había enviado un mensaje.«¿Cómo estás cariño? ¿Qué tal tu mañana?»Sam no supo que escribir y terminó llamando a Norma.—¿Hola cariño? ¿Qué tal va todo? —preguntó Norma, bastante animada—Horrible, extraño, malo, terrible, no sé cómo explicarlo. Paso algo que nunca esperé que pasara. —Sam se mesaba los cabellos mientras
David tomó el autobús después de despedirse de Álvaro y con ánimos renovados se fue rumbo a su casa.Al llegar vio la fachada de la casa de su padre, no sobresalía en la calle, de hecho, era una casa de clase media bastante regular. Tal vez debería entrar y saludarlo, pero de solo pensar que se encontraría con Astrid, decidió posponerlo.Se dirigió a la entrada junto a la casa, allí había un lote que había comprado David con dinero que había ahorrado mientras trabajaba en su adolescencia y que había adaptado como bodega, allí con sus manos y las de su tío Francisco habían arreglado el lugar y habían puesto una oficina. En ese lugar se estaba gestando el sueño de David: su empresa.La empresa de David era pequeña pero ya le daba suficiente para mantener la casa y pagar la universidad y eso era bastante. La fundó a los dieciocho con la idea de importar mercancía y vender localmente, pero a los diecinueve se dio cuenta de que tenía muchas ideas de productos que no se conseguían en el me
Al día siguiente, los rumores empezaban a escucharse por los pasillos, la SS había tomado entre ceja y ceja a un par de alumnos de quinto semestre y les estaba haciendo la vida imposible.Natalia caminaba por esos mismos pasillos junto a su padre, un renombrado empresario del marketing que tenía a su primogénita, a la luz de sus días estudiando diseño industrial para diversificar sus inversiones.Natalia se colgaba del brazo de Manuel Romero con orgullo. Muchos de sus compañeros sabían quién era el empresario, que era bastante popular en las redes. También corría el rumor de que estaba reformando su empresa para abrir una división de diseño para que Natalia la dirigiera. Los alumnos de últimos semestres eran los más interesados en que los rumores fueran ciertos y tal vez aspirar a algunas de esas plazas que se abrirían.Los rumores se acrecentaron en cuanto padre e hija se dirigieron hacia la oficina del decano.El decano Octavio los recibió con una amplia sonrisa, el señor Romero era
Samantha se encontraba dictando su clase a los alumnos de séptimo semestre. Estaba bastante concentrada porque estos proyectos eran los más complejos de todas las clases que ella impartía y tenían que manejar varios temas a la vez.Los alumnos venían pensando en el proyecto desde el semestre anterior y ya tenían muchos problemas resueltos, pero había tanto que trabajar que aún faltaba. Ya después de esto en el siguiente semestre vendría la tesis y tendrían que estar preparados para este tipo de trabajo.Sam estaba corrigiendo un proyecto particularmente complejo cuando un anuncio por el sistema de megafonía la interrumpió.«Profesora Samantha Stewart, favor dirigirse a la decanatura de diseño»Samantha suspiró, ya se imaginaba por que la estaban llamando. Dejó a sus alumnos en el salón, esperaba no tardar mucho. Salió hacia la oficina a paso rápido, estaba un poco nerviosa, pero esperaba que Octavio entendiera lo que había pasado y que se pusiera de su parte.Sam llegó y saludó a Andr