¡Hola a todos! Quiero agradecerles por darle una oportunidad a mi libro. ¡Es el primero que publico y estoy muy emocionada! Espero que me dejen sus comentarios, lo que les gusta, lo que no, como sienten a los personajes. Todo esto me ayuda a crecer como escritora. Y espero que se diviertan con esta historia. ¡Muchas gracias!
La clase continuó su curso, Sam terminó de revisar las ideas de los distintos grupos de alumnos. Al iniciar la clase tenía pensado salir del grupo de David después del de Natalia, pero luego le entro el miedo y lo dejó para después y luego pasó otro y cuando acordó, terminó dejándolo para el final.En el fondo sabía que era un error, pero quería atrasar el momento lo más que pudiera. Aunque no sirviera de nada, porque igual estaba obligada a hacer la revisión.Todos los alumnos fueron saliendo, hasta que solo quedaron Álvaro y David en el salón. Revisó a Álvaro primero pero su idea aún no estaba muy clara. Pretendía hacer un juego para ayudar con las terapias físicas a los niños, pero todavía le faltaba mucho por definir. Le dio un par de consejos ya que veía que la idea tenía potencial y lo dejó ir. Al fin había llegado el momento, ya no podía aplazarlo más.Sin llamarlo, en cuanto Álvaro se despidió, David se levantó de su silla. Tomando todas sus cosas se acercó al escritorio y s
El corazón de Sam parecía galopar mientras ella casi corría al salón de profesores. Su cabeza era un caos, no podía creer lo que acababa de pasar.Se imaginaba que Natalia le saldría con algo para provocarla, pero no esperó nunca que David la fuera a acusar de algo tan poco profesional como abusar de su posición solo por haberlo visto con alguien más. Todo lo que implicaba esa acusación la hacía sentir tan mal.Pero ahora la tristeza que hubiera podido llegar a sentir se había esfumado de un plumazo y solo quedaba la rabia.Mientras pensaba en que hacer, y como calmarse para ir a su próxima clase que sería en una hora, escuchó una notificación en su teléfono. Norma le había enviado un mensaje.«¿Cómo estás cariño? ¿Qué tal tu mañana?»Sam no supo que escribir y terminó llamando a Norma.—¿Hola cariño? ¿Qué tal va todo? —preguntó Norma, bastante animada—Horrible, extraño, malo, terrible, no sé cómo explicarlo. Paso algo que nunca esperé que pasara. —Sam se mesaba los cabellos mientras
David tomó el autobús después de despedirse de Álvaro y con ánimos renovados se fue rumbo a su casa.Al llegar vio la fachada de la casa de su padre, no sobresalía en la calle, de hecho, era una casa de clase media bastante regular. Tal vez debería entrar y saludarlo, pero de solo pensar que se encontraría con Astrid, decidió posponerlo.Se dirigió a la entrada junto a la casa, allí había un lote que había comprado David con dinero que había ahorrado mientras trabajaba en su adolescencia y que había adaptado como bodega, allí con sus manos y las de su tío Francisco habían arreglado el lugar y habían puesto una oficina. En ese lugar se estaba gestando el sueño de David: su empresa.La empresa de David era pequeña pero ya le daba suficiente para mantener la casa y pagar la universidad y eso era bastante. La fundó a los dieciocho con la idea de importar mercancía y vender localmente, pero a los diecinueve se dio cuenta de que tenía muchas ideas de productos que no se conseguían en el me
Al día siguiente, los rumores empezaban a escucharse por los pasillos, la SS había tomado entre ceja y ceja a un par de alumnos de quinto semestre y les estaba haciendo la vida imposible.Natalia caminaba por esos mismos pasillos junto a su padre, un renombrado empresario del marketing que tenía a su primogénita, a la luz de sus días estudiando diseño industrial para diversificar sus inversiones.Natalia se colgaba del brazo de Manuel Romero con orgullo. Muchos de sus compañeros sabían quién era el empresario, que era bastante popular en las redes. También corría el rumor de que estaba reformando su empresa para abrir una división de diseño para que Natalia la dirigiera. Los alumnos de últimos semestres eran los más interesados en que los rumores fueran ciertos y tal vez aspirar a algunas de esas plazas que se abrirían.Los rumores se acrecentaron en cuanto padre e hija se dirigieron hacia la oficina del decano.El decano Octavio los recibió con una amplia sonrisa, el señor Romero era
Samantha se encontraba dictando su clase a los alumnos de séptimo semestre. Estaba bastante concentrada porque estos proyectos eran los más complejos de todas las clases que ella impartía y tenían que manejar varios temas a la vez.Los alumnos venían pensando en el proyecto desde el semestre anterior y ya tenían muchos problemas resueltos, pero había tanto que trabajar que aún faltaba. Ya después de esto en el siguiente semestre vendría la tesis y tendrían que estar preparados para este tipo de trabajo.Sam estaba corrigiendo un proyecto particularmente complejo cuando un anuncio por el sistema de megafonía la interrumpió.«Profesora Samantha Stewart, favor dirigirse a la decanatura de diseño»Samantha suspiró, ya se imaginaba por que la estaban llamando. Dejó a sus alumnos en el salón, esperaba no tardar mucho. Salió hacia la oficina a paso rápido, estaba un poco nerviosa, pero esperaba que Octavio entendiera lo que había pasado y que se pusiera de su parte.Sam llegó y saludó a Andr
David se sentía estresado, había dedicado todo el tiempo posible a pensar en como mejorar su proyecto, pero nada le parecía adecuado. Y el tiempo se acababa, esa tarde tendría clase con Samantha y no quería llegar a la revisión sin nada. Pero no parecía que hubiera otra posibilidad, a menos que un ángel el cielo bajara en ese mismo instante e iluminara su cerebro con un milagro de diseño, tendría que agachar la cabeza por ahora.En medio de la clase en la que se encontraba, no podía evitar divagar en lo que había pasado, cada vez que pensaba en el proyecto recordaba a Samantha, el desconcierto y la furia en sus ojos, esa fuerza que le demostró cuando defendió su punto y su credibilidad.En medio de todo se veía increíblemente bonita, como una pequeña fierecilla acorralada que luchaba, llena de vitalidad. A pesar de que la situación no fue la mejor, fue un cambio que le llamó mucho la atención a David, esa percepción que tenía de la mujer que parecía desarmarse frente a él estaba cambi
Llegó la hora de la clase y todos los alumnos habían ido con la expectativa de cómo sería en realidad el nuevo método, si era como lo planteaban en el e-mail y no estarían obligados a presentarse en las revisiones, o si lo habían entendido mal.David estaba un poco ansioso, también quería escuchar la aclaración del plan piloto, pero se sentía en una encrucijada: por un lado, estaba deseoso de ver a Samantha y comentarle las nuevas ideas que le habían surgido para el proyecto, por otra parte, no quería que llegara tan rápido porque también tendría que disculparse y esa parte aún no sabía cómo resolverla.Álvaro llegó y se reunió con él en el salón, también se veía confundido, como todos los que estaban esperando que inicie la clase, saludó a David y se sentó a su lado, en el puesto de siempre. —¿Qué tal? ¿Leíste el email que envió la SS esta mañana? —preguntó Álvaro, con el ceño fruncido, David asintió con la cabeza.—Sí, me parece muy extraño ese cambio tan de buenas a primeras.—A m
Los alumnos fueron pasando y el tiempo siguió transcurriendo. A medida que se iban quedando solos, tanto Sam como David se iban poniendo más nerviosos. David aún no sabía cómo iniciar la conversación, pero estaba claro para él que tendría que disculparse antes que todo o Samantha podría negarse a corregir su proyecto. Para Sam era la duda de si traía lo mismo y quería forzar a que ella aceptara que ese era el proyecto que él iba a presentar o si en realidad tenía otras opciones. Si era solo una excusa y si tendría que aguantar de nuevo algún arranque de mal genio. Al fin, el último alumno salió. David se tomó su tiempo para ponerse en pie, mientras que el chico se iba y sentarse en el escritorio, frente a Sam. —Muy bien, cuénteme entonces cuáles son sus opciones para el proyecto —dijo Sam, mirando a David a los ojos y por primera vez fue él quien evadió su mirada. Sam no pudo ocultar su sorpresa. —Antes que nada, me gustaría —dijo David, soltando todo, tratando de no detenerse a p