Samantha se encontraba dictando su clase a los alumnos de séptimo semestre. Estaba bastante concentrada porque estos proyectos eran los más complejos de todas las clases que ella impartía y tenían que manejar varios temas a la vez.Los alumnos venían pensando en el proyecto desde el semestre anterior y ya tenían muchos problemas resueltos, pero había tanto que trabajar que aún faltaba. Ya después de esto en el siguiente semestre vendría la tesis y tendrían que estar preparados para este tipo de trabajo.Sam estaba corrigiendo un proyecto particularmente complejo cuando un anuncio por el sistema de megafonía la interrumpió.«Profesora Samantha Stewart, favor dirigirse a la decanatura de diseño»Samantha suspiró, ya se imaginaba por que la estaban llamando. Dejó a sus alumnos en el salón, esperaba no tardar mucho. Salió hacia la oficina a paso rápido, estaba un poco nerviosa, pero esperaba que Octavio entendiera lo que había pasado y que se pusiera de su parte.Sam llegó y saludó a Andr
David se sentía estresado, había dedicado todo el tiempo posible a pensar en como mejorar su proyecto, pero nada le parecía adecuado. Y el tiempo se acababa, esa tarde tendría clase con Samantha y no quería llegar a la revisión sin nada. Pero no parecía que hubiera otra posibilidad, a menos que un ángel el cielo bajara en ese mismo instante e iluminara su cerebro con un milagro de diseño, tendría que agachar la cabeza por ahora.En medio de la clase en la que se encontraba, no podía evitar divagar en lo que había pasado, cada vez que pensaba en el proyecto recordaba a Samantha, el desconcierto y la furia en sus ojos, esa fuerza que le demostró cuando defendió su punto y su credibilidad.En medio de todo se veía increíblemente bonita, como una pequeña fierecilla acorralada que luchaba, llena de vitalidad. A pesar de que la situación no fue la mejor, fue un cambio que le llamó mucho la atención a David, esa percepción que tenía de la mujer que parecía desarmarse frente a él estaba cambi
Llegó la hora de la clase y todos los alumnos habían ido con la expectativa de cómo sería en realidad el nuevo método, si era como lo planteaban en el e-mail y no estarían obligados a presentarse en las revisiones, o si lo habían entendido mal.David estaba un poco ansioso, también quería escuchar la aclaración del plan piloto, pero se sentía en una encrucijada: por un lado, estaba deseoso de ver a Samantha y comentarle las nuevas ideas que le habían surgido para el proyecto, por otra parte, no quería que llegara tan rápido porque también tendría que disculparse y esa parte aún no sabía cómo resolverla.Álvaro llegó y se reunió con él en el salón, también se veía confundido, como todos los que estaban esperando que inicie la clase, saludó a David y se sentó a su lado, en el puesto de siempre. —¿Qué tal? ¿Leíste el email que envió la SS esta mañana? —preguntó Álvaro, con el ceño fruncido, David asintió con la cabeza.—Sí, me parece muy extraño ese cambio tan de buenas a primeras.—A m
Los alumnos fueron pasando y el tiempo siguió transcurriendo. A medida que se iban quedando solos, tanto Sam como David se iban poniendo más nerviosos. David aún no sabía cómo iniciar la conversación, pero estaba claro para él que tendría que disculparse antes que todo o Samantha podría negarse a corregir su proyecto. Para Sam era la duda de si traía lo mismo y quería forzar a que ella aceptara que ese era el proyecto que él iba a presentar o si en realidad tenía otras opciones. Si era solo una excusa y si tendría que aguantar de nuevo algún arranque de mal genio. Al fin, el último alumno salió. David se tomó su tiempo para ponerse en pie, mientras que el chico se iba y sentarse en el escritorio, frente a Sam. —Muy bien, cuénteme entonces cuáles son sus opciones para el proyecto —dijo Sam, mirando a David a los ojos y por primera vez fue él quien evadió su mirada. Sam no pudo ocultar su sorpresa. —Antes que nada, me gustaría —dijo David, soltando todo, tratando de no detenerse a p
Samantha entró a su apartamento muy tranquila, tanto como hacía mucho tiempo no se sentía.David la había acompañado, habían tomado un taxi juntos y la había dejado frente a su edificio. Ella había insistido en pagar el taxi, pero el como buen caballero no lo permitió. Así que ella le agradeció y le aseguró que, si llegaban a compartir nuevamente uno, correría por su cuenta. David se veía complacido al escucharla.Lanzando su bolso al sofá, Sam pasó a la cocina para buscar algo de beber, en ese momento una nueva llamada entró a su teléfono.—¡Sam! ¿Qué pasó? Me cortaste la llamada de afán. ¿En dónde estás? ¿Estás con alguien? —Norma preguntaba en una retahíla ansiosa. Sam no solía esconderle nada, así que en cuanto le dijo que no podía hablar, que estaba en medio de algo, las alarmas de Norma se encendieron.—Calma, calma. Ya estoy en casa. Cuando me llamaste aún estaba en la universidad —dijo Sam con tranquilidad, mientras sacaba una jarra de la nevera y servía zumo en un vaso.—
El fin de semana pasó como una exhalación, y tanto Samantha como David se encontraron anhelando que llegara el siguiente miércoles para poderse reencontrar en las asesorías.David ahora podía ver a Sam más seguido por la universidad, ya que había dejado de utilizar su arte ninja para camuflarse con el ambiente. Y aunque no se podían saludar ni nada, eso parecía animarlos a ambos para lidiar con la ansiedad del paso de los días.El miércoles llegó y Sam se encontró en el salón atendiendo a los pocos alumnos que habían aparecido, solo tres y de ellos solo uno no había estado en la clase anterior.Sam no podía ocultar su tristeza, le dolía un poco que ese grupo fuese así de desinteresado en sus proyectos, a diferencia de los grupos superiores que se veían mucho más comprometidos. Pero no podía hacer nada, algo en el fondo le decía que en este ausentismo había ciertas manos moviendo los hilos y persuadiendo a los demás alumnos de hacerle quedar mal. Como una mala docente a la que los alum
—¡¿En serio te dijo eso?! —casi gritó Norma al teléfono. Era jueves por la noche y Sam estaba en su apartamento, retiró un poco el teléfono de su oreja y cuando dejó de escuchar las exclamaciones de Norma, volvió a acercarlo.—Sí, lo sé, es muy ambiguo. Eso de que se necesita práctica se presta para ser cualquier cosa. Lo estoy pensando y no me puedo imaginar que podrá ser —dijo Sam mientras se sentaba en el sofá. Ya se imaginaba las fantasías sexuales que se estaba creando Norma, por los sonidos que hacía del otro lado de la línea.—Puede que sea algo muy físico, ya sabes de aquello de roce con roce y piel con piel —rio Norma, Sam se la imaginaba levantando las cejas repetidamente.—No lo creo, o bueno… no espero que sea lo primero que quiera enseñarme a cambio de enseñarle a dibujar —diciéndolo así a Sam le sonaba muy tonto. Seguro sería algo muy inofensivo, como enseñarle a hacer tortillas o a encender una fogata. Aunque esas ideas ridículas seguro que no se las enseñaría en la bib
Sam llegó a su apartamento aquel viernes emocionada y algo preocupada. No tenía idea que hacer con el asunto de lo que iba a ponerse al día siguiente para verse con David.Revisó toda su ropa, tenía mucha ropa informal que no podía denominarse realmente cómoda. Jeans y camisetas de cuando estaba en la universidad, que le quedaban apretadas, pero aún le servían. Pero si debía usar algo con lo que pudiera moverse fácil, la ropa apretada no era la mejor opción.Se decantó por utilizar unos leggings oscuros y una blusa suelta con un estampado tribal, con un par de zapatillas de deporte. No le gustaba mucho utilizar zapato plano por su pigmea estatura, pero era lo más cómodo que tenía.Imaginándose así se daba cuenta de que Norma de cierta forma tenía razón, tal vez quería enseñarle algo físico, como alguna clase de aeróbicos o algo así. Tal vez se ha fijado en que está un poquito pasadita de peso y le ha parecido buena idea darle una manito con ese problema, tal vez tonificar por allí o