David tomó el autobús después de despedirse de Álvaro y con ánimos renovados se fue rumbo a su casa.Al llegar vio la fachada de la casa de su padre, no sobresalía en la calle, de hecho, era una casa de clase media bastante regular. Tal vez debería entrar y saludarlo, pero de solo pensar que se encontraría con Astrid, decidió posponerlo.Se dirigió a la entrada junto a la casa, allí había un lote que había comprado David con dinero que había ahorrado mientras trabajaba en su adolescencia y que había adaptado como bodega, allí con sus manos y las de su tío Francisco habían arreglado el lugar y habían puesto una oficina. En ese lugar se estaba gestando el sueño de David: su empresa.La empresa de David era pequeña pero ya le daba suficiente para mantener la casa y pagar la universidad y eso era bastante. La fundó a los dieciocho con la idea de importar mercancía y vender localmente, pero a los diecinueve se dio cuenta de que tenía muchas ideas de productos que no se conseguían en el me
Al día siguiente, los rumores empezaban a escucharse por los pasillos, la SS había tomado entre ceja y ceja a un par de alumnos de quinto semestre y les estaba haciendo la vida imposible.Natalia caminaba por esos mismos pasillos junto a su padre, un renombrado empresario del marketing que tenía a su primogénita, a la luz de sus días estudiando diseño industrial para diversificar sus inversiones.Natalia se colgaba del brazo de Manuel Romero con orgullo. Muchos de sus compañeros sabían quién era el empresario, que era bastante popular en las redes. También corría el rumor de que estaba reformando su empresa para abrir una división de diseño para que Natalia la dirigiera. Los alumnos de últimos semestres eran los más interesados en que los rumores fueran ciertos y tal vez aspirar a algunas de esas plazas que se abrirían.Los rumores se acrecentaron en cuanto padre e hija se dirigieron hacia la oficina del decano.El decano Octavio los recibió con una amplia sonrisa, el señor Romero era
Samantha se encontraba dictando su clase a los alumnos de séptimo semestre. Estaba bastante concentrada porque estos proyectos eran los más complejos de todas las clases que ella impartía y tenían que manejar varios temas a la vez.Los alumnos venían pensando en el proyecto desde el semestre anterior y ya tenían muchos problemas resueltos, pero había tanto que trabajar que aún faltaba. Ya después de esto en el siguiente semestre vendría la tesis y tendrían que estar preparados para este tipo de trabajo.Sam estaba corrigiendo un proyecto particularmente complejo cuando un anuncio por el sistema de megafonía la interrumpió.«Profesora Samantha Stewart, favor dirigirse a la decanatura de diseño»Samantha suspiró, ya se imaginaba por que la estaban llamando. Dejó a sus alumnos en el salón, esperaba no tardar mucho. Salió hacia la oficina a paso rápido, estaba un poco nerviosa, pero esperaba que Octavio entendiera lo que había pasado y que se pusiera de su parte.Sam llegó y saludó a Andr
David se sentía estresado, había dedicado todo el tiempo posible a pensar en como mejorar su proyecto, pero nada le parecía adecuado. Y el tiempo se acababa, esa tarde tendría clase con Samantha y no quería llegar a la revisión sin nada. Pero no parecía que hubiera otra posibilidad, a menos que un ángel el cielo bajara en ese mismo instante e iluminara su cerebro con un milagro de diseño, tendría que agachar la cabeza por ahora.En medio de la clase en la que se encontraba, no podía evitar divagar en lo que había pasado, cada vez que pensaba en el proyecto recordaba a Samantha, el desconcierto y la furia en sus ojos, esa fuerza que le demostró cuando defendió su punto y su credibilidad.En medio de todo se veía increíblemente bonita, como una pequeña fierecilla acorralada que luchaba, llena de vitalidad. A pesar de que la situación no fue la mejor, fue un cambio que le llamó mucho la atención a David, esa percepción que tenía de la mujer que parecía desarmarse frente a él estaba cambi
Llegó la hora de la clase y todos los alumnos habían ido con la expectativa de cómo sería en realidad el nuevo método, si era como lo planteaban en el e-mail y no estarían obligados a presentarse en las revisiones, o si lo habían entendido mal.David estaba un poco ansioso, también quería escuchar la aclaración del plan piloto, pero se sentía en una encrucijada: por un lado, estaba deseoso de ver a Samantha y comentarle las nuevas ideas que le habían surgido para el proyecto, por otra parte, no quería que llegara tan rápido porque también tendría que disculparse y esa parte aún no sabía cómo resolverla.Álvaro llegó y se reunió con él en el salón, también se veía confundido, como todos los que estaban esperando que inicie la clase, saludó a David y se sentó a su lado, en el puesto de siempre. —¿Qué tal? ¿Leíste el email que envió la SS esta mañana? —preguntó Álvaro, con el ceño fruncido, David asintió con la cabeza.—Sí, me parece muy extraño ese cambio tan de buenas a primeras.—A m
Los alumnos fueron pasando y el tiempo siguió transcurriendo. A medida que se iban quedando solos, tanto Sam como David se iban poniendo más nerviosos. David aún no sabía cómo iniciar la conversación, pero estaba claro para él que tendría que disculparse antes que todo o Samantha podría negarse a corregir su proyecto. Para Sam era la duda de si traía lo mismo y quería forzar a que ella aceptara que ese era el proyecto que él iba a presentar o si en realidad tenía otras opciones. Si era solo una excusa y si tendría que aguantar de nuevo algún arranque de mal genio. Al fin, el último alumno salió. David se tomó su tiempo para ponerse en pie, mientras que el chico se iba y sentarse en el escritorio, frente a Sam. —Muy bien, cuénteme entonces cuáles son sus opciones para el proyecto —dijo Sam, mirando a David a los ojos y por primera vez fue él quien evadió su mirada. Sam no pudo ocultar su sorpresa. —Antes que nada, me gustaría —dijo David, soltando todo, tratando de no detenerse a p
Samantha entró a su apartamento muy tranquila, tanto como hacía mucho tiempo no se sentía.David la había acompañado, habían tomado un taxi juntos y la había dejado frente a su edificio. Ella había insistido en pagar el taxi, pero el como buen caballero no lo permitió. Así que ella le agradeció y le aseguró que, si llegaban a compartir nuevamente uno, correría por su cuenta. David se veía complacido al escucharla.Lanzando su bolso al sofá, Sam pasó a la cocina para buscar algo de beber, en ese momento una nueva llamada entró a su teléfono.—¡Sam! ¿Qué pasó? Me cortaste la llamada de afán. ¿En dónde estás? ¿Estás con alguien? —Norma preguntaba en una retahíla ansiosa. Sam no solía esconderle nada, así que en cuanto le dijo que no podía hablar, que estaba en medio de algo, las alarmas de Norma se encendieron.—Calma, calma. Ya estoy en casa. Cuando me llamaste aún estaba en la universidad —dijo Sam con tranquilidad, mientras sacaba una jarra de la nevera y servía zumo en un vaso.—
El fin de semana pasó como una exhalación, y tanto Samantha como David se encontraron anhelando que llegara el siguiente miércoles para poderse reencontrar en las asesorías.David ahora podía ver a Sam más seguido por la universidad, ya que había dejado de utilizar su arte ninja para camuflarse con el ambiente. Y aunque no se podían saludar ni nada, eso parecía animarlos a ambos para lidiar con la ansiedad del paso de los días.El miércoles llegó y Sam se encontró en el salón atendiendo a los pocos alumnos que habían aparecido, solo tres y de ellos solo uno no había estado en la clase anterior.Sam no podía ocultar su tristeza, le dolía un poco que ese grupo fuese así de desinteresado en sus proyectos, a diferencia de los grupos superiores que se veían mucho más comprometidos. Pero no podía hacer nada, algo en el fondo le decía que en este ausentismo había ciertas manos moviendo los hilos y persuadiendo a los demás alumnos de hacerle quedar mal. Como una mala docente a la que los alum