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El Esposo de mi Jefa
El Esposo de mi Jefa
Por: Viviana
Capitulo 1. Noche de pasión

Anteriormente llegar a su puesto de trabajo era un poco satisfactorio, al menos tenía como sustentarse ella sola. Pero esa mañana fue bastante diferente a las anteriores.

Al mirar aquel papel color rosa sobre su escritorio supo que era su fin, Ciana parpadea reiteradas veces mientras que sostiene el documento en sus manos. Es que ni siquiera quería desdoblar aquel papel.

La joven muerde levemente sus labios al mismo tiempo que siente querer romper a llorar, sin embargo necesitaba mantener la compostura. Levanta la mirada viéndose completamente sola en aquel espacio.

Luego mira hacia la puerta donde seguramente se encontraba su jefe, Ciana baja la mirada hacia el documento y con un poco de valentía desdobla el papel para leer lo que ya sabía que contenía dicho documento.

Su jefe la estaba despidiendo.

—Genial, me he quedado sin empleo —suspira con pesadez.

Tanto que le costó encontrar trabajo para venirlo a perder por un accidente. Ciana frota su rostro con impaciencia.

—Si hubiese sabido que me iba a despedir por derramar café a su pantalón le hubiera vertido la jarra de café en la cabeza al muy cabezota.

No se alegraba de quedarse sin empleo, pero si se sentía algo aliviada de no tener que ver la cara de ese energúmeno que le toco tener que asistir. Había hecho bien su trabajo por un año entero, sin quejas, ni fallas, y por una tontería como derramar café en su pantalón la despedía.

Pero era evidente que sus razones eran otras, ese degenerado estaba cabreado ya que no quiso mantener relaciones clandestinas con él. Y ella estaba completamente segura de que se ganó el puesto de asistente presidencial porque su jefe le había puesto los ojos encima.

Había visto a las demás candidatas y ella era la única joven entre ese grupo, y por esa razón llegó a aquella conclusión debido a que no tenía nada de experiencia. Era imposible que eligiera a una novata en vez de una experta.

 —¿Qué voy hacer ahora? —musita mirando el documento.

Lo único que le quedaba era recoger sus pertenencias esa misma mañana.

—Que día tan malo, ¿eh? —Ciana se pone en pie rápidamente y esconde el papel rosa detrás de ella.

La joven parpadea al mirar a aquel hombre delante de ella, de inmediato su corazón comenzó a latir a prisa al mirar directamente esos ojos azules. Ciana se tensa y trata de sonreír.

—Buenos días señor Phil.

—Parece que no son tan buenos para ti —le responde mirando los ojos de ella —. ¿Te han despedido?

La pregunta de él la petrifico, llevaba 3 días viéndolo seguido en la compañía de su jefe y cada día que pasaba ella temblaba más que el anterior. Desde que lo vio fue como si algo de ella cambiase, todo en ella se estremecía cuando miraba a ese hombre.

Y eso no era todo, él también la observa con firmeza lo que ocasionaba que ella muriera lentamente. Ciana traga saliva mientras mantiene la sonrisa de tranquilidad.

—Parece que lo del café le ha molestado mucho a mi jefe.

—¿A si? —ella nota como él aquea la ceja lo que la hace derretir.

—Fue imprudencia mía.

—No creo que sea necesario tanto extremismo, despedirte por machar su traje es injusto.

Ella también lo pensaba, pero en ese momento le importo un pepino si estaba despedida. Era la primera vez que ese hombre le dirigía la palabra y se quedaba para charlar con ella. Las otras veces solo la miraba, pero no conversaba.

—¿Ciana, no?

—Si.

—Lamento mucho lo que ocurrió ayer.

También lo lamentaba y más porque ya no volvería a ver a ese hombre nunca más, desde esa mañana estaba despedida así que no podía quedarse. Fuera de eso, tampoco le agradaba la idea de tener que escuchar al idiota de su ex jefe.

Si ya no era su empleada ni un café merecía que le llevará.

—Tengo una reunión con él.

—Pase adelante.

Phil sonríe de medio lado mientras que continúa hacia la oficina para ingresar en la misma. En ese momento Ciana suelta el aliento contenido y vuelve a mirar el papel en sus manos con mucho lamento.

—Joder, será mejor que me largue.

Observa la puerta y muerde sus labios, era una verdadera pena no volver a ver a ese hombre tan elegante y atractivo. Era el sueño de cualquier mujer.

[…]

—¿No quieres que la despida?

—No creo que sea necesario que lo hagas, además, no fue tan grave lo que ha hecho.

—Es buena secretearía, no lo puedo negar, pero es una tonta. He intentado seducirla miles de veces y nunca se ha dejado, prefiero a una chica que sepa cómo mantener su puesto en esta empresa.

Phil observa a su socio y no dice una palabra, baja la mirada para ver sus manos juntas, y solo consigue parpadear.

—¿No le dejaras el empleo?

—Puedo bajarla a recepción, donde no tenga que verla. Lo haría como un favor para ti.

—Al menos no se quedará sin empleo.

—En fin, lo resolveré luego. Ahora, hagamos negocios —el hombre sonríe abiertamente.

Sin embargo Phil no dejaba de pensar en esa chica que se encontraba afuera sentada lamentándose por haber perdido su empleo por un cerdo como el que él tenía delante. Por desgracia debía hacer negocios con él.

No podía dejar los negocios a un lado por una empleada que apenas llevaba 3 días viendo, sin embargo ese poco tiempo fue suficiente para no despegar sus ojos de ella. Era extraño que estuviera actuando de ese modo.

El CEO niega y sonríe, necesitaba concentrarse en los negocios. Cuando saliera de esa oficina le daría la noticia a la rubia que estaba afuera de que no se quedaría sin empleo. Ser la recepcionista era mejor a no tener un trabajo.

Para cuando finiquitaron las negociaciones, Phil se despidió de su socio con un apretón de manos, el CEO se encontraba impaciente por salir de esa oficina para darle la noticia a la secretaria.

Pero para su sorpresa, la rubia no estaba en su lugar de trabajo.

—Vaya, parece que se ha marchado —Phil se asombra por lo rápido que ella tomo sus cosas para irse —. Ya no es culpa mía, Phil.

—No te preocupes, nos estaremos viendo.

—Claro, debemos salir una de estas noches.

Phil asiente mientras avanza hasta la salida, pensó que quizás podía verla en recepción así que apresuro el paso para ver si tenía algo de suerte.

[…]

Ciana lanza su bolso sobre la cama y más atrás ella también hace lo propio, mira el techo de su habitación pensando qué demonios iba a hacer ahora.

—Debo encontrar otro empleo, no podré  sobrevivir mucho tiempo con lo que me vayan a pagar de liquidación.

En eso su móvil comienza a sonar, sin ánimos de nada saca el aparato para ver la pantalla del mismo, era su mejor amiga Dorelis.

—Sé que estas en el trabajo, pero no me vayas a colgar.

—No estoy en el trabajo, me han despedido de ese jodido lugar.

—Lo siento tanto Ciana, en ese caso lo que te diré te caerá como anillo al dedo.

[…]

No supo cómo es que Dorelis la convenció, pero allí estaba, con un bonito vestido y en el más bonito bar que existía en Chicago. Ciana busca con la mirada a su mejor amiga, pero no la ve por ningún lado.

Y como carajos pensaba encontrarla, era viernes por la noche, aquel lugar estaba atestado de clientes.

—Qué mala idea venir a este lugar, no debería de estar aquí —musita al mismo tiempo que se da la vuelta, pero al hacerlo impacta con el pecho de alguien más —. Como lo siento yo…—sus palabras se ven apagadas al mirar con quien se había cruzado.

—¡Que coincidencia! —era el mismo hombre que frecuentaba la oficina de su jodido ex jefe.

—Hola —lo saluda pareciendo idiota.

—Jamás imagine verla por aquí. Pero me alegra ver una cara conocida.

—¿Qué hace aquí?

—Lo mismo que el resto, a tomar una copa. ¿Le puedo invitar una?

La verdad es que ella pensaba largarse, pero ahora que había encontrado a ese hombre sus ganas de irse se habían esfumado por completo.

¿Qué demonios le estaba pasando?

—Claro, me gustaría.

—Quiero decirte que luego que termine la reunión con mi socio salí de esa oficina para contarte que no ibas a quedarte desempleada.

—¿Qué está diciendo?

—Hable con mi socio y accedió dejarte trabajando en la empresa, pero como recepcionista.

No lo podía creer, ese hombre había intercedido por su ella. Aún tenía un empleo, era una gran noticia, sin embargo debía seguir viendo la cara de su imbécil jefe. Por otro lado, continuaría viendo a ese hombre misterioso que apareció de la nada.

—¿Está seguro de eso?

—Por puesto que sí, tienes mi palabra de que así será.

Las recepcionistas no ganaban tan bien, pero al menos no estaba sin empleo.

Ciana sonríe puesto que comenzó a sospechar que le agradaba a ese sujeto, aunque este evidentemente fuese mayor que ella.

Una copa llevo a otra, y la conversación se hizo larga. Ciana se olvidó por completo de que se iba a ver con su mejor amiga, una que estaba de paso en chicago. Disfrutaba de sus vacaciones y ella estaba siendo tan mala amiga que no pensó en ella esa noche.

—Debo ir al baño —se disculpa, ya que cree que debe llamar a Dorelis.

—Espero y no te pierdas.

—Regresaré.

Después de varios de llamadas fallidas, Ciana desiste de llamarla.

—Debe estar furiosa conmigo.

Guarda su móvil en el bolso y al salir al exterior se topa con la figura de su compañero de noche, Ciana se impacta por su presencia a la vez que siente que su corazón iba a explotar.

Phil observa a esa mujer salir del baño y siente la desquiciada gana de querer besarla, y es exactamente lo que hace. Sin decir una sola palabra el CEO besa a Ciana de manera arrebatadora. 

Para su sorpresa, la joven le sigue el ritmo y también lo besa con pasión y lujuria. Envuelve su cuello con sus brazos y este rodea su cintura con las manos, sus lenguas juegan un papel importante en aquel beso y la conexión aún más.

—Ciana… yo…—gime contra los labios de ella.

—Si —responde ella rápidamente mientras que ese hombre la mira fijamente.

En cuestión de una media hora, Phil y Ciana se encontraban tumbados sobre una enorme cama con sabanas de seda grisáceas.

Ciana sentía los besos de ese hombre por la curvatura de cuello al mismo tiempo que él tocaba sutilmente el costado de su cuerpo. Sus caricias la hacían jadear de una manera que jamás creyó.

Muerde levemente sus labios cuando ese pelinegro comenzó a levantar la falda de su vestido dejando al descubierto sus piernas. No estaba segura de lo que estaba haciendo, o de lo que estaba a punto de hacer.

Pero de algo si estaba completamente segura y era que le encantaban las caricias de ese hombre. Era tan apasionado, tan masculino, tan atractivo. Encima de eso que Olivia exquisito, y era tan grande, musculoso.

Es que aún le costaba creer que estuviera sucediendo eso con él… en eso él vuelve a posar sus labios contra su boca para besarla tiernamente.

—¿Estas segura Ciana? —pregunta contra su boca abierta.

—Si.

[…]

Antes de que el alba llegará, Ciana abre los ojos y piensa que era buen momento para irse de ese lugar. Ella mira por encima de su hombro a aquel hombre y siente pesar por dejarlo, pero era evidente que ella era un romance de una noche.

Tanta galantería se debía a una sola cosa.

Sin embargo no se arrepentía de nada, ese hombre valió cada hora que le dedico y todo el dolor que tuvo que soportar esa noche. Sonríe mientras que toma su vestido, lo mira un poco más y muerde la carne interna de sus labios.

—Qué noche más grandiosa he tenido con ese hombre.

Estaba segura de que jamás olvidaría esa increíble experiencia. Acaricia sus propios labios mientras que cierra sus ojos al recordar esa manera en la que la beso. Su propia piel olía al aroma de ese sujeto. Pero debía regresar a la realidad, la rubia se despide con una mirada y sale de la habitación.

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